El colaborador de Yolanda Díaz aficionado a la pederastia

Muy desesperada tiene que estar la izquierda para que a última hora el comodín final sea la foto de Feijóo con un narco en un yate. Una foto que se ha usado mil veces en Galicia contra el líder del PP con escaso resultado electoral, lo que no invita a pensar que vaya a dar mucho más resultado a escala nacional. ¿Estuvo fino con esa imagen Feijóo? Seguramente no. Cuando se hizo la foto ya se habían publicado informaciones sospechosas sobre Marcial Dorado, así que como mínimo Feijóo fue poco cuidadoso. Lo que al menos no parece que vaya a hacer o haya hecho Feijóo a cambio de gobernar, al estilo Sánchez, es indultar a Dorado o cambiar el Código Penal para eliminar los delitos por los que fue condenado Dorado. Feijóo aparece en una foto con Dorado como puede aparecer en fotos con mucha gente, pero no consta ningún trato extraño entre Dorado y Feijóo.

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Más extraño sin embargo es lo que ha llegado desde Galicia respecto a Yolanda Díaz. Abascal apuntó esta información durante el debate con los dos prebostes del sanchismo, pero curiosamente se trata de un asunto sobre el que los medios, con escasas excepciones, han pasado pese a su gravedad de puntillas.

Los hechos se remontan a febrero del año 2009, cuando Yolanda Díaz era concejal de IU en Ferrol y máxima responsable de esta formación en Galicia. El caso se inicia cuando dos militantes del partido encuentran en un ordenador de la sede en Ferrol enlaces a una serie de páginas de pornografía infantil. Las sospechas recaen sobre Ramiro Santalices, mano derecha de Yolanda Díaz y amigo personal de la ahora líder de Sumar. Los dos militantes acudieron entonces con su hallazgo a Yolanda Díaz, que mostró escasa disposición a investigar el asunto. En consecuencia, los dos militantes acudieron a la policía a interponer una denuncia, que es lo que debiera haber hecho Díaz. Sólo es tras enterarse de ello y ver que el asunto ya no se podía tapar que Yolanda Díaz también denuncia el hallazgo, por lo que mintió en el debate contestando a Abascal al asegurar que era ella la que había denunciado el asunto. Lo denunció cuando ya sus militantes, viendo que no les hacía caso, habían denunciado pero esta vez en comisaría en vez de en su despacho.

El caso se oscurece todavía más respecto a la forma de actuar de Yolanda Díaz porque, en vez de investigarse a su hombre de confianza, lo que sucedió es que se represalió a las dos militantes que habían hecho y denunciado el hallazgo.

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En cuanto a la deriva judicial de la denuncia y el hallazgo de los dos militantes represaliados, la causa se archivó porque, aunque efectivamente se confirmó la navegación con el ordenador por páginas de pornografía infantil, no se pudo determinar sin ningún género de dudas que quien había usado en exclusiva ese ordenador fuera el amigo y mano derecha de Díaz.

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En abril de 2016, sin embargo, la policía detuvo por consumir y difundir pornografía infantil a Ramiro Santalices, el amigo y asesor deYolanda Díaz denunciado en 2009. Para aquel entonces Yolanda Díaz acababa de llegar como diputada al Congreso. En esta ocasión sí hubo reacción inmediata, puesto que el asunto ya había estallado públicamente. Díaz declaró que «Hemos procedido inmediatamente, rescindiendo su contrato y suspendiendo de militancia a esta persona». Díaz añadía que “lo ocurrido no es política, sino un drama auténtico, un horror, yo creo que esa es la gran definición, y desde luego una cuestión horrible que es absolutamente privada». El problema para Díaz es que el “horror” y el “drama” databan ya de 2009, cuando Santalices era su hombre de confianza, y que cuando de ella dependió el caso lo que hizo es pararlo, al punto que los dos militantes que le habían transmitido su hallazgo, ante su inacción, decidieron acudir por su cuenta a la policía. Lejos de ser premiados, Yolanda Díaz les represalió por hacerlo. No les pidió perdón cuando en 2016 se detuvo al denunciado.

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Parafraseando a la líder de Sumar en el debate, habría que preguntarle cómo se siente teniendo en el haber de su pasado este suceso y si cree que esto es normal en una democracia solvente. La pregunta para el resto de los españoles es si en el supuesto de que a Yolanda Díaz le llegara una denuncia de corrupción o de cualquier actuación delictiva de alguno de sus colaboradores, volvería a actuar como lo hizo o como los militantes represaliados a los que no parece que haya pedido públicamente perdón hasta el momento. El problema es que a un político no se le juzga por sus etereas promesas, sino por su currículo.

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