Este otoño, ha sido noticia en España que, a partir del próximo año 2022, será obligatoria la expedición de una cédula de identidad (en España es más bien conocida como DNI, que es el acrónimo del término “Documento Nacional de Identidad”) para los animales que tengamos en propiedad.
Así lo marca la Ley de Protección y Derechos de los Animales, entre cuyos puntos encontramos la obligatoriedad de un curso de acreditación para tener mascotas, la prohibición del sacrificio animal, el veto a los fines de silvestrismo y la censura de los espectáculos con animales como pudieran ser los conocidos circos, bastante populares.
Aún no se ha concretado si el formato de esta cédula será físico (papel o plástico) o digital. En estos momentos, desde el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030, señalan la necesidad de tener una base de datos que identifique a todas las mascotas, contemplando no solo su historia clínica o sus detalles de vacunación.
Dicho esto, bajo mi absoluta sensibilidad y preocupación ante el maltrato animal (por sentido común y por empatía, sin necesidad de disquisiciones filosóficas e ideológicas), considero que he de manifestar dos reservas importantes a esta medida contemplada en la disposición legislativa previamente mencionada.
Tendencia a la “humanización” de los animales
Uno de los aspectos característicos de esta medida es que contribuye a la moda de los últimos años, fomentada por la propaganda ideológica “progre” y determinadas escuelas de pensamiento y grupos de presión (sí, de presión, hostigamiento y linchamiento), y conocida como “animalismo”.
Nos referimos a uno de los distintos conceptos de la cuarte fase revolucionaria (siguiendo la secuencia descrita inicialmente por Plinio Correa de Oliveira), que pretende poner a los animales en el centro de todas las cosas, a modo de deificación, sin tener en cuenta ni siquiera procesos de la naturaleza como la llamada cadena trófica y el hecho de no ser seres racionales.
Ya se ha dicho que no hay motivos para tolerar el maltrato animal. De hecho, no veo mal que haya algún mecanismo de castigo legislativo o normativo de conductas injustificadas, que no obedecieran a razones sanitarias, ambientales o de defensa propia (lo cual es un derecho intrínseco a cada uno de nosotros).
Tampoco se va a negar que los animales de compañía generan beneficios psicológicos para personas con cuadros ansioso-depresivos así como en un factor de estímulo para aquellos que tengan alguna discapacidad (no necesariamente motora) o se encuentren en soledad o alejados de sus seres queridos en centros geriátricos (personal de la tercera edad).
Lo que ocurre es que se pretende subvertir la concepción del orden natural para convertirlos en “deidades” que estén no solo al mismo nivel que las personas, sino en ocasiones por encima de las mismas (como ocurre con las excesivas adoraciones a la “Madre Tierra”, que articulan una “falsa religión” para la cual se quiere hacer uso de figuras como Greta Thunberg).
Incluso cabe advertir de que son varias las contradicciones de la “lógica progre” ya que mientras que “sobreprotege” a la especie animal, avala que el Bienestar del Estado y el relativismo contribuyan a depreciar la dignidad humana: individualismo disolvente de lazos familiares, promoción del aborto y de la eutanasia, abandono de personas mayores, etc.
Invasión a la privacidad del propietario del animal
Curiosamente, con la implantación de las cédulas de identificación animal, un ser vivo como pudiera pasar nuestra mascota no solo estaría sujeto a los designios ideológicos del animalismo, sino que se convertiría en un mero conjunto de ceros y unos en los sistemas digitales de almacenamiento de información del Estado.
Al mismo tiempo, una mayor proporción de la propiedad general de los individuos pasaría a estar controlada, en concepto de toma de información, por parte de los burócratas de turno. Pero no solo en la medida en la que se puede saber qué medio de pago serviría para abonar las hipotéticas tasas de la identificación animal.
Como ocurre con sus transacciones financieras y la cantidad de dinero que tiene depositada en las cuentas bancarias, se le va a proporcionar al Estado un mayor volumen de información, ya que contaremos con registros que combinen la identidad personal del propietario con los detalles del animal, los desplazamientos geográficos y los lugares de residencia.
Con lo cual, habrá menor privacidad para el individuo, y al generar nuevos conceptos de datos, estamos aumentando en gran medida, como ocurrirá con otros aspectos, las oportunidades para que los Estados modernos nos monitoricen y hagan predicciones que les permitan estimar otras medidas contrarias a nuestra libertad y prosperidad.
Sentido común frente al idealismo socialista
Hay que cuidar a los animales así como proteger la naturaleza. De hecho, para quienes somos cristianos, se trata de un deber moral por cuanto y en tanto entendemos que respetamos lo que es parte de la Creación de Dios. Pero una cosa es ser generoso y otra deslizar demasiado en la pendiente de la sinrazón revolucionaria.
A su vez, si bien es cierto que no se trata de una noticia de índole americana, sí que creo conveniente tener en cuenta este tipo de medidas, que pueden ser adoptadas por otros Estados modernos que no solo abracen las concepciones revolucionarias del animalismo y del ecologismo, sino que ansíen por erosionar nuestra libertad, propiedad y privacidad.
Un comentario
Ya puestos, que ellos tengan la obligación de pagar los impuestos en vez de su dueños.