El dinero no conoce bandera

Hace mucho tiempo que sabía que el capital no conoce más lealtad que a sí mismo, por muchas iniciativas “filantrópicas” que patrocinen. Cuando lo hacen es por una simple cuestión de acogerse al beneficio fiscal que les pueda dar ventajas, no por compromiso social ni por causas ecológicas, menos aún por inversión. Nada de eso. La Ley de Mecenazgo es un lucrativo medio de rebajar la carga impositiva, pero las contribuciones a las denominadas obras sociales, a la formación de los trabajadores, o la innovación tecnológica, por ejemplo, buscan el beneficio y el rédito económico. Dicho de otra manera, la mayoría de los empresarios, también la banca, se mueven por el exclusivo interés económico. No es ningún descubrimiento, aunque sí que hay ejemplos notables que desdicen mi personal aseveración. Un ejemplo es el de Amancio Ortega, hombre prudente y sensible a las necesidades de su Galicia natal.

Recientemente, con motivo de unas jornadas convocadas por el Círculo de Empresarios de Cataluña, celebradas en Barcelona, el presidente de la CEOE (Confederación Española de Organizaciones Empresariales), Antonio Garamendi Lecanda, hizo unas desafortunadas e impropias declaraciones con respecto a los próximos indultos concedidos por el gobierno a los condenados por el llamado “proces” –invento político de los independentistas-. Con enorme irresponsabilidad e imprudencia, puesto que representa al conjunto de los empresarios españoles, señaló que la normalización de Cataluña necesita del perdón a los procesados y condenados conforme a derecho y de acuerdo a la ley. Ciertamente sus comentarios además de desafortunados e inoportunos, son expresión de un servilismo a los dictados de Moncloa. Horas después, consciente de su enorme metedura de pata, intentó maquillar y edulcorar lo dicho. Señor Garamendi es usted un impresentable y debería dimitir de su honorable cargo. No representa al sentir de muchos empresarios españoles que, con enorme dolor y quebranto, se han sentido humillados por la impertinencia y la felonía de sus posicionamientos, exclusivamente personales y movidos por una malsana conciencia democrática y de lo que representa un estado social y de derecho. Debe dimitir con carácter de urgencia.

Pero su romance con el secesionismo catalán y su amor a los aires presidenciales del ínclito Pedro Sánchez tienen recompensa. Ha sido condecorado, sin mérito alguno, con la Cruz del Mérito Militar, la más alta distinción castrense que se pueda conceder hoy día. Tenía que caérsele la cara de vergüenza por tamaña farsa y opereta de tres al cuarto.

Cierto es que para que una economía funcione es necesaria la estabilidad política. Es verdad que la paz social es el escenario ideal para la activación de todos los sectores económicos. Faltaría más que negase la mayor. Suena bien, pero según qué circunstancias y bajo qué situaciones.

En Cataluña, miles de empresas han abandonado aquellos territorios españoles a consecuencia de los desvaríos independentistas. Miles de pequeños negocios han echado el cierre ante el desgobierno ejercido desde la Generalidad, con el concurso del Gobierno del Reino de España. Muchos –demasiados- negocios familiares se han venido abajo a consecuencia de la anormalidad social, política y económica que allí se respira y se sufre. Centenares de negocios e inversiones se han perdido a consecuencia de la fiesta nacionalista. Pero usted, habla de normalización y estabilidad. No señor, usted se aviene a formar parte de la coalición secesionista y rupturista que quiere demoler la unidad de España, que margina y excluye a los españoles que quieren vivir en paz y armonía en Cataluña, además dentro del marco de la Constitución. Es usted un temerario y un atolondrado, un necio y un insensato, un irreflexivo y un irresponsable. ¿Cómo puede usted alinearse con la felonía anti española? ¿Cómo es capaz de aseverar que los indultos son necesarios? Espero que su negligencia e inconsciencia le pasen pronto factura. Su locuacidad ha sido verdaderamente inoportuna, descuidada e insensible con el sentir del pueblo español.

¿Está usted conforme con las medidas e iniciativas en materia económica y fiscal del ayuntamiento de Barcelona? ¿También es Ada Colau su musa en las iniciativas empresariales? Si es así, y parece que lo sea por lo declarado, tiene usted un grave problema de conocimientos sobre economía. Usted se ha metido en un jardín al que le han llamado desde Moncloa y desde los círculos independentistas de Josep Sánchez Llibre y sus mesnadas. Está a tiempo de cerrar la boca, no decir más perogrulladas, tener la integridad necesaria para dirigir con dignidad la organización empresarial que usted preside y, por descontado, sin complejos ni eufemismos fatuos, retractarse de su exceso de locuacidad impropia de su cargo.

El desaire, el desprecio, menosprecio, humillación y desdén hacia España, desde su arrogancia y altanería, con altivez y engreimiento, ha sido sobresaliente. Entérese bien antes de pronunciarse, cerciórese de la verdad última de la cuestión antes de exhibirse vanidoso ante los micrófonos. Tome usted buena nota de lo que le digo: los indultos del gobierno de Pedro Sánchez no son el principio del fin de los problemas, son el principio de los problemas que tendremos que afrontar. Parece que es lo mismo, pero en absoluto lo es. Señor Garamendi, su verbo fácil nos ha jugado una mala pasada de la que usted ya se ha convertido en cómplice y co responsable, no le quepa la menor de las dudas. En tanto, por honestidad y honradez, usted debe dimitir y abandonar su despacho.

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