Bulo, y la izquierda lo repite todo el tiempo, es decir que VOX es un partido fascista

Sin duda tenemos un problema con los bulos, el embarramiento de la política, la desinformación y la máquina del fango. Lo que pasa es que la dirección del problema no es a lo mejor la que pretende la izquierda. ¿De dónde viene el embarramiento? ¿Quién utiliza sistemáticamente el bulo como instrumento?

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VOX, por ejemplo, tiene que soportar constantemente el ser denominado como partido fascista, racista o machista, ¿pero en base a qué realidad? ¿Cuándo ha dicho VOX de sí mismo que es un partido fascista? ¿En qué momento se ha presentado como tal? Lo que sí hemos visto todos es a Pablo Iglesias con una bandera de la URSS, o a Yolanda Díaz tuiteando la grandeza de Fidel Castro, o al ex ministro Garzón cocinando con un chándal de la RDA, ¿pero dónde están en cambio las fotos de Abascal con una bandera nazi o un retrato de Franco?

No es que los fascistas y nazis de verdad suelan esconderse demasiado. Por el contrario, les encanta su simbología, su parafernalia, el saludo con el brazo en alto, las banderas, los desfiles, los uniformes, las antorchas, las demostraciones masivas de fuerza… Pero olvidémonos del envoltorio y el etiquetado y juzguemos la cosa por su naturaleza y composición. Dos de las características fundamentales de los fascistas son el estatalismo y la colectivización. Por el contrario, VOX propone un estado más pequeño, más austero, menos intervencionista y menos regulador. VOX es también un partido que defiende los derechos de la persona frente al rodillo colectivizador. La libertad educativa es un contra ejemplo bastante evidente de ello. ¿Qué clase de fascista defiende la libertad educativa de las familias? ¿En qué estado fascista o en qué dictadura de cualquier signo hay libertad educativa? Se parece mucho más al fascismo la política educativa de todos los demás que la de VOX.

Cuando existe una verdadera amenaza fascista, son los rivales de los fascistas los que tienen problemas para poder defender sus ideas con normalidad. Por el contrario, aquí es VOX el que frecuentemente no puede celebrar un mitin o colocar un puesto en la calle con normalidad. Son los rivales de la izquierda o de los nacionalistas los que no pueden expresarse en este país o celebrar actos políticos con normalidad. Si la violencia política contra el rival es una característica típica del fascismo, fascismo no es VOX sino lo que padece VOX, o lo que padecen los no nacionalistas en Cataluña, País Vasco y ciertas zonas de Navarra. Fascismo es lo que tiene que sufrir VOX cuando intenta celebrar un mitin en Vallecas, en Salt o en Bilbao.

Naturalmente una de las prioridades de un partido fascista es controlar el poder judicial. No se puede imponer el fascismo mientras los jueces sean independientes del gobierno. En una dictadura los jueces tienen que ser una mera prolongación del poder ejecutivo. Sin embargo, VOX defiende la independencia judicial y que no sean los partidos ni el gobierno quienes decidan la mayoría de los magistrados del Constitucional o del Consejo General del Poder Judicial. En ninguna parte se ha visto a unos fascistas defender la independencia de los jueces. No todos los que persiguen la colonización gubernamental de la justicia son fascistas, pero no hay fascista que no persiga el control de la justicia, igual que no hay demócrata que sí lo persiga.

 

El control de los medios de comunicación es otra de las obsesiones de los fascistas. Ningún fascista defiende tampoco la libertad de expresión. Un fascista no tolera los medios críticos e independientes. Un fascista tratará de calificar como bulos y desinformación todas las publicaciones que le perjudiquen, para así justificar el control y la persecución de los medios que las publican. Una vez más por tanto el retrato robot del auténtico fascista le encaja mucho mejor al gobierno y sus satélites que a VOX.

A nadie se le escapa que otra de las obsesiones de los neonazis son los judíos. Sin embargo, si alguien todavía anhela el exterminio de los judíos lo suyo en este momento sería apoyar al gobierno, una de cuyas ministras apoya abiertamente la desaparición total de Israel. Si para encontrar a un nazi camuflado hay que buscar a un tipo que defiende el estatalismo, el colectivismo, el control de la justicia y la persecución de los medios críticos, o que practica la violencia contra sus rivales políticos y que odia a los judíos, aquí a lo mejor efectivamente encontramos a mucho nazi camuflado pero que, salvo para lanzarle piedras, no está en los alrdedores de VOX.

Por lo que se refiere a la inmigración, posicionarse a favor del control de la inmigración no es una cuestión de racismo sino de sentido común. El Congreso acaba de aprobar la regularización de 500.000 inmigrantes ilegales, pero eso no es un punto final al problema. A continuación vendrá otro paquete de otros 500.000, y después otro, y después otro. ¿Tiene sentido aprobar otro paquete de 500.000 antes de que se haya conseguido colocar en el mercado laboral a esos primeros 500.000? Con 2,7 millones de parados, maquillaje incluido, y 1,7 millones de personas necesitando el Ingreso Mínimo Vital para subsistir, ¿cuantos cientos de miles o millones de inmigrantes más pueden absorber la sociedad española o el mercado laboral? ¿Cuántos millones más de inmigrantes podemos recibir sin saturar nuestra capacidad de asimilación, sin crear guetos, sin que aparezcan zonas no-go y sin que se genere un grave problema de seguridad? Estar a favor de que se expulse de España a los inmigrantes que delinquen, ¿es estar en contra de la inmigración o de la delincuencia? No querer ver el aumento de la inseguridad provocado por la inmigración descontrolada, en buena medida teniendo como víctima principal a la mujer, ¿es no ser racista o ser un completo irresponsable? Donde sí hay un ascenso de verdad de partidos de extrema derecha como reacción a una inmigración descontrolada, ¿qué grado de responsabilidad en ese ascenso tiene la izquierda? Controlar la inmigración no sólo no es una política fascista, sino un freno al posible ascenso de formaciones fascistas. Es la izquierda con el caos migratorio y la inseguridad que genera la que está abonando el ascenso de formaciones de tipo fascista. Irónicamente, como estamos viendo estos días, VOX será muy racista pero si algún candidato a presidir la Generalidad representa la mezcla racial es el candidato de VOX.

Así las cosas, si hay un bulo en los medios y la política española que no sólo se repite constantemente, sino que se encuentra bendecido y normalizado, es el de que VOX es un partido fascista. VOX no sólo es una fuerza sistemáticamente calificada por casi todos los medios como “ultra” sino que además es la única fuerza que recibe este calificativo, como si sólo se pudiera ser “ultra” por la derecha cuando tenemos un gobierno sostenido por todas las fuerzas ultraizquierdistas. Resulta paradójico por tanto que quienes se rasgan las vestiduras hablando de bulos utilicen los bulos sin ningún escrúpulo para tachar a VOX de fascista. ¿Y por qué este interés en tachar a VOX de fascista en vez de alegrarse de que no lo sea? Pues porque tachar a alguien de fascista es el paso previo necesario para justificar su cancelación. Lo de menos es que sea verdad. Si la izquierda y el nacionalismo pueden convertir en apestados al 10% de los electores o desactivar 50 diputados de la oposición, se aseguran poder gobernar para siempre. Esto es por tanto lo que hay en el fondo detrás del bulo normalizado según el cual VOX es un partido fascista: un intento de la izquierda y el nacionalismo de perpetuarse en el poder y de justificar cualquier medida contra la oposición.

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