Navarra no crea empleo. Navarra no crece. Navarra ha perdido su dinamismo. Lo único que crece es la estructura de la administración. No es una opinión, como diría Pedro Sánchez, que además al rato la cambiaría, sino que son los datos y su fría tozudez. Cuando UPN dejó el poder en 2015 según la EPA había en Navarra 38.400 parados, frente a los 39.300 actuales. Tras 8 años de gobiernos de “progreso” tenemos 900 parados más que en el segundo trimestre de 2015. Ocho años perdidos que pueden ser 12, porque una mayoría social de navarros no ve o no quiere ver la realidad.
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Institución Futuro acaba de publicar un boletín bastante clarificador. En sus gráficas se aprecia que lo que no deja de subir es el número de empleados del sector público. Podríamos pensar que mal está la cosa si el paro no baja aunque suba el empleo público, pero también cabría establecer entre ambos datos una relación. Si el empleo público y los salarios públicos no paran de subir, y consiguientemente los impuestos que los tienen que financiar, el sector público se convierte en un peso excesivo que ahoga al sector privado. Tiene que haber un equilibrio entre el crecimiento de lo público y de lo privado, y en Navarra hace tiempo que se ha roto ese equilibrio.
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El equilibrio entre lo público y lo privado se parece a las vías de un tren, que tienen que correr de forma paralela para que el tren no descarrile. Por el contrario, en Navarra la vía de lo público no hace más que avanzar mientras la vía de lo privado está siendo desmantelada. Cuando la vía de lo privado termine de fallar, el tren se encuentra inevitablemente destinado a descarrilar.
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No sólo es que el desproporcionado tamaño de lo público respecto al anémico sector privado deje a este segundo sin energía para crecer, es que el sector privado se puede contraer con mucha más facilidad que el sector público. Cuando el sector público se contraiga, por un cambio de ciclo agravado por la exacción excesiva de recursos a la que le somete el gobierno, nos encontraremos con una caída brusca de los ingresos fiscales y con una estructura pública de gasto muy difícilmente desmantelable. Los gobiernos de izquierdas generan estructuras públicas de gasto, cuando crecen los ingresos, que después no se pueden desescalar fácilmente cuando bajan los ingresos, generando unos peligrosísimos agujeros financieros. Esta política irresponsable se ha visto agravada en los últimos años por una catarata de millones aportados por la UE y el BCE, en forma de fondos y soporte a la deuda. De este modo el desequilibrio entre lo público y lo privado se ha visto agravado hasta niveles que, cuando lleguen las vacas flacas, habremos de lamentar en toda España y en Navarra bastante más que la media.
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