La Fundación Heritage, en colaboración con The Wall Street Journal, viene elaborando desde el año 1995 el Índice de Libertad Económica (ILE), cuya adaptación para España, que se acaba de publicar, se lleva a cabo por el Instituto de Estudios Económicos.
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Este Indice toma en cuenta cuatro bloques para valorar la libertad económica de cada país: el imperio de la ley, el tamaño del Estado, la eficiencia regulatoria y la apertura de los mercados. A su vez, los valores en cada uno de estos cuatro bloques se obtienen por tres subcategorías en cada uno de ellos, como se observa en el gráfico que pueden ver a continuación. Dentro del primer bloque, el del imperio de la ley, se evalúan los derechos de propiedad, la efectividad judicial y la ausencia de corrupción, siendo fundamental que exista confianza en la transparencia de las instituciones, puesto que el socavamiento de estas acaba provocando consecuencias económicas graves. El segundo bloque, que se refiere al tamaño del Estado, valora la carga impositiva, el gasto público y la fortaleza presupuestaria o salud fiscal, combinando el estudio de los impuestos y del gasto con el análisis de la situación que presentan la deuda y el déficit público. El tercer bloque analiza la eficiencia de la regulación e incluye la libertad de empresa, entendida como la capacidad de abrir y gestionar un negocio sin interferencias indebidas por parte del Estado; acompañado de la flexibilidad laboral o libertad laboral, esto es, de un marco de relaciones laborales competitivo y acorde con las cambiantes necesidades de la economía. La libertad monetaria aborda la estabilidad del valor monetario y el establecimiento de un sistema de precios que responda a las condiciones del mercado. El último bloque es el relativo a la apertura de los mercados, que incluye la libertad comercial, la libertad de inversiones y la libertad financiera.
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Atendiendo a los resultados de 2021, España se sitúa en la posición 39 del ranking mundial, lo que nos incluye sólo entre los países con una libertad económica moderada, alejados de las primeras posiciones y en una situación relativamente baja si se compara con las economías más desarrolladas. Limitándonos sólo a los países de la OCDE, España ocupa la posición 26 de 37. Dentro de la Unión Europea, España ocupa la posición 18 de 28.
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El informe advierte que España no solo obtiene una peor nota que la media de la OCDE y que la UE, sino que en la mayoría de las variables analizadas presenta una situación deficitaria, y tan solo en tres de ellas se sitúa por encima de la media de la OCDE: libertad monetaria, libertad comercial y libertad inversora. Por otro lado, destaca especialmente la baja puntuación relativa en materias como la salud fiscal, la libertad de empresa y la flexibilidad laboral.
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En cuanto a salud fiscal, España se sitúa en la posición 34 de los 37 países de la OCDE, debido a sus elevados niveles de deuda y déficit públicos. En cuanto a la libertad de empresa, ocupa la posición 32 de 37 dentro de la OCDE. Respecto a los países de la UE, somos el 21 de 28 en este importante capítulo. La libertad de empresa tal como la define el informe es la “capacidad de abrir y gestionar una operativa empresarial sin interferencias ni injerencias indebidas por parte del Estado”. España en este campo tiene una puntuación un 14% inferior a la del promedio de la OCDE y un 9,5% inferior a la media de la UE, siendo una variable que se considera un elemento central para el desarrollo económico, con una estrecha relación con la competitividad y el nivel de renta. Los datos resultan en este apartado particularmente alarmantes por la deriva que ha experimentado España en los últimos años, principalmente a partir de 2017.
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Tomando como referencia los datos del año 1995 hasta 2021, la libertad económica global ha aumentado en 4 puntos, y en ese mismo periodo el PIB mundial ha pasado de 39,1 a 84,9 billones de dólares, mientras que el porcentaje de personas bajo el umbral de pobreza se ha reducido desde el 34,2% al 9,2% de la humanidad. Esto resulta muy llamativo por dos motivos. En primer lugar vuelve a confirmarse que las cosas que publican los medios o repiten algunos partidos no coinciden con los datos reales de la economía mundial. No es cierto que cada vez haya más pobreza en el mundo. No es cierto que cada vez estemos peor. Por otro lado, si el PIB mundial ha pasado de 39,1 millones a 84,9 millones es incierto que la riqueza mundial sea un juego de suma cero, en el que para que unos se enriquezcan otros tengan que empobrecerse.
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El estudio señala que cuando se comparan las economías que han mejorado su índice de libertad económica entre 1995 y 2021, frente a aquellas donde la libertad económica se ha reducido, se observa que las primeras presentan como promedio un crecimiento medio anual del PIB del 2,6%, frente al 1,7% de los países que reducen su libertad económica.
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Se resalta también en el informe la correlación entre la libertad económica y el Índice de Desarrollo Humano (IDH), que valora indicadores como la esperanza de vida, la alfabetización, etc., encontrándose que este indicador es más elevado en los países con mayor libertad económica, que, además, presentan, en promedio, mayores esperanzas de vida.
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La libertad económica todavía presenta una cualidad reseñable más en el informe. Centrando el análisis en los países de la OCDE, se observa una alta correlación negativa (-0,7) entre una mayor libertad económica y un menor nivel de economía sumergida. En aquellos países donde la libertad económica es muy alta la economía sumergida se sitúa sólo en el 8,4% del PIB en promedio, mientras que se eleva hasta el 18,9% de media en aquellas economías donde la libertad de empresa es moderada o baja.
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Como último elemento de reflexión cabría comparar los 20 países del ranking con más libertad económica con los 20 peores. Es decir, cuando decimos que vamos empeorando en el ranking, es que nos vamos acercando a los 20 últimos, y cuando decimos que mejoramos nos acercamos a los 20 primeros. ¿Cómo qué países queremos ser nosotros, como los primeros de la lista o como los últimos?