En octubre de 2020 infocatolica.com publicaba un artículo de Jorge Soley titulado “Las 7 fases de Orwell hacia el totalitarismo”. En realidad no es que Orwell dejara explícitamente sentadas esas bases en alguno de sus escritos, sino que Soley hace referencia a un libro de Michel Onfray, titulado “Teoría de la dictadura”, el cual se inspira en las ideas de Orwell y en el que se deducen esos siete pasos hacia la dictadura perfecta e invencible tipo 1984. El artículo de Soley resumiendo esos 7 pasos, en todo caso, daba ya mucho que pensar hace un año y, lamentablemente, más todavía da que pensar este año. ¿Pero cuáles son esas siete fases hacia el nuevo modelo de dictadura orwelliana y cómo las describe literalmente Soley?
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1ª fase: Destruir la libertad
Las libertades reales se restringen cada vez más (algo compatible con un grandilocuente discurso que proclama que estamos conquistando nuevas libertades con cada día que pasa). Los controles sociales crecen exponencialmente, todo (mensajes, presencia, movimientos, actividades…) es trazable y rastreable. Y por supuesto la libertad para pensar fuera de la ideología oficial se desvanece entre memorias históricas, delitos de odio y una lista interminable y siempre creciente de fobias.
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2ª fase: Empobrecer la lengua
La lengua se convierte en herramienta de combate ideológico, en arma política. Se usa para cambiar mentalidades, para recordar continuamente los límites de lo establecido como políticamente correcto y que no se deben traspasar. Se crean listas de palabras y expresiones tabúes, se crean listas de palabras y expresiones correctas que deben seguir los medios de comunicación, las instituciones, las empresas… Y también se usa para camuflar la realidad, para ocultar sus aspectos más desagradables. Y sobre todo, se corrompe la lengua a base de estereotipos, un conformismo absoluto y la repetición martilleante de los eslóganes del día.
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3ª fase: Abolir la verdad
No hay verdad, sino diferentes perspectivas… Pero que se preparen quienes disienten de esta nueva «verdad» oficial que sostiene que, bajo ningún concepto, existe la verdad. Y como todo son perspectivas, muy respetables todas ellas, todo es posible. Al final, en esta competición entre perspectivas se acaba imponiendo una, la del poder. Y lo hace con toda su fuerza.
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4ª fase: Suprimir la historia
Reescribirla, cambiándola a diario si es necesario para poderla usar como arma ideológica. Con leyes y delitos que impongan la versión que le interesa al poder.
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5ª fase: Negar la naturaleza
Consecuencia de la rebelión contra todo lo dado, emancipación de los límites que impone un Creador. Hay que deconstruirlo todo, porque como ya avisó Picasso, si no está en nuestras manos crear (por mucho que se intente, siempre partimos de una materia prima ya creada), al menos sí podemos destruir lo creado.
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6ª fase: Propagar el odio
Quienes promueven el totalitarismo saben que el fomento del odio es una poderosísima herramienta movilizadora y no dudan en azuzarlo y dirigirlo con determinación sobre quienes osan disentir y cuestionar sus proyectos.
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7ª fase: Aspirar al imperio
Un Imperio que englobe el orbe entero y que supere fronteras, naciones, tradiciones diversas, que las haga picadillo para abarcar a la humanidad entera.
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Desde luego se podrían ampliar, matizar o cuestionar todos o algunos de los puntos, pero no cabe duda de que básicamente no nos encontramos ya ante una predicción, sino ante una mera descripción. Y la realidad que nos describe este escenario obviamente es una jaula. Una dictadura cuyos barrotes no empiezan ante nosotros, sino dentro de nuestra cabeza. A fin de cuentas esto es lo peor de la pesadilla orwelliana y del termitero socialista que describía en 1984. Ya casi podemos decirle respecto a las siete fases descritas que cualquier diferencia con la realidad es producto de su imaginación. Y esto no pinta que vaya a ir a mejor. Y desde luego no va a ir a mejor sin mediar algún tipo de rebelión.
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