La producción de normas en España en 2022 llegó a las 1.329.865 páginas publicadas, significando esto un incremento del 22% respecto al año anterior.
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¿Qué quiere decir esto?
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Primero que en producir otras cosas puede que no, pero produciendo normas somos una potencia mundial.
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Segundo que seguramente usted se encuentra fuera de la ley. Con 1,32 millones de páginas de normas publicadas sólo el año pasado, ¿qué probabilidad hay de que no esté usted incumpliendo alguna de ellas?
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Tercero que el ritmo de crecimiento augura una inmensidad normativa todavía mucho mayor en el futuro, signifique esto lo que signifique. O sea, ¿y si es malo producir tanta norma? Esto nos hace volver a reflexionar sobre el punto 1 y nuestra condición de potencia mundial en la producción de normas.
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Sin duda es bueno tener algunas normas, para que los coches no circulen por el mismo carril en sentidos opuestos y ese tipo de cosas, ¿pero es buena la híper regulación? Es decir, cuanto más se regula todo, más reduce nuestra libertad. Todo está normativizado. Todo hay que hacerlo según lo dispuesto por el gobierno. Al principio la cosa puede ser razonable, ¿pero queremos que todo lo que hacemos esté normativizado por el gobierno? Que esté normativizado todo lo que hace el gobierno puede que sea democracia, pero que esté normativizado por el gobierno todo lo que hacen los ciudadanos es dictadura.
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Ya hemos normativizado bastante es una idea que nunca tiene el gobierno. Ese es un límite que se lo tienen que poner los ciudadanos al gobierno, ¿pero cómo ponerle límites normativos al gobierno cuando el gobierno ha sido más rápido y somos nosotros a los que el gobierno ya ha dejado totalmente rodeados de límites normativos? ¿De verdad hay tantas cosas que tienen que ser normativizadas como para llenar CADA AÑO casi 1,4 millones de páginas de normas?
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Aparte de la libertad, también sufre sin duda la eficacia con tanta norma. Es imposible moverse con tanta norma. Cualquier cosa que afecte al tráfico, la inversión y el comercio tropieza con una maraña burocrática inextricable. Para cualquier cosa hace falta un ejército de asesores. Para cualquier cosa hace falta una eternidad de tiempo. Para analizar todo el papeleo burocrático que genera el cumplimiento de la inmensidad normativa hace falta un inmenso (y carísimo) ejército de funcionarios. Las diferencias interpretativas respecto a las normas llevan a su vez a un incontable número de conflictos y recursos y todo a un encarecimiento y un alargamiento insoportable de cada paso y de cada plazo. No digamos si alguien pretende hacer algo que implique tener que tratar con varias administraciones autonómicas y sus normativas respectivas. Hay que estudiar 1,329 millones de páginas para estar actualizado, y el año que viene habrá que estudiarse 1,4 o 1,5 millones de páginas nuevas para volver a estar actualizados. ¡Huid, insensatos!
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¿Está estancada Navarra en toda su maraña normativa?
¿La mala noticia? Pues que la administración navarra, cómo no, bate el récord en la producción normativa entre todas las administraciones autonómicas españolas. Tenemos un gobierno que de entrada es un pentagobierno y por tanto un elefantiásico macrogobierno, y además un gobierno absolutamente intervencionista, con uno de los parlamentos autonómicos con más diputados por habitantes. Todos los problemas derivados de la hipernormatividad los tenemos en Navarra elevados a la máxima potencia. Normal que estemos estancados, estamos atrapados en nuestra propia maraña normativa. La nueva normativa seguramente hace tiempo que ya sólo sirve para intentar aclarar la inextricabilidad de toda la normativa anterior. Es el momento quizá de preguntarnos si necesitamos un lanzallamas o más normativa. A ver qué dice la normativa actualizada sobre el uso del lanzallamas y si quizá estamos a tiempo aún de tener salvación.
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