¿Por qué el #PasaporteCOVID no es una medida sanitaria?

CLAVE SEMANAL

Esta semana, ha sido noticia que el Tribunal Supremo ha autorizado la normativa de la Xunta de Galicia que obliga a los locales de hostelería de dicha región a exigir a sus clientes la posesión de un certificado digital o impreso, con código QR, que permita acreditar si uno ha sido vacunado contra el coronavirus codificado como COVID19 o tiene un resultado negativo en test diagnósticos.

La medida, que había sido previamente tumbada por el Tribunal Superior de Justicia de Galicia, obliga a estos propietarios a abstenerse de ejercer su derecho de admisión, mientras que se vulnera la libertad de elección de unos consumidores que también son pacientes a la hora de elegir tratamiento sanitario (lógicamente, uno busca sobrevivir y tratar de estar sano).

De hecho, se están dando ideas a la también llamada «eurocracia soviética» por parte del Estado italiano. Hablamos del primer país europeo que exigirá este «documento» a los trabajadores, aunque no necesaria y exclusivamente al funcionariado, sino a todo el ámbito laboral. La medida entrará en vigor el próximo 15 de octubre.

Ahora bien, uno puede preguntarse por qué nos oponemos a una medida que está pensada para evitar contagios entre trabajadores, alumnos y clientes. ¿Acaso no implica responsabilidad el ejercicio de la libertad? ¿No se supone que hay que respetar el principio de no agresión? No se preocupen, aclararemos en los siguientes párrafos.

Para comenzar, hay que recordar que existen más patologías contagiosas a día de hoy en el planeta (una de ellas es el VIH, esa cuyo tratamiento verbal requiere cautela no sea que te condenen determinados grupos), pero también, desde el optimismo, saber que la Medicina de hoy es mucho más avanzada, siendo progresivamente más elevada la esperanza de vida.

Puede que en algunos casos la vacuna haya sido eficaz, igual que en otros ha podido no prever sin más el fallecimiento por contagio (no vamos a entrar ahora en el asunto de los efectos secundarios). Pero no podemos convertir este tratamiento en una «verdad oficial discutible», en un «sacramento de la religión estatista».

La ciencia y la tecnología no avanzan a base de la ingeniería social, sino de mecanismos espontáneos de prueba y error. Así pues, de igual modo que uno es libre para vacunarse, también ha de haber plena libertad de discusión sobre estos tratamientos, lo cual puede abrir la puerta, perfectamente, a otras soluciones (ozonoterapia, por ejemplo) o a considerar la inmunidad natural.

Con lo cual, solo cabe reiterarse en que el «pasaporte COVID» es más bien una importación de directrices del Partido Comunista Chino. Partiendo de base, la medida va a servir para incrementar la monitorización estatal de los ciudadanos, vulnerando tanto su privacidad como su derecho a la libertad de elección y circulación.

Así pues, consideramos que no ha de ser esta medida de falso pretexto sanitario uno de los nuevos signos del progresivo, problemático y estrangulador avance del Estado moderno. Al mismo tiempo, felicitamos a aquellos que, dentro del entorno de la soberanía política, se oponen a esta directriz, como es, de momento, el caso del partido político VOX.

Como dice Eulogio López, director del diario Hispanidad, con razón: «La tercera consecuencia del bicho es la mentira institucionalizada. No sabemos nada del virus pero actuamos como si la autoridad sanitaria lo supiera todo. Y lo que sí sabemos es que gracias al virus estamos más controlados cada día que pasa».

Con lo cual, que conste que no nos oponemos a los avances científicos y tecnológicos igual que tampoco somos reacios a que se cuide de nuestro salud. Simplemente se considera que no hay que tener miedo al más allá y que hay que tener cuidado con el cientifismo y la máxima «sin seguridad no hay libertad», ya que, simplemente, parece que nos quieren monitorizar y controlar más.

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