El último boletín de Institución Futuro resulta demoledor. No es por otro lado por algo que diga Institución Futuro, sino por lo que revelan los datos acumulados de la EPA. Navarra está económicamente muerta. Se encuentra cianótica. No tiene pulso. Si caminara sería un cadáver andante. Pero no anda. Está ahí cadavérica desde 2019. Desde el pentapartito. Desde la llegada de Chivite al poder.
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Ah, nos replicarán, pero es que ha habido una pandemia, y una crisis, y se ha parado el núcleo de la Tierra. Y tenemos además encima el cambio climático. Pero es que eso no es algo que le pasa a Navarra, sino que todo eso le ha pasado o le está pasando también a todos los demás. O sea, que eso no explica la situación de Navarra y que a nosotros nos vaya peor que a los demás. El mercado laboral está paralizado en Navarra. Como los demás lo están haciendo mejor no paran de adelantarnos. De ser la comunidad con menor tasa de paro hemos pasado con el cerdanato a la séptima posición. Todo el mundo, TODO EL MUNDO, ha mejorado su tasa de paro desde 2019 menos la Navarra chivitesca más progresista del mundo mundial.
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Lo que sí se puede decir en defensa del pentapartido de progreso sin igual es que los navarros lo hemos avalado en las urnas. Mejor que nos hundan los nuestros a que nos salven los otros, media Navarra y pico debe pensar. Para eso sirve la polarización. Para eso están los cordones sanitarios que se imponen desde los partidos y desde los medios. Se politiza el fútbol y se futboliza la política. Lo que importa no son los resultados sino el amor a la camiseta. El ciudadano está siendo reemplazado por el hooligan. Hay que estar con el equipo por mal que lo haga el equipo. No se cambia de equipo como de operadora telefónica o de fontanero por los malos resultados. Cuando más hay que volcarse con el equipo es cuando peores son los resultados. La Navarra del pentapartito está dejando laboralmente arrasada a la comunidad. Y a ver qué queda después de cuatro años más. La posteridad se preguntará por qué no cambiaban si ya veían que la cosa iba mal. Los políticos han conseguido convertirnos en devotos o en hinchas en vez de en clientes exigentes. Se impone un cambio de mentalidad. Queremos el libro de reclamaciones. Frente a la esclavitud y el abuso de la permanencia exigimos la portabilidad.
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