Sólo Sánchez tiene verdaderos motivos para reír

Dios aprieta pero no ahoga. De hecho, la mayoría de la España no sanchista está más cabreada que deprimida. Hay que reconocerle a Sánchez ese mérito. Lo cierto es que resulta complicado buscarle el lado positivo a la investidura de Sánchez pero no resulta del todo imposible. Sánchez engaña a todo el mundo, y también a sus socios.

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Respecto a la amnistía no cabe duda, esta es una concesión ilegal e inconstitucional que el PSOE va a conceder a los golpistas sin ningún tipo de paliativo argumental. Es una concesión especialmente grave tanto por lo que significa por su gestación como por sus implicaciones previas. Es decir, se trata de un desbordamiento legal que necesariamente viene precedido de una voladura de la división de poderes y de una colonización total del Tribunal Constitucional. Además supone la restitución de unos sujetos que han dado un golpe de estado, que no se arrepienten y que amenazan con volver a darlo. No sólo los golpistas quedan impunes aunque no se arrepientan, sino que encima cae sobre ellos una lluvia de millones, no parece lógico  arrepentirse de hacer algo por lo que te premian. La amnistía es una quiebra de la igualdad de los españoles ante la ley y finalmente es también un caso de corrupción electoral inaudita, ya que significa que unos delincuentes le compran al gobierno su amnistía a cambio de sus votos. No hay nada normal, democrático, moral o legal en ninguno de los comportamientos descritos.

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Algo parecido puede decirse de la condonación de 15.000 millones de la deuda del FLA con Cataluña. El caso se parece al de un grupo de 17 amigos que quedaran para ir a cenar a un restaurante, pero después a la cena sólo fueran 14 de ellos. Además, al final de la cena resulta que lo que ha pedido uno de los comensales representa el 40% de la cuenta. El acuerdo del PSOE con Puigdemont, se mire como se mire, implica una injusticia similar a repartir la cuenta a partes iguales entre los 17  amigos, para beneficiar al que pidió un besugo en vez de tortilla de patata como el resto.

Por otro lado, siendo todo lo anterior gravísimo, realmente el PSOE tampoco se ha comprometido a mucho más con los nacionalistas. Al menos en lo que se ha hecho público. O sea, todo el resto de los acuerdos con Junts o con ERC, o con el PNV son literatura. El PSOE se compromete a hablar de todo, a dialogar con todos, a poner todos los temas sobre la mesa, a crear mesas, a invitar observadores a las meses, a darles vueltas a las mesas… a nada, en definitiva. Es de temer que pasarán varias décadas y Rufián seguirá sin su república siendo un diputado español más, atrapado en el día de la marmota y apenas consolado por su sueldo opresor de 6 dígitos. La pregunta es quién saldrá primero de la ensoñación, si él o sus votantes… o ninguno.

Aunque nos hemos centrado totalmente en la indignación propia, lo cierto es que dentro del nacionalismo, fuera de la militancia de estricta sumisión norcoreana, existen algunas reservas respecto a los acuerdos. Puigdemont y su gente han resuelto su situación personal, pero no han conseguido nada que no tuvieran ya en 2017, salvo el compromiso de hablar, y hablar, y hablar. Puigdemont va a volver de Bélgica amnistiado, pero sin ninguna conquista soberanista bajo el brazo. Perdida su condición de perseguido de la justicia, Puigdemont se convierte en un señor gris del montón con un peinado raro que se ha tirado 6 años en Waterloo para nada. El separatista de a pie ve que su voto sirve para hacer presidente a Sánchez pero sigue a la misma distancia que siempre de la república catalana independiente. De hecho esto es algo a lo que a lo mejor se tienen que empezar a enfrentar todos los nacionalistas que están sosteniendo al sanchismo. Pasan los años y para lo único que sirven sus diputados es para mantener a un socialista español en el poder, mientras la independencia siempre está igual de lejos. Bildu, aunque llame presos políticos a los asesinos de Ernest Lluch o Isaías Carrasco, es ya al final un partido español más del sistema, una parte del paisaje, que apoya traicionar a los saharauis o duplicar en los Presupuestos Generales el gasto del Ejército Español. Puede que Bildu consiga que los etarras salgan de la cárcel, y será una vergüenza, pero eso es más una cuestión moral que material la cual le da igual a Sánchez. Para Sánchez los presos de ETA y su peripecia personal, si puede sacar algo por ellos, es un asunto por completo irrelevante.

Por supuesto de cara a la nueva legislatura la configuración actual del Congreso dificulta los márgenes de maniobra de Sánchez, cuestión que una vez más es para los no sanchistas motivo de consolación. Por un lado, seamos realistas, el 80% de lo que se decide en el Congreso es la mera digestión por parte del estado español de directrices que llegan desde Bruselas para todos los estados . Es por esto mismo que a la UE le importa un pimiento la división de poderes en España, el peinado de Puigdemont o lo que condene o deje de condenar Bildu. Por otra parte, la mayoría progresista es un mito. Sánchez, que tanto presume de haber frenado a la ultraderecha, gobierna ahora con un partido que hace poco decía que representaba el lepenismo en España. El lepenismo español y el aranismo vasco son los muy progresistas socios de Bildu y Sumar, aunque Bildu y Sumar no parezcan demasiado conscientes de ello: el mayor encantador de serpientes de la historia de la humanidad se llama Pedro Sánchez-Castejón. El resultado de esto es que si, como parece probable, la constitución de todas las mesas de diálogo prometidas por Sánchez a los separatistas no pasa de ser una inacabable serie de agradables tertulias entre beneficiarios del presupuesto público, sin resultados tangibles, el PSOE se enfrentará a un bloqueo de sus propuestas difícil de soslayar, pero que le evitará por otro lado, amparado en la falta de apoyos, tener que dar carta de naturaleza a las extravagantes iniciativas legales de Podemos-Sumar. Los separatistas creen que tienen a Sánchez atrapado porque pueden paralizar el Congreso si no se aviene a sus exigencias. Por el contrario, qué más quiere Sánchez que ser investido, tener un Congreso paralizado y dedicarse a viajar con el Fálcon cuatro años más. Por un lado esto suena mal pero, pensándolo bien, cuanto menos pueda hacer Sánchez en todo el tiempo que todavía le tengamos que soportar mucho mejor para nuestra salud.

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2 respuestas

  1. Sólo espero que esta legislatura sea lo más corta posible y es la UE el único que puede acelerar ese final. Todo lo demás es tiempo perdido, desde el 11M todo es 11M

  2. Demasiado optimista, según mi criterio.No creo que sea en vano ese «hablar,hablar y hablar…».Se ha abierto la espita y puede perderse el control de lo que va a salir.Y el clima que la sola retórica ha creado ahí queda.

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