Las campañas electorales siempre son sorprendentes. Hace una semana el foco de la campaña, en vez de las calamidades provocadas por Pedro Sánchez, eran las diferencias entre el PP y VOX. Peor no se le podía poner la cosa a la derecha. Pero ahora ha irrumpido inesperadamente en el debate lo que sucede en Francia. ¿Y qué sucede en Francia? El colapso del espejismo multicultural y la evaporación de la seguridad.
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Empezando por lo primero, se nos ha vendido la idea de que había que apostar por la multiculturalidad frente a las fronteras. Que la multiculturalidad garantizaba la convivencia y que la multiculturalidad era maravillosa. En realidad la multiculturalidad puede estar bien, pero si alguien cree que la nulticulturalidad está bien en realidad es absurdo que defienda al mismo tiempo la eliminación de las fronteras, porque lo que garantiza la multiculturalidad son las fronteras. O sea, cuando en una misma sociedad comienzas a mezclar culturas pueden pasar dos cosas. O que efecticamente se mezclen, y entonces desparece la multiculturalidad y queda una plastilina marrón, o que no se mezclen, y entonces tienes culturas juntas, pero no multiculturalidad, no convivencia, no integración. Y entonces lo único que has conseguido es que las fronteras exteriores pasen e convertirse en fronteras interiores. Y que el conflicto entre culturas que no conviven pase de estar en el perímetro exterior a estar en el interior.
Sondage : 70% des Français favorables au recours à l’armée pour rétablir l’ordre dans les quartiers touchés par les émeutes https://t.co/f6AOCw2skJ
— CNEWS (@CNEWS) June 30, 2023
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El resultado lógico de lo anterior es el colapso de la seguridad, que es lo peor que le puede pasar a una sociedad. El colapso de la seguridad es el regreso a la selva. Un estado no puede ofrecer nada si no es sobre la base de la seguridad. Tampoco es que la seguridad sea un fin en sí mismo, pero sin seguridad falla el fundamento para poder dar un paso posterior. Al menos de una dictadura suele señalarse como algo bueno que garantiza la seguridad, por lo que no resulta extraño que una sociedad que haya caído en el caos y la inseguridad de paso a continuación a una dictadura. La dictadura es mala, pero es mejor que la jungla y que no poder salir a la calle sin que te roben, sin que te maten o sin que te violen. Por eso el caos es doblemente peligroso, porque propicia como siguiente paso la dictadura.
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No toda la violencia y el caos que se está viendo en Francia es consecuencia sin embargo de la inmigración descontrolada y del fracaso de la multiculturalidad. La extrema izquierda, que por otro lado es la principal responsable de la inmigración descontrolada y del fracaso multicultural, se está sumando con entusiasmo a las revueltas. Las revueltas en Francia cuentan con el respaldo de la extrema izquierda francesa, comenzando por los movimientos okupa y antifa, y por supuesto con el respaldo de la izquierda española.
Pablo Iglesias defendiendo al “muchacho” y criticando a los policías. Como era de esperar. https://t.co/qNxfseTy0V
— Max Tena (@MaxTena1) July 2, 2023
Hace unas semanas la extrema izquierda española señalaba a la empresa desokupa como el germen de una fuerza paramilitar fascista, pero más bien sucede que los okupas y los antifa son el germen de una fuerza paramilitar de la extrema izquierda. Por eso la extrema izquierda mima tan cuidadosamente a lo okupas. No hay movilización violenta en España de la izquierda a la que no se sumen los okupas. Para desestabilizar las calles se precisa la violencia de los okupas y los antifa, o que los antifa y los okupas se sumen a la violencia inmigrante.
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Todo lo anterior tiene sentido en la medida en que decíamos que la gente prefiere la tiranía al caos, la dictadura a la jungla. Que la dictadura que sucede al caos sea de izquierdas o de derechas ya es otra cosa. La extrema izquierda no sólo no rechaza el caos sino que lo promueve si cree que el desorden puede redundar en la llegada de un gobierno izquierdista más autoritario. En este sentido resulta curioso lo que sucede en Francia. Podría pensarse que lo que está sucediendo favorece a la extrema derecha y sin embargo la izquierda española apoya lo que está sucediendo, porque apuesta por una salida autoritaria por la izquierda a lo que está sucediendo.
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No en vano lo que está suciendo en Francia lo vimos contra Trump en los EEUU, con las ciudades ardiendo a la estela del Black Lives Matter. Otros muchos negros han muerto en incidentes con la policía desde la caída de Trump, pero con los demócratas en el poder no se ha quemado una cerilla. Por supuesto el fenómeno ha sido recurrente en Hispanoamérica, pero parecía que algo así no podía suceder en países como los EEUU o Francia. El hecho es que a lo que estamos asistiendo es a la evidencia de que o gobierna la izquierda o arden las calles. Sólo la derecha es democrática y acepta pacíficamente una derrota electoral. No hay paz en cambio cuando la izquierda está en la oposición. O sea, que cuando la izquierda está en la oposición quema las calles. Y lo grave es que le funciona, como en los EEUU. El intento de golpe de estado, sin tratar de quitarle gravedad al hecho, no fue que unos cuantos zumbados trataran de ocupar el Capitolio, sino que las ciudades empezaran a arder porque la izquierda estaba en la oposición. Este fue el auténtico golpe y además triunfó, lo cual es terrible porque un comportamiento que es premiado con el éxito recibe el incentivo de repetirse, en los EEUU y fuera de los EEUU.
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Por supuesto que el estallido de violencia en Francia tiene un componente multicultural y no se explica sin el fracaso de las políticas progresistas de inmigración, pero tampoco se explica sin el apoyo de la izquierda y los medios de izquierda a ese estallido, y si no al estallido mismo en su etapa final, sí a las causas que provocan el estallido. Si Macron no fuera un centrista descafeinado el estallido tendría enfrente a la derecha y a la izquierda francesa, ahora sólo tiene enfrente a la derecha. Si en España gana las elecciones la derecha, es probable que la izquierda intente provocar un estallido social. Porque es lo que estamos viendo en todas partes, que la izquierda no sabe perder sin provocar un estallido social y que además la sociedad cede al chantaje de dejar que la izquierda vuelva al poder para que ponga fin al estallido social.
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Interesa como siempre que aparece un estallido social repasar la concepción de los estallidos sociales que tiene la izquierda pero también su doble moral a la hora de valorarlos. Para la izquierda no existe la responsabilidad individual. La responsabilidad y las causas de los movimientos sociales siempre son estructurales. La violencia no es por tanto culpa de los violentos, sino que la violencia denuncia la existencia de estructuras injustas que conducen a la violencia. Si un etarra te pega un tiro en la nuca es la prueba de que el pueblo vasco está oprimido, aunque el asesinado sea vasco. Si un grupo de inmigrantes viola a una chica o quema un Zara es la prueba de la injusticia social a la que están sometidos los inmigrantes. Bueno, por lo menos lo segundo. Por supuesto es todo una patraña de la izquierda. No ya una patraña intelectual, en el sentido de que la excusa sociopolítica sigue al acto violento en vez de a la inversa, sino que los actos violentos encuentran una excusa estructural o no según le convenga a la izquierda. O sea, si un grupo de gente apalea a unos inmigrantes o a unos okupas nunca se plantea que ese grupo de gente esté reaccionando a una violencia estructural previa de los inmigrantes o los okupas, sino que en ese caso sí que responsabiliza personalmente a los agresores tildándolos de fascistas. Sólo la violencia que le agrada a la izquierda es excusable, reactiva y estructural. Y por supuesto hay que resolverla abrazando el recetario de la izquierda para cambiar las estructuras en vez de castigando a los violentos, aunque como en el caso de Francia esté bastante claro que el estallido violento es una consecuencia de la aplicación sostenida del recetario izquierdista respecto a la multiculturalidad y la inmigración.
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Grupos de extrema derecha comienzan a impedir el derecho a manifestarse del pueblo francés. 💔 pic.twitter.com/bHE6HmV2jI
— Yolanda Díaz 🗯 @𝘠𝘰𝘭𝘢𝘯𝘥𝘢𝘚𝘶𝘮𝘢 Parodia (@YolandaSuma) July 1, 2023
Cuando un inmigrante sirio apuñaló en Francia a varios bebés, para algunos líderes mediáticos el problema no eran tanto los bebés apuñalados como que el apuñalamiento, en vísperas de las elecciones autonómicas, pudiera favorecer a la extrema derecha… en España (además de en Francia). El estallido social al que asistimos ahora resulta sin embargo más esquinado, porque puede favorecer a la extrema derecha en Francia pero también sacar del poder a Macron. Como en Francia opera el cordón sanitario a la “extrema derecha”, la izquierda alberga la esperanza de que sacar a Macron del poder y alcanzar el poder aprovechando este estallido sea lo mismo incluso siendo la izquierda una minoría política y social.
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El hecho sin embargo es que la violencia desatada en Francia se está colando en la campaña electoral española y eso que en la propia Francia se están empezando a censurar las noticias del estallido. ¿Puede pasar en España lo que está pasando en Francia? Es más: ¿puede no pasar? ¿Y qué políticas y qué partidos son los responsables de que eso pueda pasar y qué partidos o qué políticas podrían servir para evitarlo? La cuestión ya ha entrado en la campaña, lo hayan previsto los asesores o no.
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2 respuestas
Un dato curioso, las familias del presunto delincuente muerto y del agente de policía acusado de homicidio voluntario abrieron una cuenta para pedir ayuda económica. Pues bien cuatro días después, la familia del muerto ha recaudado 100.000 euros mientras que la del policía 700.000.
Esto me demuestra que en Francia hay un sentimiento general de que el personal está hasta la boina (le Chapeau palabra procedente del latín como «txapela») por no decir hasta los mismísimos c…de lo que aquí se dice, la violencia de la extrema izquierda
¿No es curioso que hayan aparecido fotos con decenas de sacos de adoquines en lugares donde no hay obras? Siempre que se manifiesta la izquierda woke, aparecen misteriosamente estos grandes sacos sin que nadie sepa decir qué empresa constructora está detrás ni quién ha pedido los permisos al ayuntamiento para dejar estos enormes sacos tan a huevo de los manifestantes.
A la vez que aparecen estos sacos, las noticias de la revuelta francesa desaparecen de los periódicos, y en las teles sólo aparece lo pobrecito que era el muerto, que ya me dirán con un coche de 64.000 euros cómo son capaces de vender semejante patraña. Luego hablan de la crisis de los medios.