Seguramente que Elon Musk se haya hecho con el control de Twitter no va a resolver el problema de que exista un discurso único dominante a escala global que monopoliza los grandes medios, el cine, la música, la cultura y las series. Es más, seguramente Elon Musk forma parte del problema y si no el tiempo lo dirá. Ahora bien, entretanto la izquierda parece sumamente preocupada de esta operación corporativa de Musk. Como si de algún modo Musk representara una cierta amenaza para la falta de libertad ya patente en Twitter, la cual por ejemplo cierra la cuenta de alguien piense que los hombres no se quedan embarazados, o permite la existencia de la cuenta de Maduro u Otegui pero cierra la de Trump. Desde este punto de vista puede resultar comprensible la inquietud de la izquierda porque con Musk o pierde (con lo cual hay un riesgo) o en el mejor de los casos sigue igual, no tiene nada que ganar.
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No obstante todo lo anterior, el propio Elon Musk ha entrado en el debate y ha publicado un tuit expresando muy gráficamente su posición. Como puede apreciarse, Musk considera que siempre ha sido una persona ligeramente izquierdista y que no se ha movido de su posición. No obstante, considera que desde el año 2008 la izquierda se ha extremado y radicalizado, desplazándose muy a la izquierda, de forma que lo que antes era era el centro o el centro-izquierda ahora se ha convertido en derecha.
— Elon Musk (@elonmusk) April 28, 2022
Resulta curiosa la explicación de Musk porque puede aplicarse tal cual a España y seguramente a todo el planeta. En los últimos años asistimos a un radicalización notable de la izquierda que cambia la percepción de lo que es derecha, centro e izquierda. A fin de cuentas decir centro, derecha o izquierda no significa nada. Son todo posiciones que dependen a su vez de otras posiciones relativas. Cuatro grados bajo cero es frío, en Pamplona, pero puede ser calor en Svalbard.
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Volviendo a la política, el blanqueo de formaciones extremistas, violentas, antidemocráticas, liberticidas y antiespañolas que está llevando a cabo el PSOE para normalizar los pactos y alianzas que le mantienen en el poder, puede llegar a un punto en que todo el que esté a la derecha de Josu Ternera puede ser considerado un fascista. Cuando los voceros del PSOE y sus socios llaman fascista a todo lo que está a su derecha, y todo lo que está a la derecha del PSOE ha tenido en algún momento de los últimos años la experiencia de haber sido llamado fascista, el resultado siguiendo el esquema de Musk es que la izquierda es la ETA, Podemos el centro y el PSOE la derecha. Puede parecer exagerado pero basta echar un vistazo por algunas conocidas cuentas de Twitter o por los foros y comentarios de las noticias de algunos medios para darse cuenta de que no.
Permítanme corregir a Elon https://t.co/o0F7V9wDC5 pic.twitter.com/OWYX8qcRWs
— Dani (@jodi_endo) April 28, 2022
Interesa tener claro este esquema porque a lo mejor, contra lo que escuchamos constantemente, a lo que estamos asistiendo en el mundo no es a un auge de la extrema derecha, sino a una radicalización de la izquierda. Obviamente, cuanto más se radicaliza la izquierda más gente va quedando a la derecha y más hay que desplazarse hacia la izquierda para seguir siendo políticamente correcto y manteniendo una posición central. En un marco en el que ser de izquierdas es bueno y de derechas malo, no sólo es malo ser derechas, sino que es mejor ser de extrema izquierda que sólo de izquierda. Si el bien es la izquierda y cuanto más izquierda mejor, la izquierda se convierte en una competición por ver quién es más izquierdista. La lógica de este marco es que crezca la extrema izquierda y que cada vez la izquierda sea más radical, así como que si uno no se mueve hacia la izquierda al compás de esta radicalización cada vez queda ubicado más a la derecha. La buena noticia final es que al final todos acabaremos siendo de derechas, salvo el que piense exactamente lo mismo sin distanciarse ni un milímetro de lo que piense el izquierdista más radical.
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Un comentario
en cualquier caso se cumple la regla «PP el voto inútil»