Irene Montero sigue sin dimitir, sin disculparse, sin explicarse y sin desmentirse. ¿Quiénes somos a fin de cuentas los insignificantes españoles que le pagamos el sueldo para pedirle explicaciones a su excelencia? El caso es que ella dijo lo que dijo y lo que dijo es atroz. Tan atroz que nadie se atreve, al menos públicamente, a suscribir lo que literalmente dijo, sino a basar su defensa en lo que la ministra acaso quiso decir. Pero claro, lo que dijo es un hecho, lo que quiso decir una suposición. Y lo que dijo fue que un adulto puede tocar a un niño si el niño quiere y entonces no es agresión, y que los niños pueden tener relaciones sexuales consentidas con quien quieran. Obviamente esto en su literalidad es abrir la puerte desde a la pederastia a la prostitución infantil.
⛔ BULO de @eldiarioes. "La ultraderecha manipula unas palabras de Irene Montero sobre jóvenes y embarazo para acusarla de admitir la pedofilia".
❌ FALSO: Sus palabras no están manipuladas. Esta es la transcripción de su declaración: pic.twitter.com/m5Ue7l5vZk
— Bendita.eu (@Benditapuntoeu) September 22, 2022
Las palabras de Irene Montero y su silencio posterior resultan más inquietantes si cabe porque la izquierda española, como evidencia la foto que hemos elegido para ilustrar esta noticia, viene encumbrando para explicarnos la «nueva» sexualidad a una serie de personajes muchos de los cuales mantienen una relación vidriosa con la sexualidad de los menores. Y seguramente no se puede decir que estén ahí a pesar de esa postura, sino que precisamente están ahí por mantener esa postura. Como si fueran los encargados de estirar la ventana de Overton hasta donde se pretende hacerla llegar. El hecho de que el PSOE siga manteniendo a Irene Montero en su puesto quiere decir segundo que el PSOE se encuentra totalmente en manos de la izquierda más radical, pero primero que quizá Montero no se retracta no porque acaso no piense en el fondo lo que dijo, sino que tal vez sólo fue más allá de lo que la ventana en este momento le permitía llegar.
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Volviendo a la foto, al tipo de personajes de los que se rodea Montero, a los que agracia su sistema de cargos, premios y recompensas, por un lado nos encontramos a Boti García y por otro a Samantha Hudson. En el caso de Boti García podemos escucharla en este entrevista con Pablo Iglesias (el mundo de Podemos es un pañuelo) reconocer cómo había mantenido una relación con una alumna suya de 17 años, lo gracioso que era el asunto y lo ridícula que era la madre de la chica.
Boti García, la nueva Directora de Diversidad Sexual y LGTBI, explicando alegremente a Pablemos su relación con una alumna menor de edad.
¿Qué pasaría si hubiera sido un profesor?¿Qué diría el "progrerío"?¿Le nombrarían también Director del Gobierno?¿Y si fuera un cura?🤔 pic.twitter.com/T0i0WtfyXM
— Íñigo López-Araquistáin Oserin (@LpezAraquistain) January 17, 2020
Respecto al travesti Samantha Hudson, no hace falta comentar mucho más porque se comenta sólo todo lo que ha ido vertiendo a través de sus tuits:
¿Le pidió Samantha Hudson permiso a su sobrina?
¿A este tipo le han dado un premio desde el Ministerio de Igualdad?
¿En serio no había nadie peor? pic.twitter.com/pk1dVG5E7r— Cristina🐜 🇪🇦❤🇨🇺🇪🇺 (@Chetecilla25) September 25, 2022
Ahora busca los tuits de vuestre admiradísime Samantha Hudson en los que dice auténticas salvajadas. Pero claro, doble rasero 😂😂😂😂😂 pic.twitter.com/yn5wn7wVm9
— María José 🦇💯 (@mariajovlc4) August 9, 2022
Cabe mencionar que la foto que ilustra la noticia y reúne a Irene Montero, Boti García y Samantha Hudson, corresponde a la entrega de los premios Arcoíris 2022. Es decir, el reconocimiento se concede con bastante posterioridad a todas las declaraciones anteriormente mencionadas, por lo que el Ministerio de Igualdad no las debe considerar un impedimento para recibir la distinción.
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Regresando al origen de la polémica y a las declaraciones de Irene Montero sobre la sexualidad infantil, seguimos sin saber lo que a lo mejor quiso decir, pero teniendo igual de claro que al principio lo que efectivamente dijo. Y visto lo visto tampoco Irene Montero habita un contexto del que forzosamente se tenga que desprender que lo que dijo que no es exactamente lo que quería decir.
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