El socialismo es el control absoluto. O sea, la desaparición total de la libertad. Eso sí, los motivos de los socialistas para justificar que el gobierno controle por completo tu vida siempre son maravillosos. Hay que elegir entre el mundo perfecto y la libertad. Como si pudiera haber un mundo perfecto sin libertad. Como si además la consecuencia del control socialista, aparte de perder la libertad, no fuera siempre un resultado catastrófico. Ni mundo perfecto, ni libertad.
Por si alguien se piensa que esto de que el socialismo pretende controlar totalmente la vida de la gente es una exageración, sirva como ejemplo la decisión de imponer un carnet para que los adultos puedan acceder a las páginas porno. De este modo el gobierno podrá llevar la contabilidad no sólo de los españoles que consumen porno y los que no, sino también su frecuencia y afición.
Esto va de porno, pero también de muchas cosas más. Desde luego el sistema previsto para el control gubernamental del porno resulta bastante lamentable. Al final sólo serán controlados los que carezcan de unos mínimos conocimientos informáticos. Tampoco parece que el gobierno pueda imponer esta barrera de entrada más que a un pequeño puñado de páginas porno. Pero abramos el foco.
Puede que España vaya en el vagón de cola del desarrollo de la inteligencia artificial en el mundo, pero Hacienda será la vanguardia de la aplicación de la IA en España. ¿Y qué tiene que ver esto con el porno? Pues la cuestión de los datos. Al final estamos en el mismo problema que con la imposición de que desaparezca el dinero físico. Todo esto no va de combatir el porno, ni el fraude, sino de controlar por completo a los ciudadanos. Y el control se consigue si no hay nada que hagan los ciudadanos que no lo sepa el gobierno. Nada que no prevea la Agenda 2030, por otro lado, avisados estamos.
Desde luego hay quien ingenuamente piensa que tampoco está mal que el gobierno sepa todo lo que hacemos. Que eso redunda en favor de nuestra seguridad. Si no vas a hacer nada malo, ¿qué problema hay en que te vigile el gobierno? Pues el problema, nada menos, es a qué llamamos “malo”. ¿Y si lo que el gobierno llama “malo” no es lo mismo que nosotros llamamos malo? ¿Considera bueno el gobierno criticar al gobierno? ¿Y si lo que hoy dice el gobierno que es bueno mañana dice que es malo o viceversa? ¿Es malo leer libros que acaso el gobierno tilda de heteropatriarcales, ultraderechistas, insolidarios, ecoinsostenibles, xenófobos o antianimalistas ? ¿Para cuándo otro carnet limitando el acceso a la lectura de digitales y pseudomedios? Por supuesto será el gobierno el que decida lo que son digitales y pseudomedios. Que el gobierno pueda controlarnos totalmente a ver si hacemos algo malo, y que al mismo tiempo el gobierno pueda decidir todo lo que es bueno o es malo, no sólo es un problema, es una amenaza difícilmente igualable por otra.
Centrémonos sin embargo en el asunto del porno, que a fin de cuentas es a lo que se supone que se refiere fundamentalmente este asunto del pajaporte. Aquí lo que se plantea no es que el porno o el onanismo estén mal, sino que que alguien pueda ver porno o hacerse pajas sin control gubernamental. El pecado no es ver porno, es hacerlo sin el control del gobierno. Esto por tanto no es una lucha contra los efectos nocivos del porno. Por otra parte, al mismo tiempo que el gobierno impone un pajaporte o una cartilla de racionamiento del porno a los adultos, bajo el pretexto de que es para proteger a los niños, alecciona a los niños en los colegios en las prácticas masturbatorias como algo sano, deseable y beneficioso. ¿En qué quedamos entonces que estamos?
El gobierno asegura que el “pajaporte” garantiza la privacidad del usuario, pero esta pretensión resulta extraordinariamente ridícula. ¿Cómo va a garantizarse la privacidad de un sistema en el que hay que identificarse personalmente con el DNI para acceder a los contenidos? ¿Cómo se va a llevar el cómputo de las veces que se accede a los contenidos si no se puede identificar al usuario? Otra cosa es que el gobierno asegure que sólo el gobierno tendrá acceso a los datos pero, en el fondo, ¿quién garantiza que como vemos mil veces no pueda haber una filtración? ¿Qué juez puede estar seguro de que no se filtren sus datos si, por ejemplo, se le ocurre investigar a la mujer del presidente del gobierno? Y en el fondo, ¿que peligro puede haber mayor a que tus datos los tenga el gobierno?
Por supuesto queda por señalar el absurdo de la paja 31. ¿Qué criterio científico establece que esté bien ver porno 30 veces al mes pero que la paja 31 sea en cambio un grave peligro? ¿Qué tiene de particular la paja 31? ¿No parece esa entonces justo la paja interesante? ¿No hay forma, con este gobierno que todo lo puede, de pasar directamente de la paja 2 a la 31? A la declaración de rentas y bienes de los diputados, ¿no debería añadirse una declaración sobre el uso del pajaporte para que todos podamos sentirnos más seguros sabiendo en manos de quiénes estamos? Lo cierto es que al ministro Escrivá no le falta razón en cuanto a que sea un problema el acceso de los niños al porno. El punto es que a lo mejor, en vez de inventar más aplicaciones informáticas de dudosa utilidad para controlarnos, antes de luchar tanto para desmantelar y desacreditar la educación tradicional deberían haberlo pensado un poco.
