Hoy es miércoles 28 de diciembre. En países como España, más de uno considera que, en estos tiempos, el día solo es importante en función de las ganas que uno tenga de «bromear» con las llamadas «inocentadas». No obstante, no es así. Hay una importancia espiritual y trascendental.
Recordamos, en conformidad con el Evangelio de Mateo (cap. 2, v. 13-18) la orden del Rey Herodes para asesinar, en Belén, a los niños menores de dos años. Así lo anunció un ángel del Señor, en un momento en el que ya habían transcurrido unos días tras la venida del Niño Dios.
Así pues, sirve perfectamente la ocasión para recordar, con algo más de especial atención, a los millones de personas que, en el orbe, son víctimas legales de las políticas de exterminio relativista, de la cultura de la muerte. Incídase en el término «legal» por cuanto y en tanto esta práctica es permitida por buena parte de las representaciones del estatismo.
Ante ello, distintas movilizaciones virtuales y físicas han sido convocadas en el día de hoy, algunas de ellas, ante los mal llamados «abortorios» (por ejemplo, llamadas a la oración, para la correspondiente intercesión). Pero aquí se quiere poner el acento en una muy concreta que, para bien, la atención ha llamado.
Esta mañana, la Cuenca de Pamplona, precisamente, el municipio de Ansoáin, ha amanecido con una variedad de cruces de madera frente al centro de exterminio de fetos de esta localidad, en base a la primicia informativa de la que se ha podido disponer en relación a este suceso.
Se recuerda que, en los últimos tiempos, más de siete mil niños no nacidos han perdido la vida en el vientre materno, por culpa de los mecanismos abortistas. El gobierno foral consiente esta práctica igualmente desde hace años, sin ayudar a la madre gestante ni establecer otras estrategias disuasorias como el ultrasonido.
La noticia ha sido recibida con asombro positivo por cuanto y en tanto se celebra que haya navarros con capacidad de reacción frente al Mal. Los estratos de la sociedad han de librar la necesaria batalla cultural y espiritual para que la soberanía política proteja al nasciturus así como al resto de personas hasta la muerte natural.
2 respuestas
Europa en general y España en particular, hace años que se han puesto manos a la obra en la reducción de la natalidad con el eficaz apoyo de sus leyes abortistas, todo un síntoma indicativo de nuestra descomposición moral. Y es que, según pregona la Dra. Jane Goodall, mensajera de la paz de la ONU, protectora de los simios y activista medioambiental: “No podemos escondernos del crecimiento de la población, porque eso supone una cantidad de otros problemas. La cuestión medioambiental no sería problema si el tamaño de la población fuera el mismo que hace 500 años”. (La población mundial hace 500 años rondaba los 480 millones; hoy somos 8.000 millones de personas en el mundo. Ahí queda el tamaño de la barbaridad propuesta por Dña. Jane, esta fanática animalista).
Hablado de animalismo, este es precisamente otro de los factores suicidas que nos afecta. Nos han hecho creer, y hemos tragado el anzuelo de la mentira, que nuestros problemas cotidianos tienen la misma relevancia que los problemas de otros seres vivos en el planeta. Así llegamos al punto de que cada año, el mundo rico se gasta casi 150.000 millones de euros en pienso para mascotas y 112.000 millones de euros en cosméticos y maquillaje para esos animales.
Para colmo, va el nefasto Pedro Sánchez y pone en marcha un Ministerio con su Dirección General de Derechos de los Animales, el mismo rango (Dirección General) que tienen la infancia y adolescencia o las personas con discapacidad. Ya saben, hay que tratar “en igualdad”, sin distinción, a las personas y a los animales.
Como decía el escritor Juan Manuel de Prada, hoy en día “tiene muchas más posibilidades de sobrevivir un hombre haciéndose el mono que un mono haciéndose hombre”. Y es que, con el auge de los movimientos animalistas se está consiguiendo un doble efecto contradictorio: no se termina de lograr la humanización de los animales, pero se está consiguiendo animalizar a las personas.
Esta claro que nos vamos a extinguir, por idiotas. Y como siempre habra el tipico tonto que dice que su perro le da mucho amor, y no se da cuenta que el perro es un aprovechao de tomolomo.