Este martes 1 de junio, punto del calendario a considerar como el ecuador de este Año del Señor 2021, entrará en vigor un nuevo sistema de tarifas de la factura energética (consumo eléctrico), diseñado conjuntamente por la Comisión Nacional del Mercado de Valores y el Ministerio de Transición Ecológica.
Tal y como se describe su configuración, se puede interpretar que la cuantía de lo pagado puede variar considerablemente en función de las franjas horarias en las que uno pueda considerar la realización de determinadas actividades que requieran uso de energía eléctrica: realización de la colada, higienización en ducha con temperatura caliente o lavado de la cubertería.
Aunque, en verdad, también hay que tener en cuenta que, técnicamente, el objetivo sería «redistribuir la demanda sobre la red eléctrica» a lo largo del día (cierto es que hay horas de menor consumo, lo cual es obvio, pues, por ejemplo, en horario nocturno, muchas actividades económicas y de mantenimiento del hogar no se realizan; de hecho, en función del día, uno puede estar durmiendo o de fiesta).
Si bien la gráfica previamente expuesta nos permite hacernos una idea general con cierta facilidad, se puede indicar, verbal y textualmente, que, en general, las horas más «económicas» serían aquellas en las que raramente uno está haciendo actividades rutinarias ajenas a la conciliación del sueño o el disfrute jovial de la noche.
De todos modos, siendo conscientes del ya evidente trasfondo político e ideológico de muchas de las políticas que actualmente se están aplicando, conviene adelantar, como ya se irá desarrollando, que lo que menos interesa a los promotores de esta política es que ahorremos dinero y cuidemos el medio ambiente (esto último va en serio).
Planificación soviética dirigida a los hábitos, con perspectiva eco-friendly
No olvidemos que la planificación centralizada del socialismo no siempre tiene que aplicarse sobre medios de producción y otros bienes u actividades económicas. La mente humana, cuya acción es imposible de vincular a un patrón artificial, prefijado y homogéneo, también puede ser sometida y hostigada, según los designios que considere el estatista de turno.
Hablamos de ingeniería social, a fin de que, progresivamente, por fuerza, y no por un fenómeno de prueba y error que sea parejo al evidente e innegable orden natural y espontáneo de nuestro devenir social, en este caso, el usuario se vaya «mentalizando» de que la mayor parte de horas de luz le son inconvenientes para hacer sus tareas «sin medios primitivos».
De hecho, si se quisiera asumir y tener en cuenta, de cara a aliviar la escandalosa y mezquina carga fiscal del consumidor (los impuestos son un robo, haciendo una paráfrasis rothbardiana), se optaría por suprimir los costes políticos que representan unas dos terceras partes de la factura energética mensual.
Encima, a lo que ya supone abonar ese castigo al trabajo conocido como IRPF o ese atraco por consumir denominado IVA, se le suman las primas de las renovables, que se quieren imponer haciendo prevalecer el criterio ideológico y cientifista así como la necesaria prebenda empresarial o de amiguetes si corresponde (nada de libre mercado, ya que todo esto tiene tejemanejes estatalistas).
Con lo cual, lo más evidente, a mi juicio, es que se quiere establecer una sistemática de abstracción mental en la que el usuario que no se despreocupe por el coste mensual energético vea condicionada su conducta por el previo lavado de cerebro al que le quiere someter el problemático poder político, con su dichoso intervencionismo económico.
No olvidemos la verdadera esencia del ecologismo
Como se ha dicho, lo que denunciamos se puede resumir como un «si no operas a determinadas horas del día, tendrás que pagar más (te guste o no)» o un «haz lo que yo digo o paga más y más». Y claro, si por razones que se pueden obviar (por ejemplo, la necesidad de teletrabajar en horario de mañana o la lógica de no pasar la aspiradora a las 2:30 de la madrugada), no puedes, pues asume…
Y claro, teniendo en cuenta lo que se ha mencionado previamente sobre el trasfondo, no ha de olvidarse que el ecologismo forma parte de una estrategia alarmista y propagandística (nueva ideología revolucionaria) que pretende dar nuevas justificaciones para aplicar medidas políticas defendidas por una ideología pecaminosa, ruinosa, inmoral, criminal y cruel como es el socialismo.
El medio ambiente se puede defender perfectamente mediante el disfrute de los derechos de propiedad, la libertad económica (pareja a una óptima innovación científico-tecnológica) y la descentralización (orientada a la toma de soluciones locales). No es necesario vender un «apocalipsis no bíblico» para anestesiar ante un continuo hostigamiento colectivista (hay muchos tipos de socialismo, guste o no reconocerlo).