La legislatura que viene no puede no ser infernal

No cabe duda que tras el parón estival han pasado cosas a nuestro regreso, pero la mayor parte de ellas previsibles. Por ejemplo la conformación del gobierno navarro. Chivite vuelve a ser presidenta, lo vuelve a ser con los mismos socios y si acaso con mayores servidumbres. Para celebrar este reedición del mandarinato aumenta un poco más si cabe la estructura burocrática del gobierno. El pueblo, proclama el mandarinato, lo estaba pidiendo a gritos. Hay otros problemas en Navarra, pero ninguno más grave ni urgente que el de aumentar el número de cargos y sueldos públicos en la estructura del gobierno.

Obviamente la formación de nuevos mandarinatos de progreso, incluyendo el gran mandarinato central, permite a los separatistas adelantar al verano la redacción de la carta a los Reyes Magos, o al trasunto nacionalista en cada territorio de estos entrañables personajes transnacionales. Así, por ejemplo, Urkullu ha reclamado una “convención constitucional” y la conformación de un “estado plurinacional”. El problema, por lo que nos toca a los navarros, no sólo es que los nacionalistas vascos quieran crear una serie de naciones dentro de España cuyo efecto sería establecer que España y estas naciones fueran a la postre naciones distintas, sino dónde en este planteamiento meter a Navarra. O sea, a Urkullu se le plantea en la nacion vasca con Navarra el mismo problema que trata de generarle a España con la nación vasca, la gallega o la catalana. Es decir, o Navarra no es una nación sino una parte de la nación vasca, o Navarra es una nación y el País Vasco otra.

Respecto a la incorporación de Navarra a la CAV, Bildu ha dejado caer a su vez que a lo mejor va siendo hora de ir planteando la ejecución de la Transitoria Cuarta y plantear a los navarros la incorporación a la CAV. No se trata de un asunto menor puesto que es quizá la primera vez que el nacionalismo vasco se plantea seriamente activar este instrumento y disfruta además en este momento histórico de los medios y los resortes para hacerlo. ¿Perdería? Es muy probable, pero convocando una primera consulta abriría la puerta de una segunda o una tercera consulta.

Otra petición a Chivite de sus socios podría ser una moción de censura en la alcaldía de Pamplona. Ahora mismo, no es que el PSOE esté en situación de negar muchas cosas a sus socios. De hecho esa es la única baza de Sánchez (o de Chivite) para reeditar su mandato: ceder a todas las exigencias que le formule el separatismo. La seguridad que ostenta Sánchez respecto a su investidura, por otro lado, no augura otra cosa que una claudicación tan absoluta como se le requiera.

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Hablando de claudicaciones, el PSOE dispone tanto de una potencial mayoría aritmética (de la mano del separatismo) en el Congreso para aprobar cualquier cosa, como de una mayoría progresista en el TC para poder convertir de hecho la Constitución en un libro con las hojas en blanco.

El enorme peligro de un Tribunal Constitucional totalmente dependiente del gobierno es precisamente que esa dependencia le proporciona al gobierno la capacidad de subvertir el texto constitucional por completo, y esto es precisamente lo más característico y peligroso del sanchismo. Una Constitución, buena o mala, siempre es un catálogo de limitaciones al poder. Si, por el contrario, a través del TC el gobierno puede determinar que donde la Constitución dice blanco en realidad dice negro, y que donde dice arriba en realidad dice abajo, entonces las limitaciones al poder han desaparecido y un estado sin limitaciones al poder es un estado totalitario. Los límites que una constitución no le pone a un gobierno, no se los va a poner el gobierno a sí mismo, y tampoco un gobierno nombra a un perfil del tipo de Conde-Pumpido para que imponga limitaciones a sus designios.

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La próxima legislatura, si nada lo impide, puede acabar girando sobre la amnistía, la plurinacionalidad y la autodetermianción, sin olvidar la financiación. Lo progresista es que las regiones más ricas se puedan autodeterminar de las pobres, o incluso que sean las regiones pobres las que financien a las ricas. La izquierda española lo mismo defiende la armonización fiscal que la autodeterminación. Autodeterminación fiscal para sus socios separatistas (representantes de algunas de las regiones más ricas) y armonización para los demás.

¿Y qué va a decir Chivite sobre si Navarra es una nación distinta de la vasca o no, o sobre activar la Transitoria Cuarta, o sobre el derecho de autodeterminación, o sobre el sistema autonómico de financiación? Ante todas estas preguntas la pregunta de Chivite será la misma de Sánchez: para seguir ocupando el sillón presidencial, ¿qué es lo que tengo que sostener? Esa y no otra cosa es lo que los españoles en general y los navarros en particular podemos esperar del gobierno foral y del nacional.
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Un comentario

  1. Es muy gracioso eso de las «naciones históricas» y citan a Euskadi, Cataluña y Galicia, que jamás han sido reinos, estados o naciones. En base únicamente a una «metedura de pata» de los llamados padres de la Constitución, que se basaron en las regiones que la Segunda República había aprobado sus estatutos de autonomía. En cualquier caso, dudo que nadie priorizará los derechos de los ciudadanos desaparecidos sobre los que actualmente vivimos en el Estado. Si es cierto, que España, como otros países europeos es diversa. Cataluña y el País Vasco también lo son. Con los mismos criterios Cataluña o el País Vasco es una nación de naciones. El separatismo percibe con nitidez la diversidad de España, pero se niega a ver la suya propia pidiendo un respeto que, al parecer, no está dispuesto a otorgar (Valle de Arán, Encartaciones o parte de Álava, por ejemplo). Se oculta el esfuerzo «dictatorial» que se está ejerciendo para conseguir esa homogenización, critican al «franquismo» pero ellos están utilizando sus mismos métodos. La realidad es que por parte de los gobiernos españoles se ha hecho poco, o más bien nada, en acciones informativas sobre lo que representa el separatismo. Tal como lo hizo en Canada Stéphane Dion, ex-lider del partido liberal y ex-ministro de Asuntos Intergubernamentales.

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