Este domingo tendremos por fin las elecciones en Cataluña y sabremos en qué ha quedado el “efecto Illa” y cuál es el resultado de esta campaña electoral totalmente anómala y antidemocrática. Ayer mismo, Abascal bajaba del atril en el que estaba intentado dar su mitin en Tarragona para acercase a la horda de ultras que lo estaba boicoteando. No se trató de un gesto gratuito ni de una provocación como han intentado presentarlo algunos medios o algunos partidos, la clase de medios o partidos que si a Abascal le hubieran sacado un ojo habrían dicho que era culpa de Abascal, por provocador y por no seguir las indicaciones de los Mossos. Al contrario, aquel gesto le sirvió a Abascal para evidenciar que la distancia que separaba su atril de los batasunos orientales era tan sólo de 15 pasos contados. Por supuesto es totalmente anómala una campaña electoral en la que los radicales boicotean sistemáticamente los mítines de un partido, pero más anómalo aún es que el gobierno autonómico establezca el cordón policial a sólo 15 metros del atril del orador al que quieren tirar huevos, piedras, botellas y sacarle un ojo.
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El mismo día que la Junta electoral dice que nuestros actos no se celebran en libertad, y ordena a la Generalidad que garantice la seguridad de nuestros mítines, de nuevo se tolera que los energúmenos nos ataquen a pocos metros.
Tan pocos que los he contado. Quince.#Tortosa 🇪🇸 pic.twitter.com/Sp5vI7OuFY
— Santiago Abascal 🇪🇸 (@Santi_ABASCAL) February 11, 2021
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Hablando de cordones, en este caso políticos, los partidos separatistas catalanes escenificaron ayer un curioso akelarre juramentándose para no pactar el gobierno con el PSC. Los términos del pacto entre separatistas son que, sea cual sea la correlación de fuerzas tras los resultados, no pactarán con el PSC. No deja de ser penoso, en todo caso, que si el PSC no se echa en brazos de los separatistas sea porque los separatistas le quitan los brazos.
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Observando la campaña del PSC, casi se puede tener la tentación de pensar que el PSOE a lo mejor ha puesto a Illa para perder las elecciones. O sea, que el PSC pierda las elecciones es bueno para el PSOE. El PSOE necesita que gane las elecciones ERC, no el PSC, de modo que el intercambio de cromos resulte inapelable: el gobierno de España a cambio de la Generalidad. El PSC quedaría muy mal si a pesar de ganar le cede la presidencia a ERC. Lo mejor para Sánchez es que el PSC tenga un mal resultado y todo quede entre separatistas. Como hasta ahora. Hasta ahora a Sánchez le ha ido muy bien. Nos han vendido el “efecto Illa” como un vendaval pero en realidad puede que ellos mismos esperen y ansíen un batacazo monumental. Si el domingo el PSC saca un buen resultado puede que decaiga esta interpretación, pero entonces habría que ver cómo lo gestiona el PSOE. En cambio un mal resultado y un cordón sanitario le permite al PSOE seguir como está a la par que le libera de tener que tomar decisiones, decisiones que podrían comprometerle. Lo bonito sería una mayoría unionista que le obligara al PSOE a retratarse, favoreciéndola o boicoteándola. Obviamente podría boicotearla desde fuera pero también desde dentro.
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Por lo demás ayer Illa tuvo una ocasión de oro para haber dejado muy mal a todos sus rivales haciéndose una batería de pruebas demostrando que no tenía el COVID ni anticuerpos. Resulta llamativo tener una oportunidad tan clara para cerrar la campaña tapando la boca a todos y no aprovecharla. O no tiene nada de olfato político o por lo que sea les tiene mucho miedo a las pruebas.
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