El lío monumental que tenemos montado hoy, ¿es hijo de la Constitución?

Ayer volvió a conmemorarse un nuevo aniversario de la aprobación de la Constitución del 78. Un aniversario cuanto menos curioso. Por momentos parecía que el PSOE, que ha elegido para gobernar a todos los enemigos declarados de la Constitución, era el único partido defensor de la Constitución. Por otro lado lo grave no es que los socios del PSOE sean enemigos declarados de la Constitución, sino que sean enemigos declarados de España, de la libertad, de la familia, de la Tradición, de la propiedad… En realidad, si una constitución es buena o mala deberíamos juzgarlo a la vista de cómo sirve a España, la libertad, la familia, etc. En este sentido, ¿tenemos una constitución de la que sólo podamos hacer celebraciones y decir parabienes o hay alguna cosa que criticar?

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Desde luego parte de la respuesta a la pregunta anterior dependerá del diagnóstico que hagamos de la situación del país. Si pensamos que España va estupendamente bien, seguramente podremos pensar que en alguna medida es gracias al marco constitucional. Si por el contrario pensamos que España va mal y que afrontamos graves problemas, lo suyo sería pensar que alguna culpa tendrá la Constitución, esta Constitución.

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Por optimistas que seamos no cabe duda de que algunas cosas van mal. Tenemos a la ETA histórica y a los partidos catalanes del golpe en el gobierno. El nacionalismo controla gran número de comunidades. Los golpistas fueron parados sólo para volver a ser repuestos en el poder y encima padecemos un gobierno dependiente de ellos, sometido por tanto a ellos. Hemos pasado de intervenir la Generalidad a que nos intervenga la Generalidad. Para las plataformas y los partidos que no son nacionalistas ni de izquierdas es difícil celebrar un acto público en muchos lugares de España por la violencia que se ejecuta contra ellos, no sólo en las comunidades gobernadas por el nacionalismo. Ayer se habló del peligro de judicializar la política, cerrando los ojos al riesgo, mucho mayor, de politizar la justicia. Como ser enemigo de España en media España es una garantía para recibir subvenciones apabullantes, ser enemigo de España en España es casi una forma de vida. En cuanto a la libertad, el mismo gobierno que ha declarado un estado de alarma ilegal y ha cerrado ilegalmente el Congreso, o pretende expulsar de las ruedas de prensa oficiales a los periodistas que le resultan incómodos, pretende aprobar un certificado de obediencia que someta a una muerte civil a todos los que no sigan sus directrices. Una nueva Ley de Inseguridad viene de camino para generar un estado de impunidad frente a la kale borroka del nacionalismo y la extrema izquierda. Por lo que respecta a la propiedad, Podemos recordaba ayer que todo lo nuestro es suyo. Porque además de los separatistas que quieren destruir España también tenemos en el gobierno a los comunistas que quieren destruir la libertad y la convivencia.

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La libertad educativa es ya casi una quimera. Frente a una cosa pública que podría y debería ser  libre y plural, se impone un ateísmo de estado uniformizador. No ya es que la mayoría de las familias que no tienen dinero para la escuela privada estén a punto de perder el derecho en la escuela pública a una formación religiosa voluntaria para sus hijos, sino que se imponen asignaturas obligatorias en las que se adoctrina a todos los escolares contra los valores de sus familias, o en valores que sólo son propios de la izquierda o del nacionalismo. Estudiar en español también es un derecho que se va diluyendo como los efectos de una vacuna pero sin pinchazo de refuerzo y sin combatir la enfermedad. Somos un estado social, pero dependiente de la financiación y el aval exterior, quebrado por la ineficaz e impagable maraña de administraciones crecientes, redundantes y superpuestas, saturadas de chiringuitos y corrupción.

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Podría pensarse que bajo las anteriores premisas la izquierda y el nacionalismo están al menos encantados con la Constitución, pero ese es quizá el mayor fracaso de todos de la Constitución. La Constitución del 78 otorgaba un gran poder a los territorios, en la esperanza de que toda esa capacidad de administrarse, autogestionarse e impulsar los particularismos apaciguaría a los nacionalismos. Por supuesto los nacionalistas han aceptado ese marco sólo para desbordarlo y utilizarlo contra los no nacionalistas dentro de sus territorios y contra el resto del país en general. Naturalmente no están contentos pese a todo el poder que les ha sido otorgado. Al igual que la extrema izquierda no quieren casi todo el poder, quieren todo el poder.

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En el delirante discurso en el que se instala la extrema izquierda la Constitución del 78 es una imposición del franquismo. Como si el franquismo hubiera impuesto un estado aconfesional, el estado autonómico, el cupo vasco, los Mossos, la Generalidad, los sindicatos, las elecciones, la libertad de expresión.. Por el contrario, en la Transición se le hicieron a la izquierda y a los nacionalistas cesiones apabullantes, por lo que abrazaron entusiasmados la causa de la Constitución, pero no para serle leales, sino para hacerse con los instrumentos de los que les dotaba para ir socavando el país. Así hasta llegar a Sánchez, Cerdán y Batet.

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La izquierda ya no oculta su deseo de reformar la Constitución, o incluso sustituirla, porque la izquierda no acepta un marco de juego amplio en el que quepa todo el mundo. Para la izquierda la Constitución debe coincidir exactamente con su programa electoral: justo lo que no debe pasar con ninguna constitución. Por lo demás no falta el cinismo de pretender que la monarquía no fue refrendada, por ejemplo, o tampoco la indisoluble unidad, pero sí lo fue el estado autonómico, el cupo vasco o la Transitoria Cuarta. Aunque todo se aprobó en bloque lo que les interesa lo consideran refrendado, lo que no les gusta no.

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Por supuesto hemos llegado al extremo de que a fin de cuentas da igual lo que diga la Constitución. La Constitución dice lo que el Tribunal Constitucional dice que dice. Y el Tribunal Constitucional, ¿de quién depende? Pues eso. La Constitución puede decir blanco o negro según la mayoría política de la que depende el Tribunal Constitucional. De hecho la composición del Tribunal Constitucional ni siquiera es ya la que determina la Constitución.

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Tras todos estos años de Constitución del 78 hay una cosa a favor de esta constitución y es que desde luego podría ser sustituida por otra peor, o por una ilimitada reinterpretación a peor de la propia constitución actual. La pregunta no obstante podría ser, ¿sería posible también una constitución mejor? Lo malo que tiene esta Constitución no es los años que tiene o que muchos españoles, por edad, no la votaran en su día. Una Constitución no está para votarse frecuentemente ni periódicamente, como un gobierno. La Constitución está para establecer al poder (AL PODER, NO A LOS CIUDADANOS) una serie de límites y derechos que configuren un marco político estable, así como lo bastante amplio como para que las diferencias se puedan resolver pacíficamente dentro de ese marco, en vez de abocar al país a un enfrentamiento civil. ¿Está consiguiendo eso esta Constitución? Las buenas constituciones, aunque claras, suelen ser breves y bastante genéricas. Las buenas constituciones suelen partir también de la desconfianza hacia el gobierno. Cualquier constitución sería buena con un gobierno de santos, el problema es que hace falta una constitución a prueba de mentecatos, que garantice los derechos fundamentales también y sobre todo cuando llegan al poder los enemigos de la libertad.

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Volviendo al principio resulta pertinente la pregunta de si el lío monumental que tenemos montado actualmente en el país tiene algo que ver o no con el marco constitucional, no sea que sí. O sea, se suele oponer como constitucionalistas a quienes se enfrentan a los nacionalistas o a los ultraizquierdistas antisistema, ¿pero y si de algún modo estos son hijos de ese sistema y de ese diseño constitucional? Entonces, y sin prejuzgar la respuesta pero sin dejar de lanzarla, ¿no es agravar todavía más el problema seguir apostando por reafirmar esta Constitución?

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Un comentario

  1. Veamos algunos logros de la Constitución en 43 años:
    Paro
    Sueldos de miseria
    Trabajos temporales
    Impuestos abusivos
    Pérdida poder adquisitivo
    Vivienda inalcanzable
    Deuda externa perpetua
    Partitocracia corrupta
    Sindicatos apesebrados
    Chiringuitos subvencionados
    Rescates a bancos
    Desahucios a españoles
    Estafa en las pensiones
    Autonomías: despilfarro y separatismo
    10 suicidios diarios
    Inseguridad y delincuencia
    Sustitución étnica
    Adoctrinamiento cultural progre
    Estado policial – dictadura sanitaria

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