La sociedad moderna se encuentra en un momento crucial de su historia. Sus niveles de degradación han alcanzado límites insospechados y todo parece apuntar que, al menos, la tendencia degenerativa no va a hacer otra cosa sino aumentar en los años venideros.
Para que el lector tome conciencia de la situación tan grave en la que nos encontramos, me dispongo a evidenciar una serie de datos e que no harán sino poner de manifiesto la decadencia en la que estamos sumidos.
En España, la cifra de abortos anual de 1986 -el año posterior a su legalización- según el Ministerio de Sanidad fue de 411, es decir, 0.05 por cada millar de mujeres. El año 2019 se registraron en España un total de 99 149 abortos lo que equivale a una proporción de 11,53 por cada mil mujeres.
El aumento de los estilos de vida o alternativos -no tradicionales- ha sufrido un vertiginoso ascenso fruto de la prolongación de la niñez y por tanto de la inmadurez. Ello se refleja en la cantidad de asociaciones de tipo feminista, ecologista o de apoyo al colectivo homosexual que en los últimos años han surgido y que año tras año han recibido una mayor cantidad de fondos públicos.
Otra prueba de en la fatídica situación que nos encontramos es la escasa tasa de natalidad de hoy día. Siendo en los años sesenta alrededor de 600.000 nacimientos los que se producían y en el pasado año poco más de 300 000. Un hecho que deja entre ver el lema de carpe diem que la población tiene en sus vidas y la alta preferencia temporal en la que viven
Gran parte de la población no ve algo negativo en esta serie de comportamientos y creen que deben ser tomados muy positivamente en cuenta ya que es muestra del “progreso”.
En primer lugar creo necesario desmentir esta última afirmación pues es muy peligrosa y puede llevar a muchos malentendidos y a consecuencias fatales.
Hay que entender por progreso el aumento del nivel de vida, el fortalecimiento de los núcleos familiares y el alcance de cotas de libertad cada vez mayores (cercanas a la anarquía)
Definido lo que a mi modo de ver es progreso y siguiendo mi razonamiento podemos decir que la sociedad está cayendo en una gran trampa inducida por el monopolio coactivo de la violencia (o Estado) el cual tiene intereses muy pretenciosos en que todo siga tal cual está.
A continuación voy a destacar como el Estado repercute muy negativamente en las diferentes cotas de progreso señaladas anteriormente.
Prosperidad económica
Aunque el pensamiento general de la sociedad es que hemos alcanzado unos niveles de prosperidad que no tienen parangón, este pensamiento es parcialmente cierto y cabe destacar que los elevados niveles de riqueza han sido alcanzados a pesar de Estado y no gracias a él ya que se ha encargado de dificultar el camino por todos los medios.
En primer lugar con el aumento de la expropiación de la renta que lejos de “solo” acarrear una disminución del ahorro, la expropiación de a) para dárselo a b) (asistencialismo) produce un desincentivo a la productividad tan grave o más si cabe que la falta de ahorro.’
El cambio del patrón oro (sistema que limitaba la expansión monetaria sin límites) al respaldo del gobierno tampoco ha ayudado. Los gobiernos en su afán natural de generar personas dependientes y así tener un mayor poder llevó a crear los sistemas de seguridad social en los países occidentales, sistemas insostenibles financiados con deuda pública. Ahí es precisamente donde entra el dinero fiduciario, capaz de sacar al gobierno de apuros y saldar sus deudas a costa de los ahorradores, que ven reducido el valor de sus depósitos en cuestión de pocos años.
Además las crisis inflacionarias generan un desequilibrio sin parangón que no hace otra cosa que agravar la crisis.
Familia
Los núcleos familiares siempre han sido una barrera a batir por los socialistas(estatistas), no hay que irnos muy lejos y ver como uno de los más afamados intelectuales socialistas, Friedrich Engels, reconocían a la familia como fuente de la moralidad burguesa y es por ello que la combatieron. Mas los ataques directos y las actitudes belicosas no son tan peligrosas como el daño tácito en las medidas de un gobierno como las cargas fiscales asfixiantes, la política monetaria inflacionaria- anteriormente tratada- la cual ha llevado a muchas familias a la quiebra total por no saber sostener el valor de su patrimonio y ahorros o las políticas de emancipación feministas que producen desde un primer momento una mayor probabilidad de que la unión fracase, las subvenciones a las madres solteras producen una mayor independencia económica de la mujer fuera de la familia lo cual lleva de forma directa a la mayor frecuencia de divorcios.
Es por este conjunto de políticas que no tienen como objetivo oficial o directo a las familias pero que sin embargo actúan de forma que empeoran la relación de costos y beneficios de la vida familiar.
Centralización del poder
El Estado si se ha caracterizado por algo a lo largo de la historia ha sido por su continuo crecimiento. Desde la época medieval en la que Europa estaba dividida por un sin fin de pequeños reinos, señoríos, ciudades libres con fuero entre muchos otros tipos de organizaciones políticas siempre gobernadas por un señor feudal que hacia un pacto de vasallaje con el rey a través de algunos de los descendientes de ambos los cuales acababan en matrimonio, pasando por la unificación de todos los reinos peninsulares (en el caso de España) siendo esta una unión personal y manteniendo la independencia uno de otros y evolucionando hasta el concepto que Gattinara bautizó como monarquía hispánica hasta finalmente terminar en la unión de reinos a la francesa que Felipe V hizo efectiva en los decretos de nueva planta. Ya en el siglo XIX con el surgimiento del Estado-Nación este proceso centralizador se aceleró hasta a llegar a nuestros días.
Este proceso, tratado aquí de forma particular en España, no dista mucho del proceso que sufrió Alemania tras la guerra Franco-Prusiana o Italia de la mano de Garibaldi y sus camisas pardas entre los ejemplos más destacados(todas las naciones han sufrido este proceso de una manera más o menos traumáticas).
Es pues muy peligroso mantenerse en la inacción ante la constante hipertrofia del Estado convirtiéndose, si cabe, en una organización criminal más peligrosa y poderosa momento a momento.
Es por ello que me gustaría concluir animando al lector al estudio del Estado, pudiendo así desmitificarlo de manera total y hacer un llamamiento a la acción, la batalla de las ideas frente al izquierdismo hegemónico de hoy día y a la investigación de las alternativas al Estado como la anarquía de propiedad privada la cual analizaremos en siguientes publicaciones.