Ainhoa Aznárez, la inefable ex-presidenta del Parlamento de Navarra que no se sacaba el chicle de la boca para dirigir las sesiones de la cámara, ni para llamar “cutre” a Santos Cerdán en un receso, que quitaba la bandera de la UE como si el parlamento fuera suyo (con el mismo entusiasmo con el que quería poner ikurriñas por toda Navarra), que echó a la letrada mayor por no haberle dado la razón en una consulta partidista, o que junto a Laura Pérez hizo pasar a Podemos de 7 a 2 diputados, no daba crédito ayer a un cartel de la Asociación Católica de Propagandistas colocado en una marquesina en pleno 8M. Esta es la imagen del cartel con el tuit de la ahora sólo diputada podemita.
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A decir verdad, Aznárez es una moderada en comparación con medios de la extrema izquierda como Público, en el que se dice que se trata de una campaña negacionista. ¿Negacionista de qué? El artículo no lo menciona.
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Lo cierto, para empezar, es que la Asociación Católica de Propagandistas se pueda anotar ya un tanto con la camapaña. Toda campaña publicitaria tiene por objeto hacerse notar y vaya si esta se ha hecho notar. Por lo demás, parece que lo inadmisible de esta campaña es que sobre el Ave María se destaquen las palabras “madre” y “mujer”. Aboslutamente intolerable y negacionista, dónde vamos a parar. La asociación, por su parte, explicaba que esta campaña se ha desarrollado en más de 20 ciudades, entre ellas Pamplona, y que querían expresar ese mensaje ante las manifestaciones promovidas principalmente por el gobierno de España, mostrando “una supuesta reivindicación por la igualdad de la mujer mediante una confrontación que es falsa”. Al parecer este es todo el motivo de las iras de algunas feministas. Una mujer no confrontada con el hombre o con la maternidad no puede ser. Y encima insumisa al discurso gubernamental. No se puede tolerar.
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Lo interesante es que en las manifestaciones del 8M efectivamente la gran ausente es la maternidad. Como si la maternidad no fuera algo importante para la mujer (y para el hombre), pero además definitorio y característico de la mujer. Como si toda la lucha feminista se ciñera a las cuestiones políticas, laborales, productivas, estadísticas, electorales… y no a algo tan intrínseco a la mujer. La Asociación Católica de Propagandistas vino en definitiva a poner el acento sobre un plano esencial de la vida de la mujer. Se lo robó a las feministas, por así decir. O mejor dicho, las feministas abandonaron esa causa y la asociación la vino a recoger, robándoles una cuota importante del protagonismo. A fin de cuentas la Asociación Católica de Propagandistas casi le hace un favor al movimiento feminista, ya que de no hablarse de también de esto sólo se habría hablado hoy, al menos en Pamplona, del intento violento de asalto o ataque al parlamento foral. Aunque ya sabemos que cuando estas cosas las hace la izquierda pasan a ser aplaudibles y buenas. Para levantar la imagen tras lo del pasado 8M y lo de este, las organizaciones feministas harían mejor contratando como asesora para el año que viene a la Asociación Católica de Propagandistas.
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