Si el gobierno te sorprende un día con la imposición de un curso para poder tener un perro, ¿con qué no te podrá sorprender al día siguiente? Efectivamente, los partidos que mantienen encendida la luz del chavismo en España han determinado que antes de poder tener un perro habrá que superar un curso, lo que nos llevará a preguntarnos si es que no quieren o es que no pueden dejar de hacer a diario este tipo de cosas.
El Gobierno obligará a realizar un curso a todos los que quieran tener un perro como mascota https://t.co/mfBjadAxZB
— EL ESPAÑOL (@elespanolcom) October 6, 2021
Como primer pensamiento, que muchas personas han tenido, podría señalarse que nos estamos convirtiendo en un país en el que resulta más fácil abortar que tener un perro. También estará más perseguido, o por lo menos peor visto, maltratar a un perro que a un simpatizante de VOX. Los derechos de los animales crecen tan rápido como decrecen los derechos de quienes no están de acuerdo con el gobierno, incluidos derechitos insignificantes como tener abierto el Congreso para poder debatir, por ejemplo, aunque el gobierno sea más de mesas bilaterales de diálogo sin publicidad ni oposición. Vamos, que el gobierno cierra ilegalmente el Congreso pero de lo que toca hablar ahora según parece es de los cursos para tener perros.
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Desde luego algunos van a salir más preparados para tener un perro que para tener un hijo, para casarse o para ser diputado, y desde luego va a ser más fácil deshacerse de una pareja o de un hijo que de una mascota. Claro que tampoco se ha explicado con cuántas asignaturas suspendidas podrá pasarse el curso para ser dueño de perro. Tampoco se ha hablado de lo que va a costar este asunto. O sea, los cursos cuestan dinero. ¿Cuánto vamos a quitar del cajón de los colegios o de las medicinas de los niños para pagar los cursos para perreros?
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Se dice que en España hay unos 20 millones de mascotas, ¿cómo habrá conseguido esta gente vivir sin tener que pagar estos cursos gubernamentales hasta ahora? A cambio el gobierno va a cerrar las tiendas de mascotas, que es donde a alguien que no supiera nada le podían explicar lo básico para cuidar a su perro, o a donde podía ir a consultar, con una serie de pasos y requisitos ya adelantados al ir a comprarlo. Ignoramos si el gobierno no dará por hecho que el que se va a comprar un perro pueda ya saber algo de perros: que comen, que beben, que cagan, que mean, que ladran, que hay que vacunarlos o que hay que salir con ellos a pasearlos.
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Tanta preparación para tener un perro, de todos modos, podría resultar un tanto discriminatorio y especista. Seguramente en el mundo de las mascotas hay mucha más mortalidad entre los peces o las tortugas que entre los perros. ¿Para cuándo un curso para tener peces, tortugas o una granja de hormigas? ¿Para cuándo un curso sobre cómo ir a comprar media docena de churros? Los ciudadanos somos completamente incapaces de hacer nada y necesitamos un curso del gobierno para cada cosa que hagamos, por suerte nos sobran a todos el dinero y el tiempo para apuntarnos a todos los cursos gubernamentales necesarios. Para cada cosa un permiso, para cada permiso un curso, para cada curso un peaje al gobierno.
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No se crean que en esto de los cursos para poder tener un perro resulta todo tan negativo. Se acabó esto de tener que cuidar en vacaciones del perro de tu primo o de tu vecino. Me gustaría quedarme a tu perro, querido cuñado, pero he vuelto a suspender por trigesimosexta vez el curso, igual te tienes que ir buscando a otro cuidador o pillar la indirecta. ¿O no vas a poder tener un perro sin hacer un curso pero se lo vas a poder encasquetar a tus parientes aunque no tengan curso?
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En todo este asunto hay más enjundia de la que parece y se ponen de manifiesto buena parte de los males propios de un gobierno socialcomunista: la híper-regulación, la necesidad de controlar hasta los más insignificantes aspectos de nuestras vidas, la pretensión de cobrarnos hasta por respirar, pero también la equiparación creciente entre los animales y las personas. O por lo menos entre los animales y las personas a las que el gobierno no señala como enemigas. No es que los animales tengan derechos, es que nosotros tenemos ciertos deberes morales hacia ellos, pero con o sin carnet del gobierno. No ser crueles con ellos, por ejemplo, pero porque la crueldad es inmoral, no porque exista un derecho animal. O no tenerlos desatendidos o molestando a los vecinos, porque los vecinos tienen derechos, incluido el de poder vivir como si el vecino no tuviera una mascota, pese a ser meros y despreciables humanos.
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Parece además como que hay un plan deliberado para sacar cada día de la chistera una iniciativa mas o menos estrambótica, destinada a controlar la información, el debate, y aquello de lo que hablamos. Podríamos llamar a esto una meticulosa política comunicativa de distracción planificada, o a lo mejor es que realmente no pueden dejar de normativizar y convertir en ley cada ocurrencia que se les pasa por la cabeza.
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