¿Por qué la fusión fría?
La explicación de puertas afuera que manifiestan los mandos de Caja Navarra, en un entorno de crisis financiera con escasos precedentes y en plena restructuración del sector, es el temor a que la CAN acabara viéndose involucrada desde una posición poco ventajosa en un proceso de fusión con entidades de mayor tamaño. Frente a la inacción, la SIP o “fusión fría” con otras cajas de similar o menor tamaño era una estrategia preventiva para evitar ese escenario. En este sentido, en la estrategia de la CAN siempre se ha tenido claro que las compañeras de viaje tendrían que cumplir un par de requisitos: por una parte tendrían que ser cajas de parecido o inferior tamaño, y por otro tendrían que ser ajenas en la medida de lo posible al ámbito geográfico navarro. Lo primero para asegurarse una posición dominante en el control de la sociedad resultante de la fusión. Lo segundo para evitar una duplicación innecesaria de la red de sucursales en un mismo territorio, con los inevitables cierres y despidos que ello hubiera acarreado.
Una fusión “en progreso”.
Cualquier posible fusión entre cajas se ha revelado como una operación extraordinariamente complicada en el pasado. Una de las principales razones es la contaminación política de este tipo de entidades, generalmente identificadas con una determinada comunidad autónoma y más concretamente, por su carácter semipúblico, con cada particular gobierno. Es por ello que se ha elegido una fórmula jurídicamente novedosa –la llamada SIP o “fusión fría”- para hacer realidad la fusión interterritorial evitando en lo posible los vetos políticos. Una vez encontrada la forma de dar viabilidad y cobertura jurídica al intento, otras cajas en situación similar a la CAN rápidamente se interesaron por el proceso.
Sa Nostra.
Como resultaba previsible, por otra parte, no todas las cajas interesadas van a completar hasta el final el proceso de fusión fría que conduce a Banca Cívica. En el caso de Sa Nostra, según parece, las desavenencias que finalmente se han revelado como irresolubles se originan cuando ésta entidad no queda conforme con la valoración realizada de sus recursos propios. Esta valoración resulta clave para todas las cajas implicadas previa a la aceptación definitiva de la fusión fría, puesto que es también la que determina en la SIP resultante el peso y la cuota de poder de cada una.
Caja Canarias y Caja Burgos.
Fuentes internas de la CAN, por el contrario, confirman que con quien no parece que se esté produciendo ningún problema es con Caja Canarias. Otra cuestión es el caso de Caja Burgos. La fusión fría cuenta tanto con el respaldo de la propia caja como con el de las fuerzas empresariales de la provincia. Sin embargo, en algunos ámbitos se comenta que existe con la Junta de Castilla-León un significativo punto de fricción. Este punto se referiría muy concretamente a la exigencia por parte de la Junta de una despolitización radical de las cajas de ahorro. Una exigencia que, lógicamente, afecta especialmente a la CAN ya que el presidente del gobierno navarro es al mismo tiempo el presidente de Caja Navarra. Otro factor de peso es el reparto resultante del poder interno. El ultimísimo movimiento de la Junta de Castilla León ha sido sumar a la dote Caja Avila y Caja Segovia para llenar el hueco de Sa Nostra. De esta manera, aumenta sustancialmente la cuota de poder castellano en Banca Cívica. Como decíamos, Banca Cívica es una “fusión en progreso” todavía.