En las últimas horas han sido noticia 3 golpes de estado, de ellos uno acusadamente estrambótico en Alemania y otro en Perú, a cargo del camarada presidente Pedro Castillo. Por su gravedad obviamente el que más atención mediática ha demandado ha sido el caso de Castillo, evidenciando una vez más que cuando el comunismo llega al poder en cualquier país después no es nada fácil desalojarlo democráticamente del gobierno. Castillo disolvió el Congreso del Perú y decretó un gobierno de excepción sin despeinarse, o por lo menos sin que se le cayera el sombrero, pero lo que a Maduro le funcionó en Venezuela a Castillo no le salió esta vez bien en Perú.
Minutos antes de confirmar la detención de Pedro Castillo, la policía de #Perú aseguró que rechazaba el "quebrantamiento del orden constitucional" e invitaba a los ciudadanos a confiar en las instituciones del Estado https://t.co/20eTN6za3n
— El Pitazo (@ElPitazoTV) December 8, 2022
De los golpistas alemanes casi no merece la pena ni detenerse a hablar de ellos porque apenas rebasan el nivel de frikigolpistas. No se puede menospreciar la chaladura de un grupo de alucinados pero no cabe pensar que tenían ni la capacidad, ni los apoyos, ni los medios, ni la situación para llevar a cabo nada remotamente parecido a un golpe de estado exitoso en Alemania. Sin duda los golpistas catalanes contaban con muchos más recursos para el golpe contra España que el grupito de chiflados detenidos por la policía alemana, así que no daremos a esos aprendices de golpistas la milésima importancia que los alemanes dieron a nuestros golpistas.
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Mencionábamos sin embargo que en las últimas horas no habían sido noticia dos sino tres golpes de estado, y es que resulta difícil decidir cómo catalogar el golpe de mano dado contra el CGPJ por el PSOE y Podemos.
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https://twitter.com/europapress/status/1600995163563823105
Como todo el mundo sabe, las leyes españolas establecen determinadas mayorías reforzadas para determinadas decisiones precisamente porque es mejor un bloqueo a que el gobierno pueda controlar los órganos judiciales a su capricho. Por otro lado es absurdo acusar a la oposición de perpetuar un bloqueo. Seguro que Feijóo puede presentar mañana una lista de jueces por la que votaría a favor. No es más bloqueo que la oposición no acepte la lista del gobierno a que el gobierno no acepte la lista de la oposición.
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La idea, pervertida en España hace tiempo, y ahora dinamitada, es que el gobierno no pueda nombrar a los jueces que tienen que juzgarlo. O un juez es independiente o es otra cosa, no un juez. Un juicio justo sólo puede partir de la base de que en un pleito con mi vecino el juez no lo nombra mi vecino. Por eso se establecen mayorías reforzadas, para que los nombramientos sean por consenso. Alternativamente, si ese consenso no es posible, pueden y quizá deben ser los jueces los que nombren entre ellos a los miembros de los altos tribunales. Hay quien dice que si un gobierno es democrático lo más democrático es que el gobierno elija a los jueces. Pero es que eso es todo lo contrario a la democracia. Cuando el gobierno se puede saltar las leyes porque es el que nombra a los jueces, eso ya no es una democracia. Además es que uno no se preocupa de nombrar a los jueces que le tendrían que juzgar si no tiene la intención de saltarse las leyes.
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Si no se puede acudir a los tribunales contra el gobierno, porque el gobierno nombra a los jueces, el gobierno pasa a tener las manos libres para ser un gobierno despótico. En el momento en que el gobierno nombra los jueces se sientan las bases para la impunidad de las fuerzas del gobierno y la persecución de las fuerzas de la oposición. No se trata sólo de nombrar jueces para que el gobierno quede impune aunque se salte la ley, también se trata de sentar las bases para perseguir a la oposición aunque no se salte la ley. Un gobierno, aunque haya ganado las elecciones, no puede robar, no puede cerrar un periódico o no puede asesinar a la oposición precisamente porque si hace algo así tendría que responder ante un tribunal no nombrado por él. Cuando uno tiene un pleito civil su caso no llega a un juez democráticamente elegido, sino a un juez por oposición. Lo importante no es que el juez sea elegido en unas elecciones, mucho menos aún que sea indirectamente elegido por un gobierno, sino que sea independiente. No basta con la independencia para ser juez, pero alguien que no es independiente no puede ser juez. La independencia para ser juez es una característica absolutamente esencial.
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Obviamente los problemas de la Justicia española con la independencia judicial vienen de lejos. En vez de consensuar magistrados independientes, lo que se hacía hasta ahora era consensuar unas cuotas de magistrados dependientes. Pero por lo menos no había un desequilibrio absoluto provocado por el gobierno al romper el marco electivo. La salida no puede ser a peor, entre otras razones porque ya no quedaba mucho espacio para empeorar sin cargarse por completo la independencia judicial.
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Desde luego la independencia absoluta y la imparcialidad perfecta no existen, pero la solución no puede ser la dependencia absoluta y la parcialidad perfecta. Si es imposible tener jueces totalmente imparciales, el criterio debe ser el tener jueces lo más imparciales posible. Evidentemente que el gobierno nombre a los jueces es que sean lo más parciales posible. Es que además de todos los peligros posibles el mayor es que los jueces los nombre el gobierno. O sea, sería injusto y peligroso que los jueces los nombrara la oposición, o el Sevilla Fútbol Club, pero eso sería mucho menos peligroso a que los nombre el gobierno, porque de este modo el gobierno tiene el control absoluto sin ningún contrapoder. Cuando se hablaba del riesgo para la democracia española de que los comunistas llegaran al gobierno, este era el tipo de riesgo que cabía esperar de ello. No hay democracia posible sin una Justicia independiente y no hay dictadura posible sin una Justicia sometida al gobierno. Así de grave es lo que nos estamos jugando en este momento con este gobierno.
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