El bitcoin vuelve a ser noticia estos días por un buen par de motivos. En primer lugar porque acaricia sus máximos históricos. El valor de un bitcoin supera los 45.000 dólares cuando hace menos de un año rondaba los 6.000, habiendo retrocedido hasta ese nivel desde los 14.000 y dando la impresión de que la burbuja de las criptomonedas había llegado a su fin. En segundo lugar porque Elon Musk, el carismático dueño de Tesla (entre otras empresas), ha anunciado la decisión de que esta compañía va a invertir 1.500 millones de dólares en bitcoins, convirtiéndose en la primera gran compañía que toma una decisión de este tipo a ese nivel. Evidentemente se trata de un gran espaldarazo para el bitcoin y para las criptomonedas en general. De hecho, la pregunta es si hay una burbuja o una gran oportunidad de inversión en un cambio histórico de paradigmas económicos.
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Una de las características peculiares y esenciales de los bitcoins, que los hace especialmente apreciables y que los distinguen del dinero oficial estatal sustentado por los gobiernos, es que existe una cantidad conocida e inamovible de bitcoins que puede haber en circulación, exactamente 21 millones de bitcoins. ¿Y por qué es esto tan importante? Pues porque se trata por tanto de una moneda que uno puede tener sin temor a que los gobiernos la puedan devaluar imprimiendo o emitiendo más moneda.
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Sin duda muchas personas pueden pensar que lo malo del bitcoin es que carece de un respaldo estatal y oficial, que no existe detrás un banco central. Sin embargo, para muchas otras personas esto es precisamente lo bueno y lo atractivo de las criptomonedas. A lo largo de la historia, lo que se suele confirmar es que los gobiernos, lejos de ser una garantía de las monedas estatales, son más bien la garantía de su colapso. ¿Tiene algo que ver el auge de las criptomonedas con la creciente impresión de que los gobiernos y los bancos centrales nos llevan a la ruina? Es una buena pregunta. Escuchando las cosas que dice y escribe el ministro Garzón, por ejemplo, no cabe sino preguntarse si no es mucho más seguro tener el dinero invertido en bitcoins que en euros. En Venezuela todo el que puede convierte su dinero en bitcoins para protegerse de la absoluta pérdida de valor del dinero estatal oficial y su falsa seguridad.
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Con todo esto no queremos decir que comprar bitcoins sea una inversión segura o exenta de riesgos, en absoluto. Lo que queremos decir y de hecho ya dijimos hace tiempo es que los bitcoins no son un invento peregrino ni carente de lógica económica. Puede que prosperen o puede que no. Puede que las criptomonedas prosperen pero el bitcoin en concreto no. O puede que las criptomonedas no prosperen en este momento pero lo hagan en un momento evolutivo de la economía posterior. Lo que no se puede es despachar sin más el asunto de las criptomonedas afirmando que son una sinrazón.
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Desde luego otro de los problemas fundamentales a la hora de invertir en bitcoins es cuál es su valor. ¿Cómo saber cuál es algo así como el valor objetivo de un bitcoin? ¿Cómo estimas si pagar 45.000 euros por un bitcoin es una locura o una ganga? En realidad no hay forma de saberlo. No obstante, resulta irresistible la tentación de imaginar un mundo en el que todas las transacciones llegaran a realizarse en bitcoins. El PIB de toda la economía mundial ronda los 87 billones de dólares. Si dividimos esa alucinante cantidad por los 21 millones de bitcoins en circulación, el valor de cada bitcoin sería de más de 4 millones de dólares, 100 veces su valor actual. Por otro lado el valor teórico de todos los bitcoins en circulación (21 millones x 45.000 dólares) rondaría el billón de dólares, más de un 1% de la economía mundial, lo cual no es una cifra menor y para bien o para mal indica que quien invierte en bitcoins ahora ya no es un mega pionero que pilla esta historia en una etapa totalmente inicial. Por supuesto todo esto no son más que castillos en el aire y Elon Munsk está loco, salvo que no lo sean y tampoco lo esté.
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