Corría el día 20 de abril del año 2020, en plena primera ola de la pandemia, cuando en Navarra el Departamento de Salud anunciaba que había recuperado y retirado más del 90% (43.467 unidades) de las mascarillas defectuosas que el propio Gobierno de Navarra había repartido por los hospitales navarros, centros de salud y centros sociosanitarios, entre el 1 y el 16 de abril, de la ilustremente desconocida marca china “Garry Galaxy”, procedentes de una partida suministrada por el Ministerio de Sanidad.
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. @salud_na recupera y retira más del 90% de las mascarillas defectuosas repartidas en Navarra#Navarra #CoronavirusNavarra #COVID19 https://t.co/RvjpPwSXrL
— Salud – Osasuna (@salud_na) April 20, 2020
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Conviene recordar estas cosas porque, como todo el mundo sabe, lo que no ha hecho Ayuso o no ha sucedido en Madrid parece que nunca existió.
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Todas esas mascarillas defectuosas procedentes del Gobierno de España, que a su vez el Gobierno de Navarra distribuyó, formaban parte de un lote de 2,1 millones de unidades, que a su vez formaban parte de una compra de 8,8 millones de mascarillas por un importe de 31,3 millones de euros. El precio medio por tanto de las mascarillas fue de 4,2 euros. Todo el lío que se ha montado en Madrid en relación a un hijo del Duque de Feria que actuó como comisionista es por unas mascarillas no defectuosas a un precio unitario de 6 euros. Si hay que elegir entre unas mascarillas eficaces a 6 euros y unas ineficaces por 4,2 a lo mejor resulta que el Gobierno de España no hizo una compra mejor que la del Ayuntamiento de Madrid. Pero lo del Gobierno de España no es noticia, no interesa recordarlo, a la Fiscalía no le interesa y mucho menos se piden responsabilidades por la actuación. ¿Y acaso no había comisionistas, intermediarios y facilitadores en las compras del Gobierno de España y en las de todas las comunidades autónomas. No nos enteraremos jamás de quién se forró con las mascarillas de la afamada marca Garry Galaxy si no las compró nadie de Madrid ni del PP.
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Adicionalmente cabría recordar que, tras retirar las mascarillas, el Gobierno de Navarra tuvo que realizar pruebas PCR a todos los profesionales sanitarios a los que previamente se las había repartido y que las habían usado. En la CAV, donde sucedió algo parecido, se detectaron 100 trabajadores de Osakidetza infectados que habían usado las mascarillas defectuosas.
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El gobierno no sólo falló a la hora de comprar mascarillas. El Sindicato de Enfermería de Navarra SATSE puso el grito en el cielo en este caso de las Garry Galaxy no sólo por su distribución, sino porque además “se ha cometido una gravísima tardanza en la retirada de las mascarillas defectuosas, de más de cinco días, desde que se diera la voz de alarma, el pasado domingo 12 de abril”.
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Pero nada de esto se recuerda ni parece que sucediera jamás, si no estuvo el PP de por medio y no sucedió en Madrid.
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Por supuesto al mismo tiempo que el gobierno por un lado compraba las mascarillas que fuera, a quien fuera, al precio que fuera, por otro lado desaconsejaba el uso de mascarillas a la población general. O recomendaba una ilógica cuarentena inversa consistente en, tras haber estado con un infectado, seguir haciendo vida familiar, laboral y social normal hasta no tener síntomas. Por esta irracionalidad nadie ha pedido tampoco ninguna explicación.
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En realidad, a lo mejor es muy comprensible el interés de la izquierda y todos sus altavoces mediáticos por hablar sólo de Madrid. Podría pensarse que si la izquierda es la primera en haber hecho compras de material defectuoso, a precios estratosféricos y sin duda con comisionistas y facilitadores de por medio, no tendría que tener ningún interés en remover este asunto. Por el contrario, lo que pretende es hablar de Madrid precisamente para desviar la atención de todo lo suyo. Mejor que defenderse vivir instalado en el ataque preventivo y que el que tenga que pasarse la vida defendiéndose sea el otro.
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