Tal y como no podía ser de otra forma el Real Madrid vino a jugar a Pamplona y, aparte de ganar, se volvió a liar con Vinicius de por medio. Que si “Vinicius, hijo de puta”, que si “Vinicius, muérete”, y sobre todo “El puto negro no nos ha metido”, comentario aislado que se escuchó en un momento dado desde la grada, pero con el imperdonable toque del racismo como caja de resonancia. Ahora bien, ¿realmente es esto racismo?
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En este sentido interesa desde el primer momento empezar a distinguir entre los negros y los putos negros. Un negro es por ejemplo Pierre Webó, jugador de Osasuna allá a comienzos de siglo. Si Webó metía un gol no sólo era un negro, sino un negro puta madre. El mismo sujeto que llamaba “puto negro” a Vinicius, vitorearía extasiado a Mbappé si fichara por Osasuna. Cristiano Ronaldo era un “puto portugués” en todos los estadios del mundo en que jugara excepto en el Bernabeu, en su caso puede que también para algunos del Bernabeu, pero no por portugués sino por jugar en el equipo contario. De hecho la paradoja con Vinicius es total. Le llaman puto negro por ser del Madrid, o sea por ser un puto blanco. Si Vinicius jugara con el Osasuna sería el puto amo. ¿Realmente tiene sentido hablar de racismo? O sea, Vinicius es igual de negro que Webó, si a uno se le aplaude y a otro se le insulta no es entonces por negro, sino por ser el negro que está en el equipo equivocado. Entonces ya no eres un negro sino un puto negro. Pero el problema no es el color de la piel, sino el de la camiseta.
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Otro elemento a tener en cuenta de un insulto es si funciona. Si te llaman puto negro y te vuelves loco, te desconcentras y empiezas a jugar mal, lógicamente te van a llamar puto negro en todos los partidos. A otro le llamarán gordo, a otro maricona, a otro calvo, a otro tonto, a otro malo, cornudo… cualquier cosa que funcione. Cuanto más se altere Vinicius al escuchar que le llaman negro, más refuerza y estimula el comportamiento del que se lo dice. Pero el que se lo dice no tiene porqué tener nada contra los negros. No sólo porque tendría en su casa un póster de un negro si fuera el goleador de su equipo, sino porque le da igual llamar a Vinicius negro que mapache o mamotreto. Le llama negro porque si le llama mamotreto probablemente Vinicius ni lo comprendiera, pero si mamotreto funcionara mejor que negro le llamaría mamotreto.
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Obviamente está mal insultar a un jugador, pero una cosa es eso y otra pensar que realmente se trata de un caso de racismo. Sólo sería racismo si el insultador osasunista también llamara puto negro a un jugador negro de Osasuna que metiera tres goles por partido. El racismo selectivo no es racismo, es otra cosa. Bien es cierto que la expresión negro puto podría resultar menos equívoca que la de puto negro, pero siempre cabría preguntarse si el dicente realmente tenía problemas con la raza o can la gramática. Desde luego a lo mejor hay que castigar al autor de las palabras pero ser insultantes, más que por una intención genuinamente racista. Otra cosa es que a Vinicius también parezca gustarle el baile en un sentido amplio de la palabra.
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¿Y si el insultador alega en su defensa que no es racista porque él mismo se autopercibe como negro? Pero bueno, mejor no seguir por ese camino.
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Como apunte histórico y remate en el último párrafo del texto, el primer jugador negro que tuvo Osasuna fue el hispanoguineano Miguel Jones, que en los años sesenta llegó a marcar dos goles jugando el equipo en segunda división. En definitiva y como colofón, gato blanco o gato negro lo importante es que cace ratones, que diría el puto rojo color amarillo de Deng Xiaoping.
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Un comentario
Un grandioso cierre !!!!