Presagios fallidos: la necesidad de autocrítica

Después de la resaca electoral del 23 de julio, toca sacar conclusiones, hacer balance y cuestionarnos el por qué de estos resultados. Las encuestas, incluso las que se publicaron el mismo domingo a las 20 horas, presagiaban una victoria holgada de los populares, que junto a Vox, podrían desahuciar a Pedro Sánchez de La Moncloa y volver a situar a España en la senda de la sensatez política y la prosperidad económica. Feijóo era ya, a las ocho de la tarde, hora a la que cierran los colegios electorales, el nuevo presidente de España, según la mayoría de empresas demoscópicas, expandiéndose de esta forma el tsunami azul, acontecido en las elecciones autonómicas del 28 de mayo, a toda España.

Sin embargo, todos estos presagios eran fallidos, como así se podía augurar a las 21 horas, cuando se empezaron a hacer públicos los primeros datos del escrutinio electoral. Sánchez resistía, e incluso su apoyo se veía incrementado como así se confirmó al final de la noche electoral, ganando casi un millón de votos, y a pesar de que la victoria recayó en los populares liderados por Feijóo, su victoria fue menos holgada de lo estimado, siendo la diferencia entre populares y socialistas de tan solo 14 diputados, provocando que la suma conservadora no fuera suficiente para expulsar a Sánchez de La Moncloa, ya que Vox, el otro partido conservador, vio como su apoyo descendió en las urnas en 600.000 votos.

En la derecha española la suma entre ambos partidos no permitía formar gobierno, mientras que la izquierda, desde la misma noche electoral, vio posibilidades de volver a repetir el conocido “gobierno Frankenstein”, pero esta vez sumando también al partido de Puigdemont (Junts per Catalunya) al pacto de gobierno, o consiguiendo como mínimo su abstención, por ello se veían caras más alegres en la calle Ferraz que en Génova 13, a pesar de que estos últimos habían sido los ganadores de las elecciones, haciendo que se improvisara un escenario en la sede socialista para que sus líderes salieran a festejar los resultados con los votantes que allí se congregaron.

Sánchez había sido el verdadero ganador de estas elecciones, su audacia le había permitido obtener el resultado que él quería, el miedo a la “ultraderecha” había conseguido dar sus frutos, la izquierda se había movilizado con un alto nivel de participación, y la estrategia de perder para ganar le había dado el resultado que él esperaba. No había quedado en primer lugar, pero eso no le importaba, su intención era repetir otra legislatura en La Moncloa, algo que solo dependía de su gran dialéctica a la hora de negociar y conseguir apoyos.

En contraposición, fue España la que salió más perjudicada en la noche del 23J, los socialistas dependen de los independentistas vascos, catalanes y gallegos para poder gobernar, así como de la izquierda radical de Sumar, es decir, el gobierno de la nación dependería de aquellos que quieren una España débil para alcanzar sus intereses regionales.

Sin embargo, no podemos pasar por alto, a los otros perdedores de la noche electoral: Feijóo y Vox. El primero por su mal enfoque en la campaña electoral, basada en la defensa de una victoria clara que auguraban todas las encuestas. El carácter festivo de su campaña electoral (ejemplo de ello es su lema: “Verano azul”), celebrando la victoria antes de que se produjera, así como la no participación en el debate de los cuatro candidatos de la radiotelevisión pública española (RTVE) o el ataque continuo a su único socio de gobierno posible, asumiendo el discurso de la izquierda en la introducción del miedo a la “ultraderecha”, hizo que Feijóo no alcanzara las expectativas que todos le daban, obteniendo entre 11 y 17 escaños menos de los que predecían las encuestas. Por lo que, a pesar de haber sido el partido más votado, así como el que más escaños ha obtenido, para el Partido Popular es una derrota, ya que no ha alcanzado los resultados esperados, además de que la gobernabilidad de España se sitúa lejos del alcance del líder popular.

El otro gran damnificado de la noche fue Vox. El partido de Santiago Abascal, perdió 19 escaños y 600.000 votos, por lo que analizar lo que ha provocado esto debe ser prioridad de la formación si quiere volver a crecer y poder ganar más fuerza en nuestro país. Por un lado, uno de los mayores causantes de estos resultados ha sido la campaña de propaganda del PP sobre el “voto útil”, el cual se define como la unión de los votos conservadores en una misma formación para evitar que gobernara de nuevo Pedro Sánchez. Pero también existen errores internos, como son el hecho de centrar la campaña en las redes sociales, dando entrevistas a numerosos youtubers con el objetivo de atraer a un público más joven y, sin embargo, no acudir a otros medios de comunicación tradicionales con mayor repercusión para darse a conocer a un número mayor de votantes como podría ser esRadio o la COPE, cuyos oyentes son afines a la formación, y cuyo apoyo es necesario para atraer votantes. Mantener a un grupo de comunicación afín al partido es necesario para poder comunicar el mensaje de forma clara y sin tergiversar, y poder comunicar el mensaje del partido en los medios de comunicación tradicionales es necesario para atraer votantes.

Por otro lado, la desvirtuación ideológica del partido también es un hecho observable, centrar la campaña en la Agenda 2030 o ideología LGTBI, ha provocado que no se hablaran de otros temas de mayor importancia para los españoles como pueden ser la inmigración, el trabajo, la seguridad, la familia, la fiscalidad… Por lo que unir la batalla cultural a los problemas de los españoles debe ser una prioridad, y volver a ser ese partido que se presentaba como la solución de los problemas de los ciudadanos españoles debe ser la línea a seguir por los dirigentes de Vox.

Por todo ello, es necesario que ambas formaciones políticas hagan autocrítica, además de un análisis objetivo de la campaña, si quieren mejorar sus resultados en próximos comicios, así como para convencer a un mayor número de votantes, siendo esta la única forma de derrotar a Pedro Sánchez. De la misma forma evitar el enfrentamiento entre ambas formaciones, las cuales son complementarias, es clave para poder sumar una próxima mayoría absoluta, como así vimos de forma clara en el debate de candidatos de esta campaña electoral en RTVE, donde Sánchez y Yolanda Díaz se complementaban a la perfección contra su único objetivo común, Santiago Abascal, que en ese debate era el único representante de la derecha.

Vencer a Sánchez es posible, pero para ello debemos evitar el fuego amigo, y centrar los esfuerzos en el verdadero enemigo de los españoles, de la misma forma que se deben corregir los fallos, para poder crecer y conseguir aglutinar a una mayoría social que ve en la figura de Sánchez una grave amenaza a nuestra nación.

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