Mpabbé no es demasiado demócrata

Mbappé, una de las estrellas futbolísticas del momento y jugador de la selección francesa, que disputa la Eurocopa en estos momentos, ha aprovechado precisamente una rueda de prensa de su selección para expresar sus fobias políticas hacia la “extrema derecha” de Marine Le Pen. Como todo el mundo sabe, Macrón ha convocado elecciones generales en Francia como consecuencia de los resultados de las elecciones europeas. Es por tanto en este contexto en el que Mbappé ha declarado que “La situación es única, por eso quiero dirigirme a todos los franceses. Hago un llamamiento a los jóvenes para que vayan a votar. Vemos que los extremos están a las puertas del poder, y tenemos la oportunidad de elegir el futuro de nuestro país”. El futbolista ha puesto incluso en cuestión su deseo de representar a Francia si no le gusta el resultado electoral: “Necesitamos identificarnos con los valores de tolerancia, diversidad y respeto. Espero que aún podamos estar orgullosos de vestir esta camiseta el 7 de julio. La situación es más importante que el partido de mañana. No quiero representar a un país que no se alinee con nuestros valores”.

Las palabras de Mbappé nos colocan ante la realidad de que la situación de división y crispación que vivimos en España no es un suceso particular. Está sucediendo lo mismo en Francia y en muchos otros lugares. No nos aqueja una chifladura particular, estamos ante un mal extendido. No nos van a salvar desde fuera de un mal que es ya general. El muro de Sánchez no es especial, la izquierda levanta en todas partes un muro contra cualquiera que le dispute la superioridad.

Que Mbappé vote a unos o a otros en realidad daría igual. Lo grave llega en el momento en que dice que quiere representar a Francia y llevar con orgullo la camiseta nacional sólo según quién gane las elecciones. De este modo la ideología política se convierte en algo más importante que la patria. Compatriota es el que piensa como yo. Sólo soy patriota cuando gobiernan los míos. Me sobran la mitad de los compatriotas.

Un planteamiento como este no sólo es antipatriótico sino antidemocrático. Mbappé pronuncia estas palabras aludiendo a la tolerancia y al respeto, pero en realidad el intolerante es él. Mbappé no cabe en la misma camiseta o la misma bandera que quien no piensa como él.

Se trata también de un planteamiento antidemocrático porque implica cuestiona el sujeto de derecho, o sea la nación, si la nación no piensa lo que yo creo que debe pensar. Poner en cuestión el sujeto de derecho según lo que piense la mayoría es negar la democracia. Si votamos ir al cine o al fútbol y te vas del grupo porque sale cine en vez de fútbol, no eres un demócrata. No aceptas el resultado más que cuando estás de acuerdo con el resultado.

Lo que diga Mbappé en el fondo es irrelevante, si no fuera porque lo que dice Mbappé no es más que el reflejo de una corriente general preocupante. Decíamos que las palabras de Mbappé revelan que la división y los muros no son un problema particular de España, y sus palabras respecto a sólo sentir la patria según quién gobierne tampoco son una ocurrencia singular. De este modo, el PSOE homenajeaba hace unos días a Amparo Rubiales, una de sus militantes históricas, la cual precisamente hacía referencia a este mismo asunto de la patria y la militancia, declarando que ella de ser patriota de algo sería patriota del partido, y que su patria es el PSOE porque es una patria elegida.

Al parecer, para Rubiales o Mbappé lo malo de la patria, en vez de lo bueno, es que la patria pueda ser diversa. A contrario sensu, lo bueno del partido sería ser un conjunto en el que todos piensan lo mismo. Un conjunto uniforme, monolítico, sin discrepancias, sin diferencias de opinión. El que piense diferente es expulsado. No forma parte del partido (ni de la patria). Así funcionan los partidos En el partido, por otro lado, ¿todos piensan lo mismo que quién? Lo mismo que el jefe del partido. Que Sánchez en este momento, por supuesto. Naturalmente para pensar lo mismo que el jefe en realidad no hace falta pensar. De hecho para pensar siempre lo mismo que el jefe y lo mismo que el partido pensar por uno mismo es más bien un obstáculo que otra cosa. O sea, un partido a lo mejor no es tanto un sitio en donde todos piensan lo mismo como un sitio en el que nadie piensa salvo acaso el que lo dirige, a menudo ni siquiera el que lo dirige.

Identificar patria y partido es una cosa que precisamente ha caracterizado a los nazis y comunistas. Malamente es por tanto alguien que lucha contra el fascismo o contra los extremismos si utiliza este discurso. El problema es que pertenecer a una patria no es libre. Si identificamos patria con partido, pertenecer al partido se vuelve obligatorio. ¿Qué hacemos con la patria y con todos los que no piensan igual que el partido cuando patria y partido se convierten en lo mismo?

Otro ejemplo de identificar patria y partido podría ser el de ETA. En teoría la ETA nace por amor a la patria vasca y el pueblo vasco, para defender a los vascos. En la práctica, ETA consideraba objetivo militar al 75% de los vascos. El 75% de los vascos pertenecían a un grupo del que, si alguno moría por un tiro en la nuca o un coche bomba, no procedía una condena. En nombre de la defensa de los vascos un 75% de los vascos eran asesinables. Pero amaban mucho a los vascos, siempre que fueran vascos que pensaran como ellos. Esta gente es por cierto la que a fecha de hoy sostiene el Gobierno de Navarra y el Gobierno de España. La que garantiza estar en el lado correcto del muro. La que encabeza la lucha contra el peligro extremista.

Por esto precisamente interesa quizá reivindicar el concepto de patria frente al concepto de partido. En la patria cabemos todos. En el partido sólo los que piensan lo mismo que el jefe o el politburó dirigente.

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