La última voz que ha puesto en Navarra el dedo sobre la llaga de la fiscalidad ha sido José Domingo Ampuero, el presidente (ahora ya no ejecutivo) de Viscofán.
El presidente de Viscofan: "A Navarra no quiere venir a trabajar ni Blas: el IRPF es una catástrofe"https://t.co/87vBF7cp7k
— Diario de Noticias (@NoticiasNavarra) April 18, 2024
No es la primera vez que Ampuero señala este problema, pero esta vez lo hace pocos días después de que se haya conocido el dato de que en el último ejercicio fiscal Navarra haya perdido 56 contribuyentes con patrimonio de más de 3 millones de euros, y que en 3 años hemos pasado de tener 397 contribuyentes con más de 5 millones a tener sólo 144.
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Literalmente el presidente de Viscofán, una de las empresas más importantes de Navarra, advierte de que el IRPF en Navarra “es una catástrofe” y que “a Navarra no quiere venir a trabajar ni Blas”, naturalmente entre la gente con altos salarios. El problema en que en España en general, pero en Navarra en particular, hemos demonizado por completo a la gente con altos salarios, como si fueran ladrones y criminales. El problema es que la gente con más talento cobra salarios altos. Si pensamos en Mbappé o en un futbolista tenemos bastante claro que el talento se paga, pero que el talento genera ingresos. Sin embargo, fuera del ámbito del fútbol parece que no hay que pagar por el talento o que los equipos juegan lo mismo con plantillas con talento que sin talento, sea el campo el de la empresa, la ciencia, el deporte o el derecho. Navarra se ha convertido en una tierra hostil al talento, salvo a los talentos que no se pagan. El problema es que al menos en el mundo de la empresa normalmente se puja por el talento y Navarra se queda fuera de la puja por su fiscalidad descabellada.
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Tenemos un gobierno que seguramente es el reflejo de una sociedad que por un lado quiere que el estado del bienestar lo paguen los ricos, pero por otro quiere maltratar y espantar a los ricos, y también quiere ser un territorio próspero y pujante, pero poniendo barreras a los talentos empresariales porque el talento se paga. El resultado es que estamos estancados, que nos va adelantando todo el mundo, que la gente con más talento y patrimonio se marcha, y que nuestro odio a los ricos nos conduce a una sociedad en la que al ser todos pobres nos querremos todos mucho, o en la que al menos no odiaremos a nadie por ser rico porque no habrá ninguno.
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