Lutero era un tipo que allá por el siglo XVI inició su movimiento insistiendo y recordando en que para salvarse e ir al Cielo bastaba tener fe. La fe siempre había sido necesaria. Antes de Lutero nadie negaba la importancia de la fe. No ha habido ningún momento antes o después de Lutero en que la Iglesia no haya sido muy partidaria de la fe. El gran debate fue si bastaba sólo con la fe o hacían falta las obras. Así que no se extrañen tanto de que al socialismo, o al izquierdismo en general, podamos empezar a llamarlo luteranismo político. Véase si no lo que sucede en Brasil.
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Emulando el asalto al Capitolio de algunos seguidores de Trump, una serie de exaltados partidarios de Bolsonaro han asaltado la sede de distintas instituciones en Brasil. ¿Van a sacar del poder a Lula con ello? Casi seguro que no. ¿Van a conseguir que Bolsonaro sea asociado al totalitarismo y Lula a la democracia? Casi seguro que sí. Si calificamos por tanto a los asaltantes como exaltados partidarios de Bolsonaro o como benefactores de Lula al menos a los efectos prácticos casi da igual. El peor favor que le pudo hacer un seguidor a Trump es asaltar el Capitolio disfrazado de cantante de los Village People, y parece que lo mismo se podría decir, plumas y cuernos incluidos, con algunos seguidores de Bolsonaro. Pero el punto de esta reflexión no es ese, sino tratar de discernir si asaltar una cámara de representación democrática es pecado, o sólo depende de las plumas del asaltante.
Parecen seguidores de Bolsonaro tomando el Congreso en Brasil porque ha ganado Lula, pero son seguidores convocados por Podemos para tomar el Congreso en España porque ganó Rajoy. pic.twitter.com/eqAIqFhgTC
— Toro Sentado (@ToroenReposo) January 9, 2023
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Buena prueba de ello es el “Rodea el Congreso” al que tan fervorosamente se adhirió toda la izquierda española que ahora gobierna, cuando era la investidura de Rajoy la que se impugnaba. ¿Por qué se supone que los trumpistas o los bolsonaristas que asaltan el parlamento son menos demócratas o más peligrosos que los podemitas que rodeaban el Congreso? ¿Acaso son más demócratas nuestros ultraizquierdistas que los bolsonaristas más exaltados sólo porque la UIP funcione mejor que la policía estadounidense o la brasileña y los contuviera fuera del Congreso? Y a este respecto, ¿hemos olvidado cómo a Pablo Iglesias le emocionaba que aquellos energúmenos patearan a un policía caído en el suelo? ¿Está legitimada la izquierda española para indignarse mucho con la parte más chiflada de los seguidores de Trump o de Bolsonaro? Esto sin olvidar los golpistas de verdad con los que el PSOE está gobernando. O la amorosa relación epistolar que se ha establecido entre Pablo Iglesias y Castillo. No es el golpe lo malo, es la fe del golpista lo bueno o lo malo.
Iglesias sigue ampliando su nómina de amigos golpistas. Es un pedazo de demócrata… El grotesco intercambio epistolar entre Pablo Iglesias y el golpista encarcelado Pedro Castillo, por @mjgrech https://t.co/DwiGaZlzaG vía @libertaddigital
— Carlos Cuesta (@carloscuestaEM) January 8, 2023
La naturalidad con la que la izquierda apoya unos intentos de asalto al Congreso o condena otros, o rechaza unos golpes de estado y apoya otros, sólo puede entenderse a la luz del luteranismo político del que estábamos hablando. Lo que aquí se encuentra en juego no es lo que haces, sino la fe que sostienes. Lo que es terrible e inadmisible con unas ideas, se vuelve adecuado y defendible si tienes las ideas correctas. Las ideas correctas son por supuesto las ideas de la ultraizquierda. Lo que importan no son los actos, sino la fe. Asaltar un parlamento democrático no es en sí mismo algo bueno ni malo, sino algo que depende de la fe del asaltante. El asaltante se salvará o se condenará por su fe. Cualquier horror que perpetres queda legitimado por tus ideas. Y así también se blanquea la memoria de ETA. ETA hacía cosas horribles. Cosas que si las hubiera hecho un grupo terrorista de derechas serían inolvidables e imperdonables. Pero ETA tenía la ideología «correcta». No se le puede juzgar por sus actos, sino por su ideología. Y entonces ya se puede pactar con ETA y enfrentarse a su lado a los verdaderos enemigos, que no son los que cometen actos horribles sino los que piensan distinto. Mataron a Ernest Lluch o Isaías Carrasco, pero se puede pactar con ellos porque en el fondo son gente de progreso con nuestras mismas ideas, aunque llamen a los asesinos de los compañeros “presos políticos”.
Existe una agenda política, judicial y comunicativa que pretende impedir el ejercicio de un derecho básico de los presos políticos: volver a casa.
↗↙ Hoy en Bilbo activaremos sinergias para acelerar su proceso de vuelta a casa, como es su derecho.#EtxeraBideaGertu pic.twitter.com/T8B1VHu5Gb
— EH Bildu (@ehbildu) January 7, 2023
Es por esto por lo que, por otro lado, Feijóo por más que lo intente nunca podrá ser un centrista para la izquierda española. No eres centrista o moderado por tu posición, sino por la de ellos. Y no eres moderado por tus actos, sino por sus ideas. No eres demócrata por defender la democracia ni fascista por predicar o practicar el fascismo, sino por cuestionar lo más mínimo su izquierdismo. Por eso la verdadera amenaza para la democracia en España se encuentra en la izquierda. La izquierda española ya vive en una dictadura en la que no tienes derecho a no pensar como ellos. Ahora solo falta que pasen de esa dictadura social, mediática y ambiental a una dictadura real, material e institucional. No pensemos que las dictaduras reales caen de la nada. Antes de una dictadura real-material-institucional existe ya una dictadura mental y social. La pregunta viendo todo lo que ahora mismo pasa en España es si en la izquierda esa mentalidad intolerante y dictatorial se ha instalado ya. Si es así, el peligro de pasar a una dictadura institucional es real.
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