Hoy en día, vivimos en un mundo donde tristemente los fieles católicos nos encontramos perseguidos de forma revolucionaria por numerosas razones. El delirio hamasiano, la violencia jovenlandesa o el sectarismo que nos imponen los burócratas de Bruselas pueden ser posiblemente las primeras razones que se nos vengan a la cabeza. No obstante, tampoco podemos olvidarnos de la fortísima represión que nuestros hermanos sufren en tiranías marxistas tales como Cuba, Nicaragua, China o Norcorea. Debo admitir, que ver recientemente a todo el armesillismo dándole voz en Salamanca a cierto estómago agradecido proveniente de Pyongyang (si bien con raíces de la antigua Tarraco), fue cuanto menos una humillación, así como una falta de respeto a tantos mártires que la hoz y el martillo han aplastado solo por seguir las enseñanzas de Cristo Rey.
Sin embargo, aunque se podría pensar que la Cristiandad lo tiene fácil para hacer un frente común ante tales amenazas, dígoles que desde hace algún tiempo tristemente noto el crecimiento de una corriente interna que me preocupa. Cada vez percibo a más creyentes que, dejándose abducir por ejemplo por ciertas sectas buxadianas con nombre de monte madrileño, han olvidado el significado de la propiedad privada, un pilar fundamental que Dios Padre nos enseñó al entregarnos los Mandamientos: “No robarás” “No codiciarás la casa del prójimo”. El conerrismo se dedica a atacar al caucus paleolibertario porque saben que defendemos la esencia de la fe católica, que no es otra que el cumplimiento de los deseos de Jesús para cada uno de nosotros. Y ese deseo pasa por fomentar el patriotismo, legitimar la libertad económica de los individuos, y garantizar la universalidad de la Cruz.
Llevo un tiempo investigando las paranoias de esta gente, y parece estar de moda por parte de estos peligrosos turulecos atribuirse ambiciones sobrenaturales, véase el rosario que han organizado dedicado a la suicida Sancta Mater Felisa Turuleta. Sus voceros han olvidado que las canonizaciones y las beatificaciones solo le corresponden a la Iglesia, y aparentan querer adueñarse del lugar de Dios en el mundo. O también les parece normal la difusión de contenido personal al no respetar como digo, ni el derecho a proteger lo propio, ni el crecimiento de las naciones basado en la libertad de empleo y comercio. Pues anúncioles que el caucus paleolibertario continuará su función de evangelización en base a los verdaderos propósitos del Santísimo, deben ser conscientes de que nunca nos detendrán pese a sus continuos intentos de amedrentarnos.
¡VIVA LA LIBERTAD CARAJO!
