Si de algo podemos estar bastante seguros desde el inicio de la pandemia es que estamos pésimamente informados, más aún si tratamos de informarnos de fuentes oficiales y supuestamente fiables. Esas que nos decían en marzo de 2020 que no había que preocuparse, o que tras estar con un contagiado había que seguir haciendo vida familiar y laboral normal, o que no era recomendable la mascarilla. O que el virus no se transmitía por aerosoles. O que la inmunidad de rebaño llegaría con el 70% de vacunados. O que la eficacia de la vacuna era del 95%. Ahora mismo, por ejemplo, ¿cómo se justifica la tercera dosis de refuerzo de la vacuna? ¿Sabemos qué esta pasando?
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Si atendemos a todo lo que se está publicando resulta bastante evidente lo contradictorio de todas las informaciones que se nos están transmitiendo. ¿Para qué necesitamos una vacuna de refuerzo? ¿Cuál es el peligro de Omicron? Si el problema es que la eficacia de la vacuna se desvanece con el tiempo, entonces a lo mejor la solución es la dosis de refuerzo, pero si el problema es que el virus ha mutado y la nueva cepa se escapa a la protección vacunal, ¿la solución es un nuevo chute de una vacuna que no funciona o una nueva vacuna adecuada a la nueva cepa?
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Si, como es de temer, el problema de Omicron es que se trata de una cepa que se escapa a las vacunas desarrolladas hasta ahora, ¿qué sentido tiene imponer el pasaporte COVID por ponerse una vacuna que no protege contra la nueva cepa? ¿Cuál es el equivalente en vacunas que no funcionan a una vacuna que funciona? ¿Cuatro dosis de una vacuna que no funciona equivaldrían a una dosis de una vacuna que funcionara? ¿Eso es ciencia? Estamos viendo cómo se mezclan las vacunas, se amplía el número de dosis previstas… ¿alguien se cree que todo eso lo tenían previsto los desarrolladores de la vacunas cuando las diseñaron? ¿No es evidente que se está improvisando sobre la marcha? ¿Hasta qué punto controlan lo que pasa nuestros bienamados gobiernos? ¿Están experimentando con nosotros?
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Ya con Delta padecíamos la incógnita de no saber si es que la variante eludía a las vacunas o era que el efecto de las vacunas se desvanecía en muy poco tiempo. El interrogante se acentúa con Omicron. ¿Necesitamos una tercera dosis o una nueva vacuna? ¿No saben la verdad o no nos la cuentan? Tras ponernos una tercera vacuna, ¿llegará a continuación la nueva vacuna? ¿Cuántos sellos va a tener que incluir el certificado covid de un ciudadano cualquiera al cabo de un año para poder gozar del 75% de sus derechos en vez de sólo el 15%? ¿Cuáles van a ser los resultados de atiborrarnos de fármacos?
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¿En el gobierno hay alguien dedicado a hacerse preguntas, o todos se dedican a prohibirlas?
Por lo que estamos viendo, el resultado hasta ahora no está siendo que los contagios, las hospitalizaciones o las muertes hayan descendido en un 95%. Es decir, da la impresión de que o se van reintroduciendo periódicamente las restricciones, las mascarillas y los recortes de derechos (como antes de que hubiera vacunas) o vuelven a dispararse las cifras de contagios, hospitalizaciones y muertos. ¿Para qué haría falta la dosis de refuerzo a las que ya nos pusieron hace sólo unos meses si todo estuviera yendo bien? ¿Cuándo nos tendrán que poner una dosis de refuerzo para la dosis de refuerzo? Si tenemos que vacunarnos 30 veces, ¿no se multiplican también por 30 las posibilidades de tener efectos secundarios? ¿Cómo se justifica más el pasaporte COVID obligatorio, con una vacuna que funciona o con una que no funciona? ¿Qué es funcionar y qué es no funcionar? Con un 94,7% de mayores de 40 años vacunados, ¿realmente se nos puede decir que el repunte que se está produciendo es culpa del 5,3% de no vacunados? ¿Acaso sería ya muy distinto el panorama o serían necesarias menos restricciones con el 100% de vacunados? No tenemos las respuestas a todas estas cuestiones y otras, pero nos hacemos las preguntas ahora antes de tener que renunciar a cuestionarnos las cosas para que nos den nuestro certificado de ciudadanos de primera no segregados.
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