Los nacionalistas vascos que próximamente se disfrazarán de nacionalistas navarros para celebrar la derrota de la Batalla de Noáin, han acogido alborozados estos días la publicación en un libro, presentado en el Parlamento de Navarra, de las famosas cartas de Amaiur. Las cartas de Amaiur son la correspondencia personal que se ha conservado entre los defensores del castillo y sus partidarios y aquellos con los que se comunicaban en aquellas fechas para pedir refuerzos e información.
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Antes de entrar en el contenido de las cartas y en alguna consideración sobre ellas, merece la pena quizá detenerse un momento en el hecho de que este libro recopilatorio se presente en el Parlamento, el cual por tanto se convierte en plataforma publicitaria para el libro y su editorial. No todo el mundo tiene tanta suerte. Por otro lado la editorial ha recibido varios miles de euros en concepto de subvención por la publicación de este libro. Tampoco todo el mundo tiene esa suerte y la suerte, a veces, parece que depende un poco de los padrinos y del sesgo del libro. Por supuesto todo es legal, sólo que de hecho eso a lo mejor es lo menos tranquilizador.
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Dicho lo anterior, una de las novedades del libro es que publica las cartas traducidas al euskera y al español actual. Este punto resulta particularmente relevante puesto que las cartas originales, pese a ser en muchos casos correspondencia “personal”, están escritas en castellano antiguo. No hay ni una carta escrita en euskera. Es decir, que los navarros de Amaiur, los supuestos legitimistas, los más auténticos, los más puros, la quintaesencia de la navarridad, resulta que usaban el lenguaje del “invasor”, lo que para gentes y partidos que defienden que la base de una nación o un estado es la lengua tiene su gracia.
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Por lo demás, el relato que presenta la batalla como un enfrentamiento épico entre los últimos resistentes navarros y el ejército invasor español, abrumadoramente superior, encuentra su refutación en alguna de las propias cartas de Amaiur, la cual confirma la tesis tradicional de que había más navarros tratando de tomar Amaiur que tratando de defenderlo.
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Así queda evidenciado, por ejemplo, en la carta de Juan de Aguerre, notario de Echalar, a Juan de Orbara, abad de Urdax, informando del avance del ejército contra el Castillo de Maya Las cartas originales de Maya, por cierto, se pueden encontrar y consultar gratuitamente en la web del Gobierno de Navarra. El caso es que en aquella carta, por poner sólo un ejemplo, se advierte y describe del ejército que se aproxima al castillo que «Y tienen gran fama de gente, pero es lo cierto que no hay sino bien pocos castellanos, sino lo que en Navarra los beamonteses han podido coger”.
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En realidad se conocen muy detalladamente las cuentas del reclutamiento de los beaumonteses que asaltaron el Castillo, incluyendo su origen geográfico, tanto que se puede reafirmar sin mayores problemas que efectivamente había más navarros atacando que defendiendo el Castillo de Maya. Para mayor descalabro del relato nacionalista, además, los navarros atacantes se reclutaron principalmente en Pamplona y lo que actualmente sería la zona vascófona y el territorio más radicalmente nacionalista. Los asaltantes de Amaiur eran los tataraitás de los que ahora votan a Bildu y celebran la batalla desconociendo el bando del que vienen. El mapa de las zonas tradicionalmente beaumontesas resulta a este respecto bastante esclarecedor.
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El nacionalismo siempre evita mencionar que la incorporación de Navarra se produce en el marco de una guerra civil previa y dilatada en la que un bando se apoya en Francia y otro en Castilla. De cualquiera de los dos bandos podría decirse que sólo era grupito de nobles sin respaldo popular y en cualquiera de los dos casos sería ridículo. Los navarros estaban en los dos bandos. Atacantes y atacados eran sororos.
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Todo lo anterior seguramente incluye material de sobra para el cuestionamiento y la reflexión. O bien ya es bastante para un lector con honestidad intelectual, o ni multiplicado por cien los datos conseguiría desbloquear el relato preconcebido por el nacionalismo. Por otra parte ni nos van a pagar una subvención por alargar el escrito ni nos van a citar en el Parlamento recomendando a los navarros que se suscriban a nuestro boletín para conocer nuestra historia. Más probable sería la aprobación de una ley foral de memoria que nos cerrara la web o nos obligara a asumir el discurso nacionalista.
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