Al final va a resultar que la ETA tenía razón. O sea, ¿a qué se dedicaba la ETA? Pues a acabar a tiros con una serie de gente que, ahora, toda la izquierda te dice que son unos fascistas, que no hacen más que esparcir discursos de odio, que son los responsables de todos los males y hay que hacer todo lo necesario para ponerles freno. Total, lo mismo que te decía la ETA.
Qué sóla e incomprendida debió sentirse la ETA tantos años en esa cruzada contra el fascismo en la que no quiso acompañarla la izquierda. Si toda la izquierda hubiera apoyado firmemente a la ETA, ahora no tendríamos un problema con la derecha y la extrema derecha. El problema hace tiempo que habría sido “liquidado”.
En realidad, ¿se le puede reprochar a ETA que usara la violencia? Contra un gobierno fascista, ¿no es legítimo luchar como sea? ¿Acaso se puede luchar contra los fascistas cuando están en el poder organizando concursos de poemas? Es más, luchar contra un gobierno fascista no sólo es legítimo sino obligatorio. Al fascismo no se le debate, se le combate.
Lamentablemente ETA tuvo que extender sus acciones también a algunos cargos del PSOE, pero es que a este respecto no cabe sino recordar los errores del PSOE. Por un lado porque el PSOE se puso de lado de los que ahora reconoce que son fascistas y extrema derecha. ¿Dónde estaba Abascal cuando la ETA atentaba? Y por otro porque el PSOE, en vez de posicionarse contra los fascistas, no se le ocurre otra cosa que organizar el GAL contra los activistas antifascistas de ETA.
Asumiendo este marco mental en que todo lo que no es sanchismo es fascismo, discurso de odio, fango, bulo, lawfare, narcotráfico y corrupción, lo normal es reconocer que los etarras, enfrentándose contra todo eso, no eran más que luchadores por la libertad, que como dice Bildu hay que ponerlos a todos inmediatamente en la calle para reparar la injusticia que se ha cometido con ellos, y que esa excarcelación sentaría las bases definitivas del reencuentro entre el PSOE y la izquierda abertzale para deshacer un distanciamiento que nunca debió existir.
No hay nada de lo que ahora el PSOE dice contra sus rivales que no sea lo que ya la ETA decía contra ellos cuando atentaba. Es más, usaba ese discurso para atentar contra ellos. ETA no mataba porque fuera mala, sino porque la gente que mataba era fascista. Ahora el discurso de la izquierda abertzale y el del PSOE respecto a los que no están en su lado del muro es el mismo. No es la ETA la que se ha movido de su posición. Es el PSOE el que lo ha hecho a cambio de los votos de Bildu. Por eso ahora el fango no es Bildu sino que Bildu es agua bendita cristalina. Para unirse a Bildu no basta con blanquear a Bildu, esa sólo es la cara A de la moneda, además hace falta criminalizar a los enemigos de Bildu. Solo lo segundo permite conseguir lo primero. Por eso el PSOE ya habla como Bildu. Por eso ya aquí es fascista todo el mundo menos ETA. Todo el mundo menos ETA y el PSOE porque el PSOE está en la misma orilla que los votos de Bildu.
Desde los 5 días sabáticos de Pedro Sánchez el PSOE ha emprendido una carrera acelerada hacia la criminalización de la oposición. Es más, esos 5 días ya formaban parte sin duda de la operación para criminalizar a la oposición. Todo sugiere que esta deslegitimación de la oposición, de los medios y de la separación de poderes se está preparando para justificar la futura adopción de medidas extremas. No tiene sentido otra explicación.
El problema de todo esto es que resulta muy difícil mantener el discurso de que fuera del sanchismo sólo existe el fascismo sin que de ese discurso tan amoroso se acabe pasando de las palabras a los hechos, más aún viendo todo el mundo con el que el PSOE va de la mano: gente que aplaude la dictadura castrista, filoetarras, golpistas, y fugados de la justicia a los que tienes que amnistiar a cambio de sus votos. Con todos estos ingredientes resulta difícil sobrevalorar la amenaza a la libertad y la convivencia que afrontamos en este momento con este gobierno.
