El fracaso del comunismo chino en la batalla contra el COVID

Las imágenes que están llegando estos días desde China son poco menos que delirantes y distópicas. En el resto del mundo la pandemia va siendo ya una cosa del pasado, las cifras de ocupación UCI y muerte por COVID se desploman aunque ya casi nadie use la mascarilla, los confinamientos han pasado a la historia y la actualidad va siendo ocupada por los asuntos habituales. De China, por el contrario, siguen llegando imágenes propias de la primera ola de 2020, o incluso más estremecedoras, con enormes campamentos de confinados, disturbios, policías con escafandras y cifras de contagios en máximos desde el inicio de la pandemia.

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La pregunta inevitable es, ¿qué está pasando en China? ¿Por qué China sigue estancada sin superar la pandemia?

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Uno de las posibles respuestas tendría evidentemente que ver con la llamada “política de COVID cero”. Es decir, la apuesta por el aislamiento total y la cuarentena estricta de los contagiados más el mantenimiento riguroso de todas las medidas anticontagio. El resultado es una población con escasa inmunidad natural y una sociedad que se bloquea ante el menor brote de contagios.

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El otro posible elemento que explicaría el fracaso del modelo chino sería la escasa eficacia de sus vacunas. China apostó por vacunas propias de fabricación nacional las cuales todavía no disponían de la tecnología ARM que son las que mejores resultados han dado y las que se han utilizado en Occidente y en casi todo el resto del mundo. Todo apunta a que los criterios políticos han prevalecido sobre los criterios médicos primero exigiendo una vacuna propia que llegara antes que las occidentales, por motivos propagandísticos, y segundo renunciando después a comprar vacunas occidentales para no reconocer el fracaso y el desfase de las vacunas chinas.

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De este modo, China llega a finales de 2022 con una población poco inmunizada naturalmente y vacunada con vacunas que no son eficaces. El resultado son los confinamientos masivos, las paralizaciones constantes de la actividad y la perpetuación de la situación de crisis epidémica.

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Curiosamente uno de los motivos por los que aumenta el descontento entre la población china, más allá de la propia dureza de las medidas COVID cero, es el observar estos días cómo las multitudes se juntan y acuden sin mascarilla para asistir a los partidos de fútbol del Mundial. Los chinos, lógicamente, al ver esas escenas cuestionan a sus autoridades y se preguntan al verlo si es que ellos viven en otro planeta.

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En otro planeta no, pero sí que viven en otro régimen, bajo una dictadura comunista a fin de cuentas. De algún modo la pandemia ha sido un test para los distintos modelos económicos, políticos y sociales del planeta, y da la impresión de que el modelo comunista ha vuelto a fallar, también en esto, de manera estrepitosa. La dictadura comunista, además, cuenta con el agravante de no ser permeable a la crítica. O sea, si algo no funciona no se puede criticar, no se puede reconocer que el partido ha fallado y por tanto tampoco se puede rectificar.

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Lo malo para el resto del mundo es que seguimos dependiendo de China para fabricar un enorme porcentaje de los productos que consumimos. Si en China sigue habiendo parones, cuarentenas y confinamientos, los problemas de precios y abastecimiento se pueden seguir prolongando. Por otro lado, tan dependiente es China de nosotros como nosotros de China. Si China no es capaz de exportar y vender sus productos, su economía se viene abajo. Y lo que le falta al camarada Xi Jinping, teniendo ya a toda la población hastiada y cabreada por las cuarentenas, aislamientos y confinamientos, es encima que esa población ya enfadada, que ve que el resto de países han superado la pandemia con otra política, comience a sentir que se empobrece por culpa de una paralización de la economía.

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Sin duda la gran beneficiada por todo lo que está pasando en el mundo en los últimos tiempos podría ser China, si tuviera el modelo de gobierno correcto. Por el contrario, puede pasarle a China lo que al navegante para el que ningún viento es bueno para llegar a su destino porque no tiene el mapa adecuado. La cuestión es durante cuánto tiempo la dictadura comunista les puede ocultar esta evidencia a los chinos.

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Un comentario

  1. Lo peor que nos puede pasar ahora mismo es que una nueva cepa de COVID proveniente de China inmune a las vacunas occidentales nos vuelva a complicar la vida y volvamos a Marzo 2020

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