Nos dicen que los impuestos sirven para pagar la Sanidad y la Educación, y eso parece justificarlo todo. Justifica que los impuestos sean del 50%, o del 75%, o ya puestos del 100%. Como si los países en los que el estado se queda todo fueran los que tienen mejor Sanidad y Educación. Y por supuesto ese mantra justifica también la mala gestión. Cuando al gobierno le falta dinero, en vez de gestionar mejor nos sube los impuestos a los españoles diciendo que es para Sanidad y Educación. En parte es culpa de los políticos, pero en parte también es culpa nuestra que compramos el argumento y no somos exigentes con la gestión.
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Si el gobierno paga 50 euros por una mesa que vale 30, es evidente que está gestionando mal el dinero del contribuyente. Esto lo tiene más o menos claro todo el mundo. Sin embargo, si el gobierno paga a un empelado 43.570 euros en vez de 33.138 ya no tenemos claro que sea mala gestión, aunque en el fondo sea lo mismo. Pagar 43,5 euros por una mesa que vale 30,2 es igual de mala gestión que pagar 43.570 euros por un trabajo que vale 33.138 euros. 43.570 euros es el sueldo medio de los funcionarios navarros y 33.138 euros el salario medio del resto de los navarros.
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— Diario de Noticias (@NoticiasNavarra) May 6, 2024
Cuando por tanto se nos dice que el dinero de nuestros impuestos tenemos que pagarlo con alegría, o que tenemos que pagar todavía más porque es para Sanidad y Educación, es preciso matizar que el gasto principal del gobierno ya son los gastos de personal, que en los Presupuestos Generales de Navarra los gastos de personal van a superar este año los 2.000 millones de euros, y que los gastos que paga el gobierno al personal son un 30% superiores a los que cobra la gente que no trabaja para el gobierno.
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¿Seremos acaso muy malas personas por no alegrarnos de lo que cobran los funcionarios? Pues no tan malas, porque las personas se dividen entre aquellas cuyos ingresos van en parte a las arcas del gobierno y las que cobran del gobierno. Lo que cobran de más los segundos lo hacen a expensas de los primeros. El crecimiento de los salarios, también el de los salarios públicos, no puede vivir en una burbuja paralela sino que debe ser proporcional al aumento de la riqueza del país y proporcional al crecimiento de los salarios en general.
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