Las elecciones europeas son unas elecciones duras y son unas elecciones importantes. Son importantes, porque casi todo lo que se hace en España ya no se decide en España, sino que viene ordenado desde Europa. Tenemos por tanto dos problemas si creemos que las elecciones europeas no son importantes: primero lo poco que se decide todavía en España, y segundo lo inconscientes que somos de ello. Es importantísimo por consiguiente qué tipo de mayorías se conforman en el Parlamento Europeo tras las elecciones del domingo. Las elecciones del domingo son la pequeña ocasión que se nos concede de influir un poco en Europa frente a todo lo que la UE influye constantemente sobre nosotros.
Son unas elecciones duras, particularmente para la derecha, porque el sistema de voto es el de circunscripción única y representación bastante proporcional. Es decir, en virtud de la Ley D´Hondt y del sistema de reparto de escaños, podía pasar en unas elecciones generales en España, como de hecho ha sucedido en muchas ocasiones, que el PP obtuviera una mayoría absoluta con menos del 45% de los votos. Pero aquí el resultado va a ser un reflejo más proporcional del electorado, si bien matizado por el limitado número de escaños y la proliferación de partidos. La derecha no nacionalista nunca ha conseguido en España en ninguna elección el 50% de los votos. Nos sorprendemos de la resistencia al desgaste de la izquierda pese a la vileza de sus acciones, los resultados de sus políticas y la hipocresía de su discurso, pero a veces no nos damos cuenta de la mayoría social de la que la izquierda disfruta, o por lo menos ha disfrutado hasta ahora. Una mayoría social por otro lado lógica si controla completamente los medios, las producciones audiovisuales, la educación y el mundo de la cultura. O revertimos esa mayoría social o será difícil cambiar las cosas. La buena noticia es que esa mayoría social izquierdista se va erosionando. Pero no podemos permitir que deje de caer la gota sobre la roca.
Las encuestas, aunque benditas sean las encuestas, pronostican un vuelco sobre la mayoría de 2019, cuando en las europeas de aquel año el PSOE y Podemos alcanzaron los 26 diputados de 54, frente a los 22 de PP, VOX y Ciudadanos.
Ahora las encuestas otorgan al PSOE+Podemos+Sumar 25/26 diputados de 61. Por su parte, el PP y VOX más el partido de Alvise sumarían hasta 31 de 61.
Cabría recordar que en las elecciones europeas de 2014, cuando todavía no existía VOX, el voto del PP+UPYD+Ciudadanos se quedó en el 35,76%. El PP+UPYD+CS obtuvieron 22 diputados de 54 en una de las ofertas electorales menos derechizadas de la historia. Cuando decimos que las elecciones europeas son duras, no es una exageración.
Una victoria por la mínima del bloque sanchista constituiría un serio avisto por parte del electorado viendo de qué resultados venimos en las pasadas elecciones europeas, conseguir por tanto un resultado en el que la oposición consiguiera la mayoría frente al sanchismo sería un hito importantísimo. Esto ya no sería un toque de atención sino una señal determinante para Sánchez. La validación o rechazo de la amnistía o de los recortes a la independencia judicial o la libertad de prensa que anuncia Sánchez no se ha producido en las elecciones catalanas, sino que en todo caso vendría en las elecciones europeas. Frente a otras citas con las urnas, incluyendo autonómicas y municipales, la elecciones europeas son unas elecciones nacionales. El domingo por tanto nos enfrentamos ante una toma de temperatura real del clima político al conjunto de los españoles. Y además estamos decidiendo cosas importantes. Si encima se castiga a Sánchez, puede ser un gran lunes.
