La semana pasada, se convertía en noticia la detención de cinco posibles etarras en una operación de la nueva División Antiterrorista de la Ertzaintza. La operación, que sigue abierta, sigue cobrándose nuevas detenciones. El hecho de que fuera la Ertzaintza la impulsora de la investigación llamaba la atención cuando, por ejemplo, toda la actuación con ETA de la Ertzaintza en el año 2007 se limitó a desenterrar una mochila.
Para encontrar desde la semana pasada otra operación de envergadura contra ETA, hay que remontarse hasta el año 2003 y la desarticulación del comando Vizcaya. Anteriormente, encontramos en el año 2001 el desmantelamiento de los comandos “Totto” y “Buruntza”.
Como encontramos en una información de agencia, esta escasa actividad contrasta con la desarticulación del comando Vizcaya hasta en tres ocasiones en 1991, 1994 y 1998, el comando “Katu” en 1997, o el “Araba” y el “Donosti” en 1996.
Sin atrevernos a proponer que esto explique la situación, resulta interesante sin embargo colocar en paralelo todas estas actuaciones con los sucesos políticos que sucedían al mismo tiempo.
Así, tenemos a finales de 1998 la firma del Pacto de Estella y hasta comienzos del 2000, como parte de la misma estrategia, la consiguiente tregua de ETA.
Hasta el Pacto de Estella, por otro lado, tenemos una dirección política de la Ertzaintza a cargo de José Antonio Ardanza y Juan María Atutxa. Un Atutxa que, en aquellos tiempos, recordémoslo, afirmaba que mucha gente pagaba a ETA a través de Egin o que tenía certeza de las conexiones entre ETA y Egunkaria. Más o menos lo mismo que Nafarroa Bai, formación de la que forma parte el PNV, dice ahora.
Tras esa primera etapa con Atutxa y Ardanza, teniendo como punto de inflexión el Pacto de Estella, se inicia una segunda etapa de sequía de detenciones con Ibarretxe y Balza. El cambio político en el País Vasco, aparentemente, acabe de desencadenar una nueva etapa de eficacia antiterrorista de la Ertzaintza. En un asunto en el que la gente muere asesinada, sería muy grave poder asegurar que las detenciones en el campo policial tienen como causa una serie de hechos paralelos en el campo político. Pero aunque no sabemos si hay una relación causal, sí que parece clara al menos una preocupante coincidencia temporal entre los sucesos en el campo policial y el político.