¿Y qué hay de mis presos? Esto es más o menos lo que le ha planteado Otegui al PSOE, lógicamente, viendo la amnistía que el gobierno prepara para los golpistas catalanes de Junts y la Esquerra. Otegui señala, mirando a los etarras encarcelados, que hay pasar a un escenario sin presos políticos. Ni presos políticos catalanes, ni presos políticos vascos. Claro que para que en España dejara de haber presos políticos, primero tendría que haberlos.
«El horizonte que yo quiero es un país sin presos políticos. Porque es bueno para la paz y la convivencia. No sé qué objetivos tienen o qué alternativas plantean los que no creen en esto».
🎙@ArnaldoOtegi habla alto y claro en @SEReuskadi. pic.twitter.com/7VbS2WxsVu
— EH Bildu (@ehbildu) September 13, 2023
En las palabras de Otegui hay dos elementos extraordinariamente tóxicos, característicos de la ETA y normalizados por el sanchismo. El primer elemento es llamar a los etarras presos políticos. El segundo es reclamar su excarcelación, o sea su impunidad.
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Interesa subrayar que con estas palabras Otegui está indicando que, por ejemplo, el etarra Beñat Aguinagalde, asesino del concejal socialista Isaías Carrasco, es un preso político y su crimen debe quedar impune, puesto que hay que excarcelarlo. Demasiado ha estado ya en la cárcel, pensará la izquierda abertzale. Estar demasiado en la cárcel es para ellos entrar un minuto en la cárcel, ¿o acaso han escuchado alguna vez a la izquierda abertzale decir de algún terrorista que este está bien encarcelado y todavía está bien que se quede un poco más en la cárcel?
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Otra cosa que nunca habrán escuchado a la izquierda abertzale es decir de un terrorista de ETA que este no es un preso político. O sea, que Beñat Aguinagalde es un preso político. Pero no es un preso político por haber escrito un libro, sino por haber cosido a balazos a un concejal del PSE en Mondragón. Y el estado español no es un estado antidemocrático, inhumano y opresor por haber encarcelado a un poeta, sino por haber encarcelado a un pistolero.
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Cuando alguien decía algo que al secuestrador Otegui no le gustaba, Beñat Aguinagalde le pegaba un tiro. Así funcionaba el consorcio ETA-Batasuna. Y estos son los socios del PSOE. Estos son lo que deciden lo que se hace en España. Estos son los que sostienen al gobierno de Navarra. Estos son los que en una especie de 155 inverso tienen intervenido el gobierno.
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No es que sea más o menos víctima por ello, pero Isaías Carrasco era vasco. Tan vasco como Otegui. Si interesa subrayarlo es porque encima nos intentan vender a la ETA como una organización que luchaba por el pueblo vasco, pero matando a todos los vascos que se le cruzaban a Otegui en el camino. Ahora Otegui nos explica la democracia, decide quién es demócrata y determina si lo democrático es esto o lo otro.
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El caso de Beñat Aguinagalde es sólo uno más entre muchos pero es que el PSOE, para que Pedro Sánchez o María Chivite conserven el poder, se está tragando (y por tanto normalizando) a un socio que llama preso político al asesino de Isaías Carrasco, un compañero, y que pide su impunidad, como si asesinar a un concejal socialista no debiera ser un hecho punible. Hemos llegado a un punto en que casi es más fácil cómo lo de llamar a lo de los filoetarras de cómo llamar a lo del PSOE. Porque lo del PSOE es casi más asqueroso.
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