Necesitamos 24 millones de inmigrantes más hasta alcanzar en 30 años la cifra de 37 millones de españoles de origen inmigrante. Este es el discurso que ahora se repite tanto para justificar las regularizaciones masivas de extranjeros y la llegada descontrolada de ilegales como para vender la «sostenibilidad» del sistema de pensiones piramidal.
Obviamente a la vista de las propias cifras que publican los ideólogos progresistas está claro que no nos encontramos ante una sucesión generacional de la población sino ante una sustitución poblacional. Esto no es ser racista sino describir la situación. Tampoco es todavía emitir una valoración, sino meramente radiografiar la realidad. La gran cuestión quizá no es si nos enfrentamos sólo a una sustitución poblacional, sino también a una sustitución cultural. ¿Va a seguir siendo España lo que es pero con población inmigrante o va a convertirse en algo irreconocible? ¿Algo mejor o peor de lo que tenemos? ¿Podemos acabar convertidos por los inmigrantes, irónicamente, en el lugar del que por la violencia o la falta de oportunidades se han tenido que marchar? ¿Qué clase de inmigración afrontamos? ¿Una que considera atractivo nuestro modo de vida y busca adaptarse a él o una que pretende replicar el modo de vida del lugar del que procede? ¿Estamos acogiendo inmigrantes que incluso odian nuestro estilo de vida? ¿Tenemos el deber de acogerlos y ellos no tienen ninguna responsabilidad ni deber de adaptación?
Lo que desde luego parece discutible es que no nos encontramos ante una mera simbiosis. O sea, una relación en la que las dos partes salimos beneficiadas sin perjuicios para ninguna, en la que lo ofertado por una de las partes encaja con absoluta precisión con todo lo demandado por la otra. Esta forma de presentarnos las cosas, por más que falsa, se repite constantemente. Una de las pruebas de su falsedad es que, según los datos del INE, hay en España 674.000 parados de origen extranjero. ¿Cómo vamos a necesitar 24 millones de inmigrantes más si ya tenemos 674.000 en paro? Leyendo algunos análisis parece que España no es capaz de encontrar trabajadores para todos los empleos que genera, pero como vemos eso esta lejos de responder a la realidad. Si no eres capaz de generar 24 millones de empleos, tendrás 24 millones de parados. ¿Cómo vamos a generar 24 millones de empleos si no somos capaces de generar ni 674.000? ¿En qué momento eso va a ser la solución a nuestros desajustes y va a generar una gran prosperidad? ¿Y si en vez de 24 millones vienen 48? ¿Y si vienen 48 millones de inmigrantes saltando una valla pero ninguno es médico, informático, químico o ingeniero aeroespacial?
Tendremos legiones de parados y al mismo tiempo no podremos cubrir los puestos de trabajo que exijan alguna cualificación. Y los problemas de inseguridad, ¿cómo los vamos a afrontar con varias decenas de millones más de inmigrantes? ¿Nos van a pagar las pensiones ellos a nosotros o les vamos a tener que ofrecer nosotros a ellos ya de entrada y sin que la hayan pagado sanidad y educación? Antes de regularizar a 500.000, ¿no tendríamos que haber encontrado primero empleo para esos 674.000? ¿Se va a solucionar el problema regularizando a 500.000 inmigrantes o al poco tiempo tendremos que regularizar a otros 500.000, y al poco a otros 500.000, y al poco a otros 500.000? Políticamente, ¿no es esto una forma de influir sobre el resultado electoral influyendo sobre el censo? Y finalmente, ¿hacerse todas estas preguntas es racismo o sentido común?