Ya hemos normalizado que las mujeres, ya sea para las oposiciones a bombero, militar, policía o guardia civil, tengan que superar unas pruebas físicas distintas a las de los hombres. O que el requisito de estatura sea distinto para ellas. O que tengan cuotas o valoraciones distintas. Porque el objetivo no es la igualdad o cumplir unos requisitos mínimos para un puesto, sino que haya una cuota de mujeres en ese puesto, para cumplir los cánones de lo políticamente correcto.
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O todos esos requisitos para ciertos puestos no tuvieron nunca sentido, o lo que no tiene sentido es ahora relativizar esos requisitos en función del género. Es decir, si esos requisitos tenían sentido porque ciertos trabajos exigen una determinada condición física para desempeñarlos, el resultado de eliminarlos, rebajarlos o relativizarlos no será la igualdad, sino que esos puestos se llenarán de personas no preparadas para desempeñar su trabajo, elegidas no por sus capacidades sino exclusivamente por su género. Irónicamente la definición de discriminación es justo eso.
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La nueva nota de corte de acceso a la #GuardiaCivil para el sexo masculino será un 15% superior a la del sexo femenino.
Un alumno con 80 puntos en las pruebas selectivas sera superado por una alumna con 68 puntos.
Las mujeres no son inferiores.#NoEsIgualdadEsDiscriminación pic.twitter.com/0mjtPfxtg4
— Jucil Nacional (@jucilnacional) October 2, 2022
Según la RAE, feminismo es tanto el “principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre” como el “movimiento que lucha por la realización efectiva en todos los órdenes del feminismo”. Pues bien, ¿es feminismo esto en lo que estamos instalados ahora? Si a un aspirante a un puesto se le exigen baremos distintos en función de su género, eso ya no es feminismo según la definición tradicional de feminismo ni un concepto de feminismo basado en la igualdad.
El Gobierno elimina el requisito de estatura mínima para ser policía nacional para aumentar la presencia de mujeres en el cuerpo https://t.co/Wj1UASA2lT
— EL MUNDO (@elmundoes) October 12, 2022
En su momento, 1997, La Teniente O´ Neil fue una película rompedora, en la que se contaba la peripecia de una mujer que intentaba entrar en un cuerpo de élite de la Marina de los EEUU, los SEAL. La base de la película era precisamente cuestionar por qué no podía entrar a los SEAL una mujer capaz de pasar las mismas pruebas que un hombre. Pero las mismas pruebas, no unas pruebas ligera o notablemente rebajadas para que las pudiera pasar una mujer. De hecho, en diversos momentos de la película la teniente se enfrentaba a quienes intentaban establecer un baremo distinto y se sentía ofendida por ello, ya que pasar las mismas pruebas que los hombres era la clave poder exigir el mismo puesto y el mismo trato en el cuerpo que los hombres. La Teniente O´Neil, en este momento, paradójicamente se habría vuelto una película antifeminista, véase si no este pequeño resumen.
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¿Por qué hablamos de violencia de género? ¿Por qué agredir o matar a una mujer tiene unas penas específicas y mayores que agredir o matar a un hombre? En el fondo de ello yace el reconocimiento de que en el campo físico no existe la igualdad. Y sin embargo, el feminismo entiende como un avance feminista ese reconocimiento de una desigualdad natural. La incoherencia estriba en abrazar esa desigualdad para crear una violencia específica agravada contra la mujer, pero después olvidar esa desigualdad para igualar artificialmente el acceso a determinados puestos que exigen unas determinadas capacidades físicas. Si se castiga especialmente la violencia de género porque una mujer no puede pelear contra un hombre en igualdad de condiciones, entonces no tiene sentido rebajar las exigencias de una mujer para ser policía o militar, porque tampoco va a poder pelear contra un hombre haciendo su trabajo en igualdad de condiciones.
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¿Cuál va a ser el efecto de esta discriminación a favor de la mujer para compensar sus menores capacidades físicas? De entrada dinamitar el discurso feminista tradicional, cambiando la exigencia de igualdad por otra cosa. Pero también el de generar en la calle situaciones complicadas para la policía o para los bomberos. La capacidad física de una pareja de policías varones se verá reducida si uno de los miembros del binomio es una mujer, no digamos si a una pelea se tiene que enfrentar una pareja de mujeres. Para compensar esta desventaja tendrán que acudir más patrullas a solucionar cada situación, o habrá más situaciones en las que una mujer policía tendrá que hacer uso de un arma de fuego para afrontar una situación que un hombre hubiera podido solucionar sin necesidad de disparar, o habrá más policías muertos o heridos, hombres y mujeres, por menoscabar la capacidad de respuesta física de las patrullas.
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Con estas medidas de discriminación positiva a un lado de la prestación de un servicio, se olvida a las mujeres que reciben al otro lado la prestación de ese servicio. Es decir, si para intervenir en una pelea hacen falta cuatro policías en vez de dos porque dos policías son mujeres, todas las mujeres que pagan impuestos se convierten en víctimas de la discriminación positiva para ser policías, porque tienen que pagar cuatro sueldos de funcionarios en vez de dos. Por no hablar de la mujer que podría morir abrasada en una habitación en llamas porque la mujer bombero que intentó rescatarla no fue capaz de arrastrarla.
El 70% de los nuevos jueces son mujeres https://t.co/MgPJEgNocA
— Público (@publico_es) April 6, 2018
Finalmente, pese a que hay muchas más mujeres que hombres que aprueban las oposiciones a médico o juez, o como simplemente hay mucho más fracaso escolar entre los chicos que entre las chicas, nadie propone que un mismo examen para una chica sea un 3 y para un chico un 5, con el objeto de igualar el número de aprobados. Aquí el género masculino es el débil.
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