De ruinas y comercios cerrados. De ayuntamientos limpios, insolidarios y explotadores. En nuestra sociedad hay ciertos temas tabú para algunos estratos de población superficial. Por ejemplo, es absolutamente impresentable el hablar, en foros pijos, de algo que tenga que ver con la muerte, con la cárcel, o con desgracias humanas cercanas. En definitiva, nada de nada que no sea buen rollito y ja, ja, ja. Así manteniendo esta apariencia de normalidad y con lo feo oculto; es mucho más fácil el mantener una conciencia impía, aun no haciendo nunca nada positivo por absolutamente nadie. En este sentido, diré, que son las apariencias lo que más importa a nuestros estamentos públicos y a sus responsables. Pues con buenas apariencias, que falseen adecuadamente la dramática realidad, eximen sus responsabilidades y cosechan más futuros votos que les perpetúen en sus rentables poltronas. Por otra parte, tienen nuestros ayuntamientos –sobretodo- tal dependencia de la clase de trabajadores autónomos y pequeños empresarios, que hasta después de muertos y arruinados pretenden seguir ordeñándolos y sangrándoles hasta la sublimación. Después de utilizar los últimos y mermados recursos estatales, en cambiar miles de kilómetros de aceras, a nivel nacional –aceras que, en muchos casos conducen a ninguna parte; esto es a comercios cerrados. Salta el ayuntamiento de Estella con una nueva normativa: obligar a los propietarios de los comercios urbanos cerrados –por ruina, en la mayoría de los casos- a que mantengan limpias sus fachadas. Estos señores públicos, no han quedado contentos con no hacer nada para ayudar a los comercios tradicionales y urbanos de su ciudad –no tienen otros-, frente a la invasión de grandes comercios foráneos, propiedad de internacionales. Lo que ha provocado una situación –pese a la crisis- de ruina urbana: Locales que eran la garantía de una digna jubilación de sus ocupantes infravalorados; mas paro, en el peor de los casos, y un considerable descenso en la retribución del puesto de trabajo y la calidad de vida de los empleados de comercio; así como de la de los habitantes de la ciudad – Sres. clientes. Sin embargo, con esta medida, pretenden trasladar a la ciudadanía la sensación de que no hubiese pasado nada, limpiando el futuro geto y sin ningún costo suplementario –lo paga el excomerciante. Una idea: Se podría obligar a estos mismos propietarios de comercios cerrados, además de pagar la contribución religiosamente y mantener los locales perfectamente limpios y en estado de revista –el ayuntamiento revisa periódicamente con sus funcionarios-, a permanecer durante las dos horas de mayor concurrencia de publico por las calles de la ciudad, en la puerta de su excomercio, –por ejemplo: de doce a una, de la mañana y de cinco a seis, de la tarde. Desde donde deberán de saludar a los paseantes tal que así: – ¡Buenos días José! – ¡Hola doña Concha! hay que ver como a crecido la niña … Así se daría una sensación de, casi, absoluta normalidad. Eso si, sin otros comentarios, que podrían considerarse subversivos, como por ejemplo: “¡Hola Margarita! otra cosa era cuando podías comprar aquí, al pie de tu casa, el pan, la carne o las sabanas y no ahora, que por culpa de nuestros políticos, tienes que llamar a tu hijo para que te acerque en su coche al Hiper ¿verdad? “. Esto podrían considerarse injurias contra el “Estatucuo” y ser debidamente penado por la autoridad.