Derramar sangre por España

Entre toda la vorágine de noticias a cual más grave y alarmante, no ha pasado desapercibida pero acaso no ha merecido suficiente atención el comunicado de una asociación de guardias civiles posicionándose contra la amnistía y comprometiéndose a derramar su sangre por la Constitución. Esta noticia además ha tenido su desarrollo, cuyo último episodio es la decisión de Marlaska de expedientar a los números responsables de tamaña afirmación.

El hecho sin embargo es que la noticia y su desarrollo resulta interesante por muchos conceptos. Para empezar por lo que se refiere al origen de las afirmaciones del comunicado respecto a derramar la sangre por la Constitución. Esta referencia a la sangre no es una ocurrencia pintoresca de la asociación de guardias civiles del comunicado, sino que conecta con la literalidad de la fórmula con la que los militares juran la bandera. Actualmente, la fórmula que juran o prometen los militares es la de “guardar y hacer guardar la Constitución como norma fundamental del Estado, obedecer y respetar al Rey y a vuestros jefes, no abandonarlos nunca y, si preciso fuera, entregar vuestra vida en defensa de España”.

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No obstante, desde los 80 hasta 1999, durante casi 20 años y en plena democracia, la fórmula utilizada y que por tanto juraron muchos de los actuales militares, fue aquella por la que se comprometían a “obedecer y respetar al Rey y a vuestros Jefes, no abandonarles nunca y derramar, si es preciso, en defensa de la soberanía e independencia de la Patria, de su unidad e integridad territorial y del ordenamiento constitucional, hasta la última gota de vuestra sangre”. He aquí por tanto la referencia a la sangre que ahora tanto escandaliza. Que no es por tanto un desbarre de los guardias civiles del comunicado, sino una referencia a la literalidad  del juramento al que seguramente prestaron lealtad. Nótese también que la lealtad se comprometía antes con la Patria, su soberanía, su independencia y su unidad, mientras que ahora la lealtad de los militares se compromete con la Constitución, una referencia mucho más volátil, elástica y modificable que la de la Patria. Pero sigamos avanzando.

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LA ÚLTIMA BARRERA ANTE LA DERROTA DEL IMPERIO DE LA LEY

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Si observan ustedes la noticia que hemos enlazado de Europa Press, en ella se nos informa de que el gobierno ha expedientado a los guardias civiles de la asociación por hablar de “derramar sangre” en contra de la amnistía o en defensa de la Constitución. Este mismo entrecomillado aparece en muchas otras noticias de muchos otros medios. Sin embargo, el entrecomillado es falso. Si acudimos a la fuente original, que es el comunicado de la mentada asociación de guardias civiles, lo que en él se recuerda a los guardias civiles es “nuestro juramento ante la Bandera como militares que somos: estando dispuestos a derramar hasta la última gota de nuestra sangre en defensa de la soberanía e independencia de España y de su ordenamiento constitucional”. O sea, lo que dicen es que la sangre que están dispuestos a derramar es la suya, la mención de la sangre se refiere a la literalidad de la fórmula con la que juraron bandera, y el entrecomillado correcto es “derramar nuestra sangre”, no “derramar sangre”. Esto es importante porque al menos antes podía confiarse en que siquiera los entrecomillados de los medios eran fiables, aunque nada de lo demás lo fuera. Al final no hay noticia que no tenga que ver, porque forma parte del problema, con la falta de rigor, la subordinación al poder y el sectarismo de los medios de comunicación.

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Evidentemente no es lo mismo que unos guardias civiles hablen de derramar sangre en general que de derramar su sangre en particular. Esto último hace referencia al compromiso de sacrificarse ellos mismos por la defensa de España. Un compromiso que por otro lado no resulta extermporáneo cuando para empezar ya se han enfrentado a un expediente por simplemente reafirmar el juramento en virtud del cual se convirtieron en militares. O sea, al final el juramento va de eso, de jugársela en la defensa de España, hasta la última gota de sangre, pero también hasta el último euro del sueldo, y nadie dice tampoco que sólo frente a enemigos externos, cuando los peores enemigos de España muchas veces son los internos.

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Aunque el juramento actual no hace referencia a derramar hasta la última gota de la propia sangre, sí que hace referencia a la disposición de “entregar la vida” en defensa de España. Aunque sea una fórmula más eufemística y menos cruda, en el fondo es lo mismo. Cabe preguntarse por tanto en virtud de qué se les expedienta a estos guardias civiles, ¿en virtud de sus disposición a entregar su sangre y su vida por España y la Constitución? Pero vamos a ver, ¿no debería ser a los guardias civiles que no estuvieran dispuestos a esto a los que habría que expedientar? ¿Y qué es lo que ha jurado y lo está cumpliendo el señor ministro del Interior?

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