María Chivite armó ayer un trapatiesto notable al declarar durante una intervención para Nueva Economía Fórum que este año tampoco habrá Sanfermines: “siento mucho dar malas noticias, pero una fiesta que trae a Navarra a millones de personas no puede ser”. Abundando en su afirmación, la presidenta señaló que «más allá de que podamos cumplir con la expectativa de vacunación de en torno al 40% o 60% de navarros al inicio del verano, no es responsable abrir unas expectativas que no va a ser posible cumplir».
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💉@mavichina asegura que el “aprovechamiento de las vacunas es total” en @gob_na
🧪A la vez que tiene una “reserva estratégica”
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— New Economy Forum (@NewEconomyForum) February 2, 2021
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Las declaraciones de Chivite desencadenaron la inmediata respuesta del alcalde de Pamplona, Enrique Maya, que a lo largo del día tuvo que matizar las palabras de la presidenta. Unas palabras como poco fuera de tiempo y fuera de forma.
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Para empezar tal vez Chivite debería haber hablado con el alcalde antes de realizar semejantes afirmaciones, a fin de cuentas el año pasado fue el Ayuntamiento el que decidió sobre la celebración de las fiestas. Es decir, en principio la competencia para pronunciarse sobre este asunto la reclama el Ayuntamiento. ¿Por qué se lanza Chivite en plancha a opinar tan tajantemente sobre un asunto sin ni siquiera haberlo hablado con el alcalde?
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En segundo lugar, todavía estamos a 3 de febrero. ¿Acaso sabe Chivite cuál puede ser la situación en julio? ¿Qué prisa tiene por suspender los Sanfermines ahora? ¿Tan poco confía en la gestión del gobierno? ¿Ha incluido Sánchez en su comité de expertos a algún futurólogo?
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En tercer lugar, como bien señaló Maya, no sólo es que no sabemos en qué situación exacta estaremos en julio, sino que incluso no siendo normal esa situación habrá cosas que a lo mejor sí se pueden hacer en virtud de esa situación. La celebración de los Sanfermines no necesariamente ha de reducirse a un estado binario en que o se celebran al 100% o se celebra el 0%. Habrá que ver cuál es el escenario en julio y si en ese escenario se pueden organizar actos, con tales o cuales limitaciones, en virtud de la situación. Puede que no se puedan celebrar unos Sanfermines al 100% y con normalidad, pero sí con ciertas medidas y al 70% o al 40%.
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Hablando del 40%, tampoco ha pasado desapercibido que Chivite hable de repente de que para el verano quizá sólo esté vacunado el 40% de los navarros. O sea, ¿podemos dar ya por finiquitada la expectativa de que el gobierno consiga vacunar para el verano al 70%? Efectivamente no parece a la vista de los datos actuales que estemos en el camino de vacunar al 70% de la población para el verano, ¿pero por qué entonces “no es responsable abrir unas expectativas que no va a ser posible cumplir” con los Sanfermines y las abre en cambio el gobierno con la vacuna?
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En cualquier caso, en Navarra hay 128.000 personas mayores de 65 años, un 20% de la población. Si para el verano se ha conseguido vacunar al menos a ese 20% de la población, debería producirse una reducción significativa del número de pacientes graves y fallecimientos. ¿Cómo decidir desde ya el porcentaje del programa sanferminero que se podría desarrollar? Chivite no tiene ni idea de cómo va a estar la situación en julio porque no lo sabe nadie. Por eso mismo no tiene sentido hacer previsiones tan rotundas en este momento. Menos aún cuando no es ella la organizadora de los Sanfermines. Lo más absurdo es que no hay ninguna necesidad de decidir ahora mismo sobre los Sanfermines. Es un charco al que Chivite sencillamente ha decidido saltar sin red por un exceso de motivación, como saltaba Ayerdi sobre cualquier inversión.
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En lo que se refiere a inversiones, Maya dio ayer por creíbles los datos que estiman el gasto al día por cada persona que viene a las fiestas en 110 euros, con un impacto económico estimado de unos 74 millones de euros. Teniendo en cuenta que serían dos Sanfermines consecutivos sin celebrarse, el impacto negativo sería bestial. Tan imprudente es ahora mismo afirmar que en verano habremos derrotado al virus como asegurar que estaremos igual que ahora o peor, o que estando algo o mucho mejor no habrá nada que hacer, ni se podrá adaptar ningún porcentaje del programa sanferminero a la situación, sea cual sea esa situación que difícilmente podemos prever cuando todavía estamos celebrando San Blas.
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Pese a lo declarado ayer por Chivite, obviamente no se trata de una declaración formal ni oficial. De las palabras de ayer de la presidenta no parece, como aclaraba Maya a lo largo del día, que se pueda deducir que los Sanfermines están oficialmente suspendidos.
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Los 4 momentazos de Chivite durante la pandemia
Lo cierto es que la política de comunicación de Chivite durante la pandemia está dejando bastante que desear. Si preguntamos a los navarros qué hitos recuerdan de Chivite en esta crisis seguramente casi todas las respuestas se ceñirían a uno de estos cuatro momentazos. El primero cuando reprochaba a la gente ir demasiado bien protegida con mascarillas al supermercado. Un segundo momentazo es la foto de la presidenta haciendo bricolaje en el jardín, como si fuera un músico del Titanic. O sea, no había mejor foto en aquellos momentos para transmitir a la población confianza en la líder. El tercer momento podría ser el 27 de diciembre cuando Chivite salió de un largo ostracismo mediático para hacerse la foto en una residencia el primer día de vacunación, para después volver a desaparecer como las existencias de vacunas. El cuarto momentazo sería anunciar ayer la suspensión de los Sanfermines un 2 de febrero en una charleta por videoconferencia. ¿Cuál será el próximo momentazo de la presidenta? Mejor no saber. Mejor no temer.
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