Hemos tenido una larga y fría navidad en la que me he encontrado a gusto y cómodo. La he vivido como siempre. Me he encontrado con amigos, he celebrado la nochebuena con todos los más próximos, y el encuentro con familiares y amigos ha sido más próximo. Hemos colocado dos nacimientos: uno el bueno y otro el de plástico para que lo toquen, jueguen y lo recompongan los mas pequeños. Del engorroso y anodino pino ya nos hemos olvidado. He visitado los belenes del Ayutamiento, el del pino de la Diputación, el del Hospital de Navarra y todos estaban en su sitio. Tuve la pena de no haber visto este año el de los belenistas. Y en fin, he frecuentado un poco más los actos religiosas de entidad y si no, he podido seguir los actos solemnes por la Tele.
Tenía curiosidad de como saldrían el rey en el mensaje de Nochebuena, y los reyes en la felicitación de la Navidad. Ha sido como siempre; con el Belén a la vista. La novedad ha estado en los príncipes y altezas que nos han felicitado colocando en la foto a sus hijos desprovistos de sus propios padres y de sus ideales. No he comprendido que nos han querido decir, porque si los principitos por decisión de sus padres felicitan al pueblo español con presupuesto del Estado, es que nos quieren decir algo. Yo quiero creer con ilusión certera, que cuando estos niños sean mayores volverán a la mejor de sus vivencias, a las costumbres de los abuelos por Navidad.
Desde Madrid me sorprenden con adornos y colorines; iluminaciones de ferias sin saber a que viene ni a donde van, como tampoco los Reyes Magos de su cabalgata. Menudo susto se van a dar los reductos del nacional-catolicismo con sus esperanzas puestas en el Partido Popular.
Me ha gustado la felicitación de Yolanda Barcina con un precioso nacimiento de un retablo del siglo XVI con dinero de su partido no del Ayuntamiento.
Cosas divertidas también las ha habido al modo de inocentadas para todo un año: a los sufridos ciudadanos de Logroño su ayuntamiento, en el calendario municipal, les ha mantenido en rojo todos los días de fiestas, pero ha quitado toda referencia a lo que las motivan. Ni Navidad. ni Reyes, ni Santiago su patrón en año jacobeo,- por cuya ciudad pasarán mas de 100.000 peregrinos-, ni la Asunción, ni jueves y viernes santo o Pascua, ni la fiesta nacional del 12 de Octubre; pero si deben de llevar en cuenta el día que nació Mahoma y el día de la independencia del Pakistán. Allá ellos con su ayuntamiento.
Por un catarro, que no ha llegado ni a gripe A, preferí no compartir con la chavalería la cabalgata de los reyes. Preferí quedarme leyendo un estupendo libro de Víctor Manuel Arbeloa sobre la historia de los comportamientos confesionales y anticonfesionales en España. ¡Que pena que en España se lea y se enseñe tan poco de España en los colegios y universidades!
Unas navidades en fin, normales, agradables, como las compartimos y sentimos en todas las nacionalidades y regiones de la piel de toro, salvo los políticos desarraigados y desorientados.