El pasado jueves 23 de junio, la Asamblea de Madrid fue nuevamente un foco de polémicas que irritó a la izquierda y a la patulea «progre» en general. En esta ocasión, a raíz de un rifirrafe entre la profesora e investigadora Alicia Rubio y el activista LGTBI de Más Madrid llamado Eduardo Rubiño.
La parlamentaria conservadora le aconsejó al activista comunista que «se cuidase» durante la celebración del llamado «Orgullo LGTBI», en los próximos días, en Madrid. Le dijo simplemente que tuviera cuidado, como puede hacer una madre con su hijo cuando este sale de fiesta cualquier sábado.
Ahora bien, la progresía imperante ha reaccionado muy enfurecida, en una actitud inconscientemente negacionista. No hablamos ya de cuestiones de seguridad ciudadana, sino de salud inmunológica. La transmisión de enfermedades como el VIH, el SIDA y la gonorrea puede ser alta en estos festejos.
Hablamos de esa misma «progresía» que no solo cree tener una «superioridad moral», sino también una «superioridad racional» que no es nada más que un racionalismo acientífico plagado de abstracciones ideológicas de laboratorio. Eso sí, por mucho que les demos más consejos que puedan enfurecerles, sigamos nuestro camino y no nos callemos. Me explicaré mejor a continuación.
Terrorismo islamista en un bar «gay» de Noruega
Dos días después del rifirrafe previamente mencionado, nos despertamos con una noticia escabrosa, terrible. Dos asesinados y más de doce heridos en un tiroteo que tuvo lugar en un bar de ambiente «gay» de Oslo, la capital de Noruega.
El autor de estos hechos fue un iraní que ya había intentado atentar en otra ocasión y que había sido ya condenado a prisión por otros delitos. Este llegó con su familia, según dicen, cuando era pequeño, bajo el llamado «estatus de refugiado».
El caso es que un islamista ha actuado de manera perversa y criminal contra personas homosexuales. Sí, contra personas no heterosexuales, de esas a las que la izquierda dice proteger constantemente de una supuesta «discriminación e intolerancia rancia».
Pero en este caso, ninguno de esos «adalides de la tolerancia» ha manifestado su preocupación por el origen y causa del suceso. Otra vez, han vuelto a «atizar a la ultraderecha ultraconservadora», acusándola de tener prejuicios racistas y xenófobos.
El Islam es la verdadera homofobia
Les guste o no les guste escuchar, la verdadera amenaza para la libertad y la integridad física de las personas no heterosexuales no está en reacciones contrarias a esa ingeniería social que los utiliza como rehenes de causa totalitaria.
La amenaza no estará tampoco en la defensa del matrimonio como unión indisoluble entre un hombre y una mujer; tampoco en el reconocimiento de la inviabilidad de las familias LGTB (como postula el llamado Informe Rekers).
Los principios cristianos no ponen en peligro la dignidad humana de ninguna persona. Tampoco ninguna otra clase de conservadurismo (de hecho, recordemos que hay algún que otro homosexual que es consciente de la realidad, de que la agenda «progre» le hace más mal que bien).
El problema vendrá del Islam, que en base a su concepto de sumisión, pone en grave peligro la dignidad y la libertad de las mujeres así como de aquellos varones que no sienten atracción hacia personas del sexo opuesto.
Del mismo modo que la Sharia fomenta la lapidación y el estrangulamiento, los flujos invasores migratorios que afectan a Europa (principalmente, su mitad occidental) se han convertido en toda una amenaza para estas personas.
A problemas generales de seguridad y una clara negativa a integrarse en la sociedad que les acoge, se suma su interés en poner en peligro a ciertas personas. Esto lo harán en los «estercoleros multiculturales» que alimenta la «progrez» y en zonas de gran afluencia turística y colectiva.
Más seguridad, menos instrumentalización
En las llamadas «zonas libres de ideología LGTBI» que se declararon en casi un tercio del área geográfica de Polonia, no ha habido agresiones ni asesinatos concretos contra las personas homosexuales. Simplemente hubo mociones institucionales de impulso social contra el totalitarismo de género.
En cambio, la multiculturalidad, dada su problemática índole, puede poner en peligro todas las libertades de las personas occidentales. Sí, por mucho que los que tratan a los homosexuales como rehenes defiendan estos modelos para arremeter contra la Cristiandad.
Con lo cual, hemos de cuidarnos de la amenaza islamista y de la problemática multicultural. Para ello necesitamos un mayor control fronterizo, leyes de seguridad mucho más severas y derecho de los individuos a defenderse con armas cuando sea necesario.