Suponemos a todo el mundo a estas alturas informado sobre la peripecia sentimental de Tamara Falcó, la hija de Isabel Preysler convertida en popular personaje televisivo la cual, justo antes de su boda, ha roto con su prometido al publicarse unos vídeos que mostraban al susodicho cometiendo una infidelidad casi en vísperas del enlace.
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Lejos de nosotros el propósito de meternos en la vida de Tamara Falcó o en la crónica del corazón, pero el hecho es que la presencia de Tamara en El Hormiguero y el lógico salseo respecto a todo lo sucedido dio lugar a un momento trascendente desde el punto de vista moral. Este momento se produjo en el instante en que uno de los contertulios no sólo minimizó la importancia de la fidelidad, sino incluso el dominio de sí que puede tener una persona infiel. Esto ya no es sólo salseo sino un asunto importante en prime time desde el punto de vista de la moral y la creación de opinión. Significativamente la propia afectada respondió acertadamente a la afirmación del contertulio, puntualizando con cierto arte que lo normal no es ser infiel, que ser infiel no es biología, que no somos monos y que nosotros controlamos los impulsos.
Puede parecer una tontería, pero que alguien como Tamara Falcó diga en prime time que lo normal es la fidelidad es algo casi revolucionario.
Chapó, Tamara. 👏🏻 pic.twitter.com/xpCg7R2k2Q
— Francisco Cuaresma 🇪🇦 (@FcoCP96) September 30, 2022
Como sucedió con las lamentables declaraciones de Irene Montero sobre el sexo de niños con adultos, hay cosas cuya gravedad vamos minimizando o que vamos aceptando como normales, que se van diciendo y repitiendo en los medios, que los famosos van cacareando hasta convertir en discurso dominante, y que sin embargo ponen en peligro la existencia de cualquier mínimo esquema jurídico y moral.
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Si ser infiel es biología y al infiel no se le puede pedir que frene sus impulsos, pues entonces tampoco se le puede pedir que lo haga al violador. O al pederasta. ¿O la libertad es un don que sólo se ha concedido a los violadores y pederastas?
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Si ofendida por el comentario del contertulio Tamara hubiera sacado un arma del bolso y lo hubiera matado, ¿habría que haberlo tomado como una reafirmación de las teorías del contertulio, que la ira es biología, que no somos dueños de nuestros actos y que Tamara era inocente y no podía haber hecho otra cosa que dispararle?
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Obviamente el salseo, si es todo un montaje o es real, o si Tamara perdona o no una infidelidad no es cosa nuestra, pero poner en duda la libertad y la responsabilidad en una televisión ante millones de espectadores, y con ello el derecho y la moral, sí que es una cuestión que nos debe afectar. Cuando se habla de los supuestos derechos de los animales en el fondo estamos en la misma cuestión. Los animales no tienen derechos porque no tienen dominio de sí mismos y libertad. Y si nosotros fuéramos meros animales tampoco los tendríamos. Porque en ese caso efectivamente no podríamos controlar si engañamos o no, si somos fieles o no, si violamos o no, si somos corruptos o no, o si matamos o no. A nadie se le podría exigir que cumpliera una norma legal o moral porque nadie tendría la libertad para cumplirla o no cumplirla. Pedirle a un ser humano que cumpliera un contrato sería tan absurdo como exigirle que lo cumpliera a un perro o a un ratón. Nadie por tanto sería ni culpable ni responsable de nada y hablar de la moral o el derecho no tendría sentido. Una sociedad no llega a dudar de forma generalizada de ciertos valores fundamentales después de haber leído muchos ensayos filosóficos, sino después de haberse empapado de lo que se va dejando caer en muchos programas de salseo, o muchas series, o muchas películas en televisión. Es por ello un error desentenderse por completo de todo lo que se deja caer en los programas de salseo, las películas o las series de televisión. Si Tamara se casa o no con el mastuerzo es algo que no nos interesa demasiado, pero el debate asociado sobre la libertad y la responsabilidad es una batalla fundamental.
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Un comentario
Al hilo de esto, me van a permitir una reflexión. a ver si me explico.
Una pareja de novios ya es infiel a su futuro matrimonio -si es que este se da- en el momento en que decide cohabitar. Antes del contrato matrimonial sí hay que observar los bienes del matrimonio: la unidad y la fidelidad y reservar la prole, y los actos para conseguirla hasta el contrato.
Se es infiel, cuando se abre la puerta del piso…
Me parece que es la causa de muchos fracasos matrimoniales. Es la actitud del todo vale. Un antes que no se encarga de hacer sólido un después?
Me dirán que ni aun así. Es verdad, ni aun así, pero de la otra forma menos.