Ayer seguramente se produjo la defunción política de Ciudadanos. Es una gran noticia para el centro-derecha. Como pudo comprobarse ayer, la presencia de Ciudadanos no permite abarcar más al centro-derecha. El centro-derecha no obtuvo menos votos sin Ciudadanos que con Ciudadanos. Ciudadanos se quedó sin votantes sin que se resintieran los resultados. Los votantes de Ciudadanos encontraron acomodo en el centro-derecha y no en la abstención ni en la izquierda. Lo fundamental, sin embargo, es que la desaparición de Ciudadanos elimina un obstáculo importante para la recuperación del poder por parte del centro-derecha. No se puede confrontar electoralmente a la izquierda con 3 siglas distintas. Es decir, se puede en algunos lugares pero no allá donde por ejemplo se disputan 5 diputados. Cada diputado del PSOE en el Congreso cuesta 56.601 votos, frente a los 165.031 que cuesta cada uno de los 10 diputados de Ciudadanos. Así pues la desaparición de Ciudadanos fue un hecho extraordinariamente relevante, que excede por completo el ámbito madrileño y que significa una buenísima noticia para el centro-derecha. Casi podría decirse que la desaparición de Ciudadanos, en términos de estrategia política, es tan importante como la propia victoria de Ayuso.
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Respecto a la desaparición política de Ciudadanos interesa por otro lado subrayar que es el resultado de haber seguido los consejos de su enemigo, o sea del PSOE. ¿Acaso no recordamos la famoso foto de Cerdán en una sesión del Congreso haciendo el gesto de volarse la cabeza, como indicando a Ciudadanos que se estaba suicidando políticamente, por alinearse contra el PSOE y junto al centro-derecha? Pues bien, alguien decidió que había que hacer caso a Cerdán y voltearse a la izquierda para recuperar voto. Como si el voto que perdía Ciudadanos se hubiera estado marchando a la izquierda. El resultado de tomar a Cerdán como referente estratégico lo tenemos hoy a la vista. Casi habría que dar las gracias a Santos Cerdán por este estropicio para la izquierda. Por lo demás, es evidente que como resultado del cerdanismo y su apuesta por la radicalidad los partidos de extrema izquierda están fagocitando lentamente al PSOE. Tampoco muy lentamente o por lo menos no tan lentamente como para que Cerdán lo comprenda antes de la debacle.
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Todos recordamos la imagen de Rivera con un cascote en la mano. Igual que recordamos la imagen de Abascal en la tribuna del Congreso con un ladrillo. O la de Ayuso en la Asamblea de Madrid sosteniendo también un adoquín. En realidad ese ha sido el gran error de Ciudadanos, haber olvidado que estaba en el grupo de los que recibían los cascotes e incluso haber corrido hacia donde le lanzaban los cascotes. La buena noticia para Ciudadanos es que su desaparición es también una venganza hacia quienes les apedreaban. Si el centro-derecha sólo se divide en dos, la izquierda para ganar tendrá que pensar en algo más que en insultar y lanzar piedras a la derecha.
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